Agua que no has de beber, déjala correr
Los dichos tienen mucho de sabiduría popular, son válidos el suficiente tiempo para demostrar un punto que merece ser considerado, suelen utilizarse para referirse a múltiples temas, basados en algo que es tan obvio que cumple su cometido de ser entendido por todos.
Más allá del significado genérico, que es que si no es de tu incumbencia no te metas, el significado literal es que el agua cumple funciones sociales, donde el acaparamiento no tiene sentido, y además intrínsecamente los servicios ecosistémicos de preservar al permitir el ciclo natural del agua.
En las ciudades mexicanas se ha privilegiado el uso de los tinacos como medio de almacenamiento, alguna vez alguien dijo que México era el país de los tinacos, podías saber que llegabas a nuestro país asomándote por la ventanilla, sin duda, es un reflejo de una prestación del servicio insuficiente, y sobretodo incierto en su abastecimiento.
Para las ciudades se vuelve un problema el que se tenga que abastecer a una ciudad no sólo para el consumo de los usuarios, sino para que también se llenen sus tinacos, dejando así a los que están al final de las redes de distribución sin agua.
Lo que es un hecho es que es uno de esos fenómenos que de tan generalizados son considerados como si no se pudiera vivir de esa forma, cualquier mexicano que construya en cualquier ciudad del país, considerará el tinaco como equipo complementario de su casa, dando por sentado así, que su prestador de servicios relacionados con el agua es ineficiente, y seguramente tendrá razón, recordemos el caso de Monterrey y su crisis en 2022, las redes sociales dieron cuenta que las casas de esa entidad no contaban con tinacos, mismo que ocasionó el desconcierto de unos e incluso burlas de otros, y no caían en cuenta en que esa ciudad había logrado abastecer con la continuidad de agua suficiente, razón por lo que era inutil y no deseable el contar con ellos, hasta que la crisis los alcanzó y el número de tinacos en esa ciudad se disparó; en 2020 apenas el 15% de sus hogares contaba con ellos, y para el 2022 el porcentaje había pasado a 26%. Nótese entonces, como el darse cuenta el resto de las ciudad mexicanas (salvo otras contadas ciudades), que no eran necesarios en la capital regia, no se percibía como síntoma de que aceptaban sus malos servicios públicos, y que no había otra forma de vivir.
Cayendo en lo surrealista que puede ser México, una de las actividades favoritas de los presidentes municipales es regalar tinacos, reconociendo así, su incapacidad de prestar un servicio eficiente de abastecimiento de agua, y lo peor es que los habitantes se sienten afortunados y queridos por sus gobernantes por que les regalaron algo que ya forma parte de nosotros “piensa ¡oh Patria querida¡ que el cielo, un tinaco para cada hijo te dio”, muy pronto se convertirá en patrimonio de la nación, su comida, sus pirámides y sus tinacos, éste sería el sueño de cualquier gobernante que enfrentara una crisis energética, donde en lugar del estallido de protestas y manifestaciones contra su gobierno, hubiera campañas generalizadas de entrega de velas, donde se colocarían en alabanzas por sus programas benefactores. O que ante no resolver el problema de seguridad, se realizará una campaña de entrega de chalecos antibalas.
Como conclusión debemos ser capaces de identificar que ésta práctica no es normal, los ciudadanos debemos exigir un servicio público de agua eficiente, que implica que las redes de distribución siempre tengan agua, a una presión aceptable.