Algunas ideas para renunciar al patriarcado

Algunas ideas para renunciar al patriarcado

Adogma

Redacción
Septiembre 12, 2025

¿Cómo convivir con mi hija desde mi patriarcado? ¿Cómo evitar que mi hijo se una a sus filas? Son preguntas que no tienen respuestas rápidas ni satisfactorias. Sin embargo, pueden guiar algunas decisiones de los hombres sobre nuestro machismo.

No sugiero que solo los padres hagamos esa reflexión. Es una manera de acercarnos a renunciar al machismo. El machismo existe, mata y se reconfigura desde la reproducción de la masculinidad, como si esta fuera una verdad orgánica de la especie humana, que debe determinar el comportamiento de quienes nacemos en cuerpo de hombres.

Podríamos argumentar que nosotros no inventamos el patriarcado. Sin embargo, sí lo reproducimos todos los días y lo moldeamos cuando violentamos, sometemos y somos indiferentes a esa opresión.

Me propongo la siguiente reflexión y la comparto con el interés de contribuir a esa conversar al respecto. Los hombres tenemos que hablar del machismo, de cómo erradicarlo y proponer otras formas de convivencia.

¿Cómo observar mis conductas machistas, detenerlas y evaluar sus consecuencias? Esta reflexión no es fácil. Tampoco gratuita, pues conlleva costos que no siempre son monetarios. Un primer paso es reconocer que por ser hombre tengo privilegios patriarcales, como el hecho de tener posibilidades de obtener mejores salarios, en comparación a las mujeres. Es importante denunciar estos privilegios y renunciar a ellos.

Erradicar el patriarcado requiere también de renunciar a la actitud prepotente de asumir que soy más o mejor que las mujeres. Renunciar a la idea de que las mujeres son heterónomas y los hombres somos autónomos. Renunciar a tener la razón. Renunciar a decidir sobre otras personas.

Es importante que los hombres observemos que existe ceguera institucional acerca de la violencia sistemática e invisible hacia las mujeres. La violencia hacia las mujeres sucede en hechos cotidianos, en las calles, en el transporte, en los mercados, en las escuelas, en las casas. En el ejercicio del poder público o empresarial.

Otro ejercicio necesario es no ser la causa de malestares emocionales, de salud, psicológicos, de las mujeres. Pienso en la convivencia diaria con nuestras parejas, hijas, madres, con las mujeres. Sobre todo, porque los varones hemos aprendido a socializar a partir de la agresión y la violencia, como si el objetivo fuera la conquista, el sometimiento de la otra persona.

Si además ponemos en duda la denuncia de una mujer de haber sido violentada y recurrimos a los “peros” cuando se trata de desigualdad y discriminación hacia ellas, invalidamos las denuncias, nos hacemos cómplices y fortalecemos el patriarcado.

Este trabajo requiere identificar con certeza nuestras emociones y aprender a expresarlas, identificando que la seducción no es violencia, ni agresión, ni imposición. Requerimos asumir que tenemos opciones para relacionarnos con otras personas sin violencia y con respeto.

Si incursionamos en estas reflexiones en lo individual y en nuestra vida diaria, podremos advertir que el sistema patriarcal nos emplea como peones para mantenerse a salvo. La opresión requiere ejecutores. Renunciemos al patriarcado.

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