Durante los últimos cuarenta y tantos he festejado el día de las madres, primero como hija, tratando de hacer que mi madre se la pasara genial. Debo confesar, que mi ella, ha sido siempre una mujer sumamente inteligente e independiente -eso significa que fue una de “esas” mujeres: capaz, lista para salir adelante sola.
Tal vez de ahí fue que yo aprendí a ser valiente y encarar los retos de la vida en solitario…
Sin embargo, hay un día que marcó mi vida:
Festival: del día de las madres / Edad: 4 añitos / Canción: Te quiero dijiste
Yo buscando a mi mami en el público, y no verla hasta que… ¡Por fin! Vi su carita hermosa y supe que estaba ahí: mi mamacita chula, con cabellos castaños, con dientes de perla y labios de rubí… capaz de arroparme por las noches y de hacer que mis temores hacia King Kong y Drácula, – por quien ahora siento una extraña fascinación- se desvanecieran de inmediato.
Ahora, convertida desde hace veintidós años en madre entiendo todo, su cansancio, sus desvelos, sus intentos por hacer del mundo un mejor lugar para sus tres hijos, y mi enorme necesidad de replicarla, de hacer mi mayor esfuerzo para que mis tres mosqueteros estén lo mejor posible, cueste lo que cueste…
Ella es quizá la razón por la que me sentí ofendida al leer en la portada de una conocida publicación norteamericana: Are you mom enough???, tal vez porque eso de ser una madre libre de toda culpa, más que una declaración para mí es un reto. No sentirme culpable cada vez que no estoy a tiempo, o que algo se me olvida, o que no tengo la paciencia de santa que debería, quién se atreve a cuestionar si una mujer es suficientemente madre es alguien que cuestiona si un hombre es suficientemente hombre.
Jamás alguien cuestiona si un hombre es suficientemente padre. ¿Cuáles son los estándares? ¿Cuáles son los valores?
Me estaba haciendo nudos entre mis telarañas mentales, después de haber llegado al final casi del número en que Tadeo cantó las mañanitas a las mamás, por una cita de trabajo. Vi en su rostro la misma indefensión de mis cuatro años y me sentí culpable.
Galileo e Iker dormían profundamente cuando escuché la vocecita de Tadeo decir: -“Mami…” Fui hacia su recámara y me lo encontré con los bracitos extendidos buscando mi abrazo, me sentí tan poderosa, y entendí, por qué no hubo una sola noche de mi infancia en que mi madre no me abrazara antes de dormir… ¡ahí era donde recargar baterías para el día siguiente! Cuando me escuchaba decirle: “Eres la mejor del mundo.” Escucharlo de boca de mi hijo me hizo sentir valiosa y me ayudó a dormir como hacía mucho no lo hacía.Ahora sí: ¡Qué me manden al que hizo la preguntita esa de Are you mom enough? Ya tengo que contestarle… ¡sí, soy suficiente madre y hasta sobra!
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TAR