Vivir con VIH en penales, la doble discriminación 

Vivir con VIH o SIDA es complicado, pero hacerlo detrás de las rejas se convierte en una pesadilla

Todos los días, Leobardo hace ejercicio y cuida su alimentación para evitar enfermedades oportunistas. Hace una década fue diagnosticado como seropositivo al Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y vive desde hace 20 en el Centro de Prevención y Readaptación  Social de Neza Bordo.

Debido a su condición, sabe que más que para otras personas, su vida está en sus manos; sin embargo, es reservado respecto a su diagnóstico.

Estudios de la Universidad Autónoma del Estado de México refieren que no es posible tener un diagnóstico certero sobre cuántas personas privadas de la libertad están infectadas debido a la movilidad de la población penitenciaria.

Además, refiere que debido a los estigmas, muchos viven en silencio su padecimiento debido a que dentro de los penales los llaman “podridos” lo que supone una doble discriminación, la primera por su situación jurídica; la segunda por su condición de salud.

“Llegué por robo de vehículo con violencia y homicidio, fue aquí en Neza, en ese momento yo estaba estudiando y fue sin querer, los nervios, las malas compañías. Ya dentro del penal me enteré de mi diagnóstico”, relató Leobardo.

De los 31 años y seis meses a los fue sentenciado, ya cumplió 20 y medio, por lo que espera con ansias el momento en que podrá ser libre para comenzar una asociación que apoye a la comunidad LGBTTTIQ, en especial a aquellos que viven con el VIH en la sangre.

«Siempre piensas que no te va a pasar a ti, entonces cuando llega esto te dedicas y tomas la enfermedad de la mejor manera, bueno en mi caso fue así, y tratar de buscar al área para que me dieran la atención adecuada, cosa que recibí de manera inmediata».

“No sé cómo va a ser allá afuera, ya todo es diferente, han pasado muchas cosas no sé ni cómo funcionan las redes sociales”.

No es un virus exclusivo de la comunidad LGBTTTIQ

Sentenciado por robo y con un hijo de ocho años esperándolo afuera de la cárcel, “Jorge”, quien prefirió el anonimato, reconoció que él sabía que es seropositivo desde antes de ser detenido.

«Ha sido un poco difícil en cuestión de la enfermedad pero, por el trato que se ha dado aquí, se supera, se supera todo en cuestión de que sí te valoran, te canalizan para ver en qué situación te encuentras y pues de ahí te dan la atención luego luego, eso cambia a que estén bien las cosas».

“Jorge” se enteró de su condición cuando su esposa estaba embarazada, en los exámenes prenatales salió el positivo a VIH, lo que me cambió la vida, pero reconoció, saberlo antes del parto de su esposa, le permitió tener un hijo sano.

«La enfermedad yo la traigo desde la calle y pues, llegando aquí luego luego lo pensé para decirlo pero pues como también es tu vida, tu situación de salud, luego luego lo comenté y lo aceptaron normal sin ninguna discriminación».

El estigma

Vivir con VIH o SIDA es complicado, pero hacerlo detrás de las rejas se convierte en una pesadilla silenciada de la que hay poco o nulo seguimiento, pues los derechos de la población privada de la libertad con esta enfermedad son vulnerados constante y gravemente, así lo revelan estudios de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Segregación, miedo, abandono de los tratamientos y vejaciones, es parte de lo que viven.

De acuerdo con Alfonso Guadarrama, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx, se estima que hasta el tres por ciento de las personas privadas de la libertad, viven con este virus que se transmite principalmente por la vía sexual.

“Les llaman ‘podridos’, estar podridos, ese es el código en la población interna para cuando dicen que alguien vive con VIH y eso genera una triple estigma. Es muy difícil controlar la privacidad y la intimidad de esa condición serológica, de esa condición sanitaria”.

Al no contar con la confidencialidad a la que tienen derecho por ley, pues necesitan dietas especiales, salir cada dos meses a realizarse conteo de anticuerpos y tomar medicamentos antirretovirales, muchas personas privadas de la libertad optan por mantener en secreto la enfermedad con la que conviven.

Edomex tiene 86 PPLs con VIH

En los centros penitenciarios de la Secretaría de Seguridad del Estado de México, en lo que va de la presente administración, se han detectado a trece personas que son seropositivas al Virus de la Inmunodeficiencia Humana.

Esto significa no sólo brindarles atención médica sino también psicológica, reconoció 

Juan de Dios Rodríguez, director de Reinserción Social de la Dirección General de Prevención y Reinserción Social de la Secretaría de Seguridad estatal.

«Actualmente tenemos una población de 86 personas privadas de la libertad detectadas con VIH de las cuales, cuatro son mujeres. El procedimiento, bueno, como medida preventiva y garantizando la salud que nos establece la Ley de Ejecución Penal, periódicamente hacemos tamizajes».

Señaló que, cuando una PPL es diagnosticada con VIH, si así lo prefiere, se notifica a los familiares y se les brinda acompañamiento psicológico.

«Igual al personal se le da capacitación para el manejo y trato de las personas con VIH para que no suceda esto y ellos puedan vivir su vida penitenciaria de lo más normal posible, ¿no? dándoles su atención médica para que sigan indetectables y así pues ellos siguen normal, sin ningún problema y tomando sus atenciones diarias».

Debido a la atención gratuita con antirretrovirales y el cuidado para evitar las enfermedades oportunistas, hoy un diagnóstico positivo a VIH no significa SIDA y se reduce el índice de mortalidad, en lo que va de la administración estatal, se han reportado al menos tres decesos relacionados a complicaciones por neumonía.

SPM