Víctor Torres, el epidemiólogo mexiquense de las dos pandemias

El Maestro en Ciencias Epidemiológicas, ha sido testigo de la llegada de la influenza AH1N1 y del coronavirus


Con la llegada de la pandemia, el epidemiólogo se convirtió en la guía para conocer el comportamiento y desarrollo de la Covid-19, trabajo que en el Estado de México lo realiza el médico Víctor Manuel Torres Meza, director general del Centro Estatal de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades.

Víctor Torres se convirtió en un guía durante la pandemia de Covid-19

El Maestro en Ciencias Epidemiológicas, ha sido testigo de la llegada de la influenza AH1N1 y del coronavirus desde dos frentes: como científico y como humano, sorteando los retos de las enfermedades junto a los cambios sociales y personales que implican.

Víctor Torres es un personaje particular, amante de los Diablos Rojos del Toluca, coleccionista y yogui tiene su oficina llena de figuras de Star Wars, fotografías y libros.

De trato amable, sonriente y bromista, platicó sobre su vida, cómo ha enfrentado la pandemia y sobre su experiencia profesional forjada durante 40 años de carrera.

Sus padres eran maestros y creyó estar orientado al magisterio, en algún momento también pensó en ser futbolista e incluso pediatra, pero tras titularse abrió su consultorio en una comunidad y atendió a niños de la escuela local por 10 años, pero la epidemiología esperaba paciente a que retomará el camino hacia ella.

Pasó por todos los escalones del servicio público: médico pasante, de base, director de unidad, coordinador municipal e investigador. Tuvo cercanía con los mejores epidemiólogos del país y que le mostraron una nueva realidad global. 

Fue primero en muchos ámbitos, fundador del Centro de Salud Ambiental, director de salud ambiental en el Instituto Nacional de Salud Pública, subdirector de epidemiología del Instituto de Salud y en 2003 se integra al equipo estatal.

“Cuando estás en la federal piensas ¿qué puede pasar en un estado?, te sorprende el enorme potencial que tiene epidemiológicamente en el Edomex, que me recibió con el primer caso sospechoso de sarampión que implicaba una alerta epidemiológica, lo descartamos, pero empezaba a ver el tamaño del trabajo”.

El 24 de abril de 2009, dijo, les notificaron la aparición de un nuevo virus de influenza AH1N1, que ese día bautizaron como porcino.

“Nosotros ya habíamos visto incremento de influenza, notamos que gente que 8 días antes tenían cuadros gripales o de influenza, se complicaba y tenías que intubarlos, tengo por ahí la primera radiografía de una neumonía atípica que después vimos que era una nueva influenza”.

El entrevistado detalló que comenzaron a documentar muchos casos, a entablar comunicación con otras zonas, principalmente con la Ciudad de México hasta confirmar que tenían la primera pandemia del siglo XXI y con ella también llegó el primer Centro Estatal de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades.

“Lo vivimos de cerca, llega el doctor Gabriel O’Shea, nos pregunta por el proyecto se lo damos y en junio de 2010 va adelante el Centro Estatal”.

Empezaron a buscar recursos, un sitio y se consolidó a un gran equipo que más adelante se enfrentaría a la actual pandemia.

Llegada de la Covid-19 

En enero de 2020 se decretó que era un nuevo coronavirus, ante esto Víctor Torres compartió que analizaron por dónde estaba llegando, el modo de transmisión y el tiempo de su expansión.

“Entraba por aeropuertos y puertos, el más importante de la CDMX a menos de 60 kilómetros de un municipio mexiquense, notamos la sincronía de la epidemia, los primeros casos en Valle de México, Toluca, Zona Norte y finalmente en el sur que el último municipio fue Zacualpan”.

Una enfermedad sin tratamiento es un reto para los epidemiólogos, quienes tenían una ardua tarea por detectar su comportamiento y cómo afecta. 

“Vino la primera ola, en diciembre de ese año llegan las vacunas, ahora debíamos identificar a los grupos vulnerables, cómo se comportan y cómo se transforma la epidemia con la inmunización”. 

La variante Delta fue otro de los retos del sistema de salud que aún estaba en un periodo de aprendizaje, al igual que la sociedad, la cual fue bombardeada de información.

“Eso nos exigió entender la importancia de la comunicación del riesgo, como comunicar adecuadamente a un periodista, a los profesionales de la salud, a la sociedad, pensar bien qué les tengo que decir, que no tengo que decir”.

La infodemia y la guerra de las cifras, fue un elemento nuevo, ya que anteriormente no contaban con las redes sociales donde todos se convierten en expertos sobre el tema del momento.

“Mucho del trabajo era quitar los mitos o ideas erróneas, se vuelven complejos estos grupos y discusiones, además creció el uso de las comunicaciones a distancias donde en una conferencia virtual había 500 o 600 personas”.

La epidemiología no solo atiende pandemias 

El epidemiólogo es el encargado de dar seguimiento a la suma de los problemas de salud de la población, lo que significa que no solo atiende crisis sanitarias, sino que está presente todo el tiempo.

“El endocrino atiende al diabético, yo veo el comportamiento de la diabetes, la edad en que más afecta, factores de riesgo, porque se amputan y empiezas a analizar lo que ocurre en las consultas, si no hay adherencia, etc”, precisó.

Camino por recorrer

Torres reconoció que la Covid-19 es un virus que no tiene palabra, por lo que es difícil definir cómo evolucionará o cuándo se podrá decretar como concluida la pandemia.

Sin embargo, la incertidumbre no se interpone para planear el futuro.

“Mi sueño es el doctorado de epidemiología para dedicarme a la investigación o el doctorado en educación porque creo que hay que reformar la formación médica, en medicina general y salud pública principalmente”. 

Durante el aislamiento, lo que más extrañó fue ir al Estadio Nemesio Díez, “soy un apasionado del Toluca, en el estadio me dicen que soy el epidemiólogo y aquí me dicen que soy el diablo, apasionado brutal, me puedes ver con mi máscara, mis papás viven muy cerca de ahí, me llevaban desde los 6 años me han tocado todos los campeonatos”.

Entre risas, reconoció que como servidor público de la salud lo menos podía hacer era ir a los partidos:

“falta que Víctor se vaya a meter al estadio, me dolió verlo por tele, me dolió no ir, pero ahora cada 15 días ahí estoy, es un relax, me olvido”.

También es un amante del yoga, tiene 7 años dedicados a esta actividad que le cambió muchos aspectos de su vida

“me siento bien, tengo un ambiente padre, cambia hasta el tipo de ropa que uso, nuevos amigos”. 

Así, entre su profesión, sus pasiones extracurriculares y su familia es que corren los días del epidemiólogo del estado, “me la paso bien porque disfruto mi trabajo”.

SPM