Anima Naturalis: la lucha legal por los animales

Anima Naturalis: la lucha legal por los animales

El grupo de activistas reconoce que es indispensable incidir en las leyes que protegen a los animales a nivel federal y estatal.

Brian Prado
Agosto 9, 2025

La voz de quienes defienden los derechos de los animales ha encontrado eco gracias a organizaciones como Anima Naturalis. Con dos décadas de historia, esta organización se ha consolidado como una de las más influyentes en Iberoamérica, no solo por sus protestas visibles en la calle, sino por el trabajo legal, estratégico y profesional que han desarrollado en los últimos años. 

Animalistas relatan dos décadas de trabajo en México

Arturo Berlanga, director en México de Anima Naturalis Internacional, relata la evolución de un movimiento que no solo defiende a los animales, sino que también apuesta por el empoderamiento de las mujeres que lo lideran, dejó en claro que el activismo animalista tiene rostro femenino. La organización lo entiende como un compromiso ético, pero también como una oportunidad para transformar estructuras sociales más amplias.

Además del papel de las mujeres en la estructura organizativa, el activismo de Anima Naturalis también ha sido una plataforma de visibilidad para muchas de ellas, convirtiéndose en líderes de opinión y figuras centrales en las reformas que han impactado la legislación animalista.

El origen de un movimiento internacional

La historia de Anima Naturalis en nuestro país comenzó gracias a una mexicana que decidió traer a su país un proyecto que había nacido del otro lado del Atlántico. Lo que inició como una plataforma de traducción de artículos, se convirtió en una organización con presencia continental.

“La organización comenzó en 2003, en Barcelona, España. Después la primera sede que se abre en América es en Colombia, en el 2006. En 2007 es cuando la sede en México, una de las fundadoras de la organización es mexicana pero vivía en España. Cuando regresa a México se constituye la organización aquí”, comentó.

En aquellos años, los textos que sustentaban las posturas éticas sobre los derechos animales estaban disponibles solo en inglés. La creación de una plataforma para traducirlos fue el primer paso en la conformación de una postura colectiva que cuestionaría la forma en que los humanos nos relacionamos con otras especies.

“Incluso, inició con un sitio web para traducir al español muchos artículos, muchos escritos que solamente en aquel entonces estaban en inglés, artículos de Peter Singer, de Tom Regan, de Gary Francione, los maestros de las escuelas de filosofía en Estados Unidos, en Australia, y que hablaban del veganismo. Que el veganismo no es una dieta, es una postura ética frente al uso y explotación de los animales desde el consumo, el entretenimiento, la experimentación, la moda, etc.”, compartió.

Del activismo a la incidencia política

En sus primeros años en México, la organización se enfocó en generar conciencia en ferias, foros informativos y protestas frente a embajadas. Las causas eran múltiples, pero todas con un mismo eje: cuestionar la violencia sistemática contra los animales.

“Aquí en México la organización comenzó a promover en un principio el veganismo como tal, difundir en ferias de información, hablar sobre derechos de los animales. En aquel entonces fue cuando Canadá regresó y autorizó la matanza masiva de focas. Se hicieron muchas protestas, performance afuera de la embajada de Canadá. También se hizo una campaña muy fuerte, por ahí del 2011, con la osa Yupik, en el zoológico de Morelia. También se hace aquí en México el performance de ‘Ponte en la piel del toro’. Se logró la prohibición de delfinarios en la Ciudad de México”, relató.

La legalidad fue ganando terreno como una urgencia del activismo. Sin leyes que protegieran a los animales, toda protesta encontraba límites. Fue entonces cuando el trabajo legal se volvió prioridad para Anima Naturalis.

“El tema prioritario realmente, y ahí fue donde se enfocó mucho la organización en aquel entonces, es que no estaba considerado el maltrato animal en ningún código penal, no estaba considerado. Independientemente de todas estas campañas, la primera urgencia era eso, y se trabajó en eso hasta que se llegó a la Ciudad de México y después de ahí avanzó en los estados. Ayudó mucho el caso de un perrito que se llamaba ‘Callejerito’, que lo mataron brutalmente y se hizo una manifestación de más de 300 mil personas. Ahí aprovechamos para impulsar”, mencionó.

Estrategias para una nueva era del activismo

A lo largo del tiempo, la organización diversificó sus estrategias: de las calles al escritorio, del performance a los tribunales, del activismo emocional a los litigios estratégicos.

“Como tal, era la legislación porque no había leyes, no estaba castigado, no había leyes de protección. Las que había no estaban tan amplias. Fue también ese trabajo legislativo. La organización se combina con tres cosas: el trabajo de calle, el trabajo de investigación y el trabajo de escritorio. Actualmente hacemos más trabajo de escritorio. El activismo también se va profesionalizando y realmente somos de las pocas organizaciones animalistas que ya transitamos a los litigios estratégicos”, comentó.

