A pesar de la influencia de otras creencias y sectas no católicas, el fervor por la Virgen de Guadalupe permanece fuerte, afirmó Patrick Johansson, académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
La Virgen de Guadalupe, como figura central en el culto, es vista como una intermediaria entre lo divino y lo mundano, ofreciendo consuelo, protección y esperanza a la gente de condición humilde, destacó.
La fe a la Virgen de Guadalupe permanece fuerte
Dijo que simboliza una forma de resistencia cultural y un mecanismo de supervivencia espiritual del mexicano.
Destacó que desde la época de la conquista española, la imagen de la Virgen se ha entrelazado con las creencias y prácticas indígenas, en un acto de sincretismo religioso.
La devoción a la Guadalupana, es un fenómeno profundamente arraigado en la identidad y espiritualidad mexicana, comentó, “pues representa más que una simple creencia religiosa; es un símbolo de la fusión cultural y la resistencia espiritual de un pueblo”.
Según el Censo Nacional de Población, aunque hubo un descenso en el número de católicos en México del 91% al 87% entre 1990 y 2000, una gran cantidad de mexicanos se identifican como guadalupanos.
Los españoles fusionaron conceptos cristianos con las tradiciones indígenas para facilitar la conversión religiosa, mencionó.
Este proceso se evidencia en el culto a la Virgen de Guadalupe, que integra aspectos de la veneración precolombina a deidades femeninas como la Cihuacoatl, resaltó.
El Nicanmopoa, un texto náhuatl del siglo XVII encontrado entre los documentos de don Carlos de Sigüenza y Góngora, narra las apariciones de la virgen en 1531 y es un ejemplo clave de este sincretismo.
Comentó que es una mezcla de ideas cristianas y prácticas indígenas, reflejando un esfuerzo por contextualizar la religión católica en un marco cultural indígena.
Es una mezcla de ideas cristianas y prácticas indígenas
Desde una perspectiva sociológica y antropológica, el culto a la Virgen de Guadalupe trasciende la esfera religiosa, convirtiéndose en un reflejo de la identidad colectiva y la resistencia cultural.
Maricela López Tinajero, psicóloga de la Facultad de Psicología de la FESC de la UNAM, destacó que el culto guadalupano se centra en las necesidades y experiencias cotidianas de la gente, especialmente entre los menos favorecidos.
Las manifestaciones de fe, como las peregrinaciones, “mandas” y ofrendas, son expresiones de un compromiso personal y comunitario con lo sagrado.
Estos actos son más que rituales religiosos; son testimonios de una fe viva y dinámica que se adapta a las realidades contemporáneas, finalizó.
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SPM