Violencia machista y derechos humanos

Violencia machista y derechos humanos

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Violencia machista y derechos humanos

Por Mauricio Sosa Ocaña

Mauricio Sosa Ocaña
Mayo 9, 2025

A partir de una revisión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) podemos hacer una reflexión sobre la violencia machista, la tarea de cada una de las personas para ponderar la dignidad humana y disminuir esa violencia.

Proclamada en 1948 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, esta declaración representó -a finales de la Segunda Guerra Mundial-, un documento que reconoció, durante su proceso de elaboración, las atrocidades cometidas por las naciones y los colectivos de personas que participaron en ese conflicto armado, en muchos países del planea. 

No propongo simplificar ni reducir su contenido al ejercicio del machismo, pues la DUDH abarca una gama amplísima de las actividades de las personas y las instituciones. Lo que advierto es la posibilidad de apreciar cada uno de sus 30 artículos para debatir sobre el papel de cada hombre, su conducta diaria y el impacto de ésta en la vida de las personas.

Las estadísticas señalan que un alto porcentaje de la violencia hacia las mujeres sucede en el ámbito de las relaciones de pareja y las familias. El “poder” que ejercemos los hombres en nuestras relaciones lo manifestamos de distintas formas.

Algunas son de recompensa, coercitivo, referencial, legítimo, experto, informacional, explotador, manipulador, competitivo, nutriente, integrativo. También se ha advertido el poder legítimo o de autoridad, de toma de decisiones, de influencia, de recursos, afectivo, de dominio, del manejo de la tensión, moral. Existen diversos estudios al respecto que explican sus características, y en todos los casos buscan obtener algo a cambio.

Otros estudios (Oswaldo Montoya, 1998) han identificado que los hombres solicitamos a nuestras parejas distintos servicios; es decir, la obtención de algún beneficio de nuestras parejas, por el hecho de serlo.

Por ejemplo, esperamos de ellas que nos atiendan (servidumbre), nos entiendan (consejera o psicóloga), que nos dejen dirigir la relación (mando y control), que dependan de nosotros (económica y afectivamente), fidelidad (exclusividad sexual, sobre todo), que tengan a nuestros hijos.

Conocer la DUDH nos puede ayudar a reconocer las violencias entre las personas; las desigualdades y abusos de los poderes; la opresión y las múltiples necesidades humanas; la explotación, la esclavitud, la prostitución y la trata de personas; las injusticias, la tortura, las desapariciones de personas y los feminicidios.

También, reconocer la pobreza, la migración y los desplazamientos forzados; la discriminación, la homofobia, los crímenes de odio y el racismo, entre otras violencias. Al conocerlas y reconocerlas, podemos asumir un papel activo para disminuirlas, posibilitar iguales condiciones para el desarrollo de todas las personas y erradicar esas violencias.

Por ello, sugiero algunas preguntas: ¿en nuestras relaciones de pareja y familiares respetamos sus derechos humanos y los de las demás personas? Los hombres ¿cómo podemos reconocer nuestro machismo y qué podemos hacer para detenerlo? La Declaración Universal de los Derechos Humanos es una guía para esta reflexión.

PAT

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