En los municipios mexiquenses como Temoaya, San Felipe del Progreso y Chiconcuac, el arte de tejer Quexquémetl sigue vigente como símbolo de identidad y resistencia cultural.
Esta prenda ancestral, que data de épocas prehispánicas, refleja la creatividad, el conocimiento y la conexión con la naturaleza de las comunidades otomí, mazahua y náhuatl que la elaboran.
Quexquémetl, abrigo mexiquense
El Quexquémetl, cuyo nombre en náhuatl significa “ropa o prenda para el cuello”, tiene sus orígenes en las culturas mesoamericanas, donde era usado principalmente por mujeres en ceremonias y actividades cotidianas.
Esta prenda se elabora uniendo dos lienzos rectangulares de algodón o lana mediante puntadas que han pasado de generación en generación.
Para Juana Mejía López, artesana textil, cada pieza tiene su tiempo y su magia, en la que una pieza puede llevar hasta una semana de realización. Se elabora mediante la unión de dos lienzos rectangulares de algodón o lana, tejidos en telar de cintura, una técnica que se ha transmitido de generación en generación.
“Primero tejemos los lienzos en el telar, uno para adelante y otro para atrás, y luego los unimos con puntadas que también tienen su historia. Si lleva bordado, pues todavía es más tiempo, porque eso es puro detalle”.
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Reflejo cultural y dificultades
Además de su practicidad, el Quexquémetl es un reflejo cultural. Los patrones varían según la región. Los mazahuas incorporan flores y aves, mientras que los otomíes incluyen figuras geométricas y animales mitológicos.
“No hacemos dos iguales, porque cada Quexquémetl también se complementa con quien los lo lleva, eso es lo bonito de la ropa, además aunque hagamos algunas figuras similares, pues nunca te sale nada igual, eso yo siento que también las hace únicas”.
En la actualidad, el Quexquémetl no solo tiene un valor estético, sino también práctico, especialmente durante el frío, según comentó la maestra artesana.
“Se hace con lana y algodón, que son de lo mejor para este tiempo, porque dejan que su piel respire, pero te cubren del aire y el frío. Antes era algo que se usaba comúnmente, yo me acuerdo de mi abuela, es algo que es muy de nosotros, como dice usted, de la identidad”.
A pesar de su valor cultural, las artesanas enfrentan diversos desafíos. La competencia con productos industrializados y la falta de apoyo dificultan la comercialización de sus piezas.
“A veces la gente dice que está caro, pero no ven todo lo que hay detrás. No es solo el tiempo; son los materiales, el conocimiento que nos dejaron nuestros mayores y el amor que ponemos, porque si algo tenemos los artesanos es que todo lo hacemos con mucho corazón”.
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MPH