La pandemia de COVID-19 supuso un freno para las acciones presenciales, pero también una oportunidad para investigar a fondo temas de interés público que durante años habían permanecido fuera de la agenda.

“Las acciones de calle pueden ser para concientizar y visibilizar, que con la pandemia perdimos mucha inercia de las acciones, pero en el 2020 hicimos una investigación muy completa sobre el estado de la fauna silvestre ante los recortes presupuestales que había habido en SEMARNAT y detectamos una serie de cosas tremendas de animales decomisados que no aparecía dónde habían estado depositados, cerca de 900 animales de especies protegidas”, dijo.

Los riesgos del activismo no solo son físicos o políticos, también lo son en términos de resistencia social. Cuando se cuestionan costumbres arraigadas, la confrontación con distintos sectores es inevitable.

“El activismo, la causa que sea, incomoda. Si el activismo no incomoda no es activismo, porque este existe porque está habiendo injusticias. Ha habido situaciones en algunos estados; por ejemplo, respecto a las peleas de gallos, donde se han puesto muy intensos. Cuando llevamos la prohibición de animales en los circos, había amenazas de más. Y ahorita con lo de los toros, que somos la organización iberoamericana más grande en cuanto a esta lucha y fuimos la primera organización internacional que llegó a México, y eso nos generó”, apuntó.

Una campaña nacional con eco en los congresos

La campaña contra el uso de animales en circos fue uno de los momentos más significativos para la organización. No solo por el cambio legal que implicó, sino porque marcó un punto de inflexión en el tipo de alianzas que comenzaron a establecerse.

“Lo de los circos fue un trabajo que tuvo una repercusión a nivel nacional. La campaña de ‘Circo sin animales’ empezó en la Ciudad de México y eso ayudó a que muchas organizaciones en los estados comenzaran a replicarlo. En algunas también participamos y cuando vimos que ya eran ocho o nueve  estados que ya lo habían prohibido, ahí lanzamos la campaña para la reforma a nivel federal donde participaron muchos artistas y creo que ha sido de las más relevantes”, compartió.

Los logros legales no solo han derivado de la movilización social o las alianzas con figuras públicas, también han sido producto de una lucha jurídica constante, sustentada en documentos, juicios y sentencias. Uno de los frentes más actuales en esa línea ha sido el tema de las corridas de toros, que ya no se debaten desde la opinión pública, sino desde los tribunales.

“El tema de las corridas de toros ya es un tema de legalidad, ya no es de si me gusta o no, pero hoy por hoy es inconstitucional e ilegal, y van perdiendo los juicios. Hoy tenemos más herramientas y sentencias judiciales que nos van dando cada vez más la razón. Creo que las corridas de toros ya no se tratan de quién tiene razón o no, el gran reto son las autoridades y los gobiernos, las omisiones”, apuntó.

El poder judicial como escenario de esperanza

En el horizonte legal, Anima Naturalis tiene puestos los ojos en la consolidación de instituciones que permitan juzgar de forma especializada los delitos contra el ambiente y los animales. La creación de juzgados ambientales no es solo una demanda técnica, sino un reclamo lógico ante la complejidad de estos casos.

“Espero que la nueva Corte, el nuevo Poder Judicial lo lleve a cabo, porque uno de los proyectos que se traían en esta actual Corte, y un tema que traía la ministra Norma Piña, era la creación de juzgados especializados en materia ambiental y que tocaba a los animales. Creo que ese fue un razonamiento lógico”, señaló.

En ese mismo camino, Berlanga subraya que el Acuerdo de Escazú, firmado y ratificado por México, aún no ha sido implementado del todo. Esa falta de aplicación afecta directamente los derechos de acceso a la justicia ambiental y limita el avance de casos relacionados con la protección animal.

Para Berlanga y los fundadores de Anima Naturalis, la meta final no es crecer, ni tener más sedes, ni aumentar sus recursos. El objetivo, por paradójico que parezca, es volverse innecesarios. Mientras existan organizaciones como la suya, es señal de que el sufrimiento animal sigue presente.

“Como lo dice una de las fundadoras de la organización, Leonora Esquivel, que su mayor deseo es que no exista Anima Naturalis y ninguna organización animalista en el mundo, porque si existimos es porque sigue habiendo un sufrimiento animal. La mayor aspiración, creo que de los activistas, es que ojalá no existiéramos, no fuéramos necesarios”, concluyó.

Así, con convicciones firmes, estructuras profesionales y una profunda vocación ética, Anima Naturalis continúa su travesía. Enfrenta juicios, lidera campañas y promueve leyes, pero también construye una narrativa donde los animales no son recursos, sino seres sintientes. Una narrativa donde cada pequeña victoria jurídica es también una lección de justicia para todos.

PAT

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