Sentir la música

Antevasin

Todos los días de nuestras vidas estamos expuestos a diversos estímulos que nos detonan infinitas posibilidades de interacción con los otros y con nosotros mismos, muchos de estos estímulos provienen de la cultura; música, cine, literatura, teatro, arquitectura, pintura y muchos más, están ahí, para ser gozados y ya…

¿Qué sucede cuando alguna discapacidad nos impide el pleno disfrute de la vida y específicamente de una de las Bellas Artes? ¡Pues poner manos a la obra y encontrar la manera de subsanar la situación!

Durante muchos años me pregunté, – cuando era una niña – gracias a una película sobre la vida de Hellen Keller, el cómo las vibraciones de las cuerdas vocales podían generar vibraciones que eran sentidas a través de la mano de Keller puesta sobre el cuello de su interlocutor o interlocutora.

Alguna vez también me pregunté si las personas sordas podrían sentir las vibraciones de la música y quizá llegar a disfrutarla también y hasta a pensar que tal vez en un concierto “el secreto” podría ser sentarse en el suelo y cerrar los ojos, o bailar sin preocuparse por el qué dirán.

Entonces vino Coda – sí, otra película – que mostró las posibilidades de convivencia en una familia con tres miembros con discapacidad auditiva – papá, mamá e hijo mayor – y una persona oyente – la hija que desea cantar. –  situación conmovedora y al mismo tiempo detonadora de una revelación de la realidades que no nos es cercana y por ello es en muchas ocasiones olvidada.

El Super Bowl fue el responsable de regresarme a mis dudas de infancia, con la presencia de Justina Miles como intérprete de señas en el medio tiempo cuando Rihanna realizó su actuación y agregando inmensas dosis de expresión corporal, actitud y pasión, convirtió su participación en un momento altamente emotivo.

Hablar de inclusión es fácil, creo que casi todos hemos sido testigos del exceso de ignorancia sobre el tema, no es solamente cambiar una letra en las palabras – y esto no significa que esté en desacuerdo con hacerlo o que no lo haga, – implica mucho más: cambios en la infraestructura de las ciudades, aprendizaje de lengua de señas mexicana, textos en Braille y un larguísimo etcétera.

Sin embargo, “del dicho al hecho hay mucho trecho” y estamos tan cerca de ser incluyentes como de tener banquetas donde quepan dos sillas de ruedas de manera horizontal. 

Aquí el cómo sí: combinar las vibraciones, leer las letras de las canciones, y la interpretación en lengua de señas son algunas de las formas para hacer que la música sea parte de la vida de aquellos que no pueden escuchar, pero hay más y aquí les comparto unas cuantas:

La tecnología también ofrece Apps como Ludwig que pretende brindar experiencias inclusivas a las personas sordas., experimentando y sintiendo la música a través de vibraciones, con el apoyo de una pulsera conectada al smartphone o Tablet. También permite tocar instrumentos.

M:NI (Music:Not Impossible), utiliza la tecnología de la empresa Vibrotextil, transformando los sonidos graves, medios y agudos en vibraciones. Y por medio de un arnés y de elementos textiles en muñecas y tobillos, esas vibraciones son transmitidas al cuerpo que, a su vez, las interpreta de forma rítmica y melódica.

Iluminet también es una solución tecnológica que traduce el sonido en luz. Está creada por sordos a través de su propia experiencia musical. Traduciendo a imágenes el sonido. El sistema interpreta el sonido (tono, ritmo y volumen) y los convierte en luz a través de la tecnología LEDs. La luz es el lenguaje de la música la forma de comunicación. Esta solución es ideal también para eventos y espectáculos en los que se desea que el sonido y la luz interactúen.

Dicen por ahí que “no hay nada nuevo bajo el sol,” yo digo que sí, hay empatía y ganas de hacer las cosas, lo cual se traduce en posibilidades ilimitadas cuando la inteligencia, la ciencia y la empatía se divierten.