Remanso
Con Singular Alegría
“No existen las coincidencias, caminamos cada día, sin darnos cuenta, hacia los lugares en que las personas nos esperan desde siempre”.
Jugar con la nada
Como el mago Merlín juega con los tiempos, la narradora provoca saltos cuánticos con la memoria de su amante, quien nunca se sabe si es ficción o realidad; y si acaso fue realidad, se bendice cada instante, porque si el amor no fue correspondido, por lo menos provocó una catarsis, una purificación emocional que, al final, en soledad y sintiendo la tortura del abandono, hizo que resurgiera la mujer: segura, creadora, hechicera: la misma que se atrevió a sacar su corazón y compartirlo como manjar con su amado. Aquella mujer común, que se convirtió en pitonisa, por haber transformado su corazón de carne, en un brillante corazón de cristal.
Sí al escribir un libro, las debilidades se convierten en fortalezas, los temores en valor y el odio y resentimiento en el más puro amor, flotando sobre la empatía divina, concluimos que el proceso creativo tuvo buen destino. Marcela Magdaleno, para el libro Serendipia de Gilda Montaño.
Te escribí todos los días. En la noche, lo que te quería decir, lo pensaba despacito para tu espíritu. Prosa libre que salía así, de sopetón y sin previo aviso, del alma y del corazón, a la Gilda. Esa que diario dignifica tu memoria.
No tienes una idea de cómo te extraño. En la mañana, despertaba contigo bien temprano y lo primero que hacía, era ver tus mensajes. Y en la noche. Y cuando te hablaba, olía también tu alegría: tu voz no miente. Y cuando ibas o venías, hablabas y era algo muy rico. Gracias, Miguel. Fui muy feliz.
Aprendí de ti nuevos valores. Y canciones, y poemas; y libros, y comida, y una forma diferente y distante de cómo vivir la vida. Y a bañarme contigo, y a hacer de mil y una formas el amor en tu casa, —¿alguna vez en mi terraza? —, y a conocer cada centímetro de tu cuerpo, de tu alma y tu memoria. Percepción mía incuestionable. Donde está tu pensamiento, allí está tu corazón, te dije. ¿Mojado? Como quieras: allí está. Y siempre te pienso dentro. En mil puntos. Ese es mi universo. Mañanas, madrugadas, tardes, noches, y tu dentro. Así sí. Eres mejor cada día…
Mi presentimiento, mi intuición y mis sentidos, me enseñaron quién eras: un todo muy complejo, muy inteligente y muy interesante. Alguien a quien siempre he querido de formas: distintas y distantes. Al que vi de sopetón, sin previo aviso, del otro lado del espejo. Enfrente. Al que no dejé ni un minuto. Te intuí en los veranos, lunas, equinoccios; primera luz del día y madrugadas perfectas; inviernos, calores y fríos; mares, arena y cuentos; en las ramas con mi búho café; plumas y caracolas; imaginaciones y encuentros; idas y venidas; lloriqueos y risas; un todo profundo y perfecto; un alma que indaga, que siente, que sabe y entiende. Te huelo, te siento. Sé cómo sabes. Cómo y cuándo besas: qué decides y cómo sientes. Sé quién eres dentro de mí.
Me enseñaste a tratar de entender a otro ser humano, distinto a mí. Y tu soledad y tus miedos, y lo difícil de hallar otras vidas. Y sacar adelante un todo perfecto. Poder, fuerza, disciplina. Contigo, aprendo y aprehendo.
Gracias, Miguel. Has sido el mejor argumento de mi fantasía. Y como el primer día, te sigo queriendo…
gildamh@hotmail.com