Almoloya de Juárez es un municipio cuya historia fluye como el cauce de un río, con el agua como protagonista desde tiempos inmemoriales. En el corazón de su origen se encuentra el Ojo de Agua, un lugar donde no solo brotó el líquido vital sino todo el municipio que hoy en día se conoce.
Almoloya de Juárez un lugar donde no solo brotó el líquido vital sino todo el municipio
El manantial marcó el trazo de la historia colonial en la región. Desde la época prehispánica hasta nuestros días, el agua ha sido el eje central que ha definido la vida en este rincón del Estado de México.
El historiador Albino Caballero Romero detalla que tras la llegada de los españoles, la prioridad era asentarse en lugares con fuentes de agua seguras, y el Ojo de Agua se convirtió en un punto clave en esta estrategia de colonización.
“Después de la conquista los españoles comienzan a ubicarse en lugares con agua, en este caso, el Ojo de Agua. Estamos hablando que alrededor de 1540 se le encomienda a un señor llamado Alonso de Ávila el lugar de Tlalchichilpan, que más tarde le llaman San Mateo Almoloya Tlalchichilpan”, comentó.
Hacia 1569, los registros de la parroquia de San Mateo Almoloya dan cuenta de que no existía un núcleo urbano consolidado, sino más bien una serie de pobladores dispersos a lo largo del territorio.
“Se mencionaba que la población estaba muy dispersa. Ese documento se encuentra en el Archivo General de la Nación”, señaló Caballero. Esta dispersión poblacional fue un reto para las autoridades novohispanas, que tomaron medidas para reorganizar el territorio.
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En 1593, el gobierno virreinal promovió la congregación de varias comunidades, entre ellas Almoloya, Ixtlahuaca y Jiquipilco, lo que permitió el surgimiento de los primeros pueblos sujetos: San Mateo Tlalchichilpan, San Miguel, San Lorenzo, Santiaguito, Santa María Nativitas, Tabernillas y Santiago del Monte. Este último, en particular, ya era un asentamiento prehispánico de gran importancia, registrado en mapas antiguos con el nombre de Ecatepec.
El siglo XVIII trajo consigo una estructura territorial más definida y organizada.
“Hay un padrón que se encuentra en el archivo parroquial donde se menciona, además de la cabecera municipal, cuántos pueblos había, pero se menciona un barrio, que es el barrio de San Pedro, y se tienen también contabilizadas 22 haciendas, 27 ranchos y dos parajes”, explicó.
A lo largo de la historia, uno de los mitos más arraigados en la región ha sido la idea de que San Mateo Tlalchichilpan fue el primer asentamiento formal. Sin embargo, Caballero aclara que la primera ermita se erigió a un costado del Ojo de Agua, y que la parroquia se construyó entre 1560 y 1570 en lo que hoy es la iglesia de San José Almoloya.
“No hay un dato exacto de cuándo se crea la parroquia, pero podemos deducir que entre 1560 y 1570 es cuando se erige la parroquia de San Mateo Almoloya Tlalchichilpan”, detalló.
El Ojo de Agua no solo determinó el establecimiento de la cabecera municipal, sino que también influyó en la distribución de la tierra comunal.
“De ahí de la iglesia se trazaba una línea y eran 500 varas alrededor de la iglesia, y a esta tierra se le decía tierra comunal porque pertenecía a la comunidad. La intención era que con esa tierra la gente tuviera acceso al maíz, que fuera autosuficiente”, explicó Caballero.
El siglo XIX trajo consigo profundos cambios en la estructura política y administrativa de Almoloya. Con la Constitución de Cádiz de 1812, el municipio formó su primer cabildo en 1820.
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“Hay un autor que se llama Charles Gibson que habla de cómo se estructuraron los primeros gobiernos; aprovecharon que había una estructura de autoridades ya establecidas, como los tlatoanis”, señaló el historiador.
Las huellas del pasado prehispánico siguen vivas en la región, reflejadas en los hallazgos arqueológicos.
“Platicando con un amigo, Rubén Nieto, que es arqueólogo, le decía que ahí en el cerro del Molcajete se han encontrado vasijas, se ha encontrado cerámica, y me dice que no era un centro ceremonial como tal, era un asentamiento prehispánico, un pequeño pueblo que estaba ahí”, mencionó Caballero. Estos restos sugieren que la zona fue habitada por mazahuas con influencias matlatzincas, debido a su proximidad con Calixtlahuaca.
La organización política de Almoloya también tiene raíces profundas en su historia colonial.
“La primera organización política que se da en Almoloya era una República de Indios con base en un gobernador. Empiezan a nombrar alcaldes en los diferentes pueblos y cinco regidores que se encargaban de tener el control. Después, en el siglo XIX, eran los alcaldes auxiliares, que más tarde se convirtieron en jueces de paso auxiliares hasta llegar a ser los delegados”, explicó el historiador.
Pese a su riqueza histórica, muchos habitantes desconocen la trascendencia de su pasado.
“Mire, ahorita desafortunadamente, al igual que en varios municipios, la historia de Almoloya se está rescatando, se está trabajando en ello. Se está poniendo mayor interés porque esta giraba en torno a una historia general. Entonces, una de las cuestiones que todavía falta fortalecer es que la gente vea lo relevante que es su historia”, expresó Caballero.
Más allá de los penales de alta seguridad por los que es conocido, Almoloya de Juárez es depositario de una herencia milenaria. Entre sus hallazgos más sorprendentes se encuentran restos de fauna prehistórica, incluyendo mamuts, lo que ha alimentado mitos locales sobre la existencia de gigantes.
“Eso ha dado pie a otras creencias que están muy fuertes en la zona mazahua, que es la existencia de gigantes, porque han encontrado huesos de mamut en esta zona lacustre y la gente piensa que son de gigantes”, comentó el historiador.
El agua, además, ha tenido un papel sagrado en la cosmovisión prehispánica, lo que se refleja en el respeto por las serpientes, asociadas a los manantiales y la fertilidad de la tierra.
El nombre de Almoloya proviene del náhuatl y significa “lugar donde emana el agua”. Caballero señala que el Ojo de Agua no era el único manantial de la zona.
“No solamente estaba ese manantial que hoy día conocemos, por lo menos había tres o cuatro manantiales. El más importante es el que conocemos como Ojo de Agua”, señaló.
El manantial fue el punto de partida para la construcción del municipio, mientras que el agua también fue clave para el desarrollo de las localidades a su alrededor.
“El manantial fue el origen de la nueva construcción de un municipio, porque como estaba la cabecera ahí y con base en la cabecera se empiezan a formar los pueblos sujetos.
Este río tuvo muchísima influencia en varias haciendas que estaban a lo largo de su cauce. Recordemos que este río más tarde se une con el río Lerma. Almoloya, aparte de esa cuenca, ayudó al desarrollo de varias comunidades. Incluso hoy en día, parte de Almoloya contribuye con el Sistema Cutzamala”, concluyó Caballero.
Desde sus orígenes prehispánicos hasta el presente, Almoloya de Juárez ha crecido en torno al agua. El Ojo de Agua, más que un manantial, es el símbolo de un legado que aún tiene mucho por contar.
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