Comprendo la masculinidad y la feminidad como metáforas del ser. No en un sentido filosófico, que sin duda existen reflexiones al respecto desde dicha disciplina. Me refiero al hecho concreto de que imitamos a otras personas desde nacer, y una dosis de nuestras identidades de género están determinadas por nuestros entornos.
Desde nacer una persona recibe múltiples ejemplos de cómo comportarse, a través de conductas de las otras personas que la rodean. Frases como “se parece a su papá”, “igualita a su mamá”, son una señal inequívoca de querernos explicar una vida recién nacida por medio de sus papas y mamás: metáforas.
En su ensayo “Dejarás a tu padre y a tu madre: Hacia una comprensión psicológica y antropológica de las relaciones familiares” (2024), el filósofo y psicoanalista francés Philippe Julien reseña, entre otros aspectos, la forma en que la sociedad basada en el androcentrismo impuso la existencia de los órganos sexuales de una persona como norma para su orientación sexual y su identidad de género.
Es decir, ser hombre o mujer depende de los genitales y por ello se identificará con lo masculino o femenino, respectivamente; entonces, ellos se verán atraídos por ellas, y viceversa. A eso le conocemos como normalidad social, y nos hace creer en certezas futuras. Certezas para la familia, la iglesia, la escuela, el registro civil, la economía, la política, entre otras instituciones.
El autor francés asegura que la cultura gay y lesbiana impugna esa normalidad y subrayan que no existe un ser identitario; es decir, hombre o mujer no son identidades contundentes, concretas, especificas, sino una representación social.
La identidad es un proceso continuo durante toda la vida de una persona. Para una mayoría de nosotros es muy probable que nuestra identidad de género y preferencia erótica sean concordantes con esa “normalidad”. Sin embargo, para otras resulta un conflicto al verse discriminadas y violentadas por no identificarse con esos mandatos.
Comprender la diversidad de género resulta complicado. Más aún cuando las personas hemos crecido en círculos sociales y culturales limitados al aprendizaje, con dosis de autoritarismo y dogmas. Me refiero a cualquier tipo de aprendizaje, porque la identidad de género conlleva una serie de enseñanzas, conocimientos y experiencias que cada persona adquirimos para asumirla plenamente. Asumir nuestra identidad de género es un proceso individual que requiere respeto y reconocimiento de las demás personas.
Por ello considero relevante aprender sobre diversidad de género. Para ser más libres y pacíficos. Las identidades masculino/femenina como únicas opciones son resultado de miedos y desconocimiento que se traducen en violencia.
Si conocemos los elementos biológicos, psicosociales y culturales que nos conforman, podemos ser más libres para convivir. Y con ello erradicar asesinatos y desapariciones de personas de la diversidad sexual y de género, pues en México se han documentado al menos 739 casos entre 2024 y 2025, de acuerdo con el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra personas LGBT.
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