Beisbol y género

Mauricio Sosa Ocaña

Beisbol y género

Adogma

Redacción
Octubre 24, 2025

¿Qué acontecimientos en la infancia nos configuran en la vida adulta? ¿Qué momentos vividos en casa y en familia traducimos en códigos de vida? Cuando tenía seis años veía el béisbol de la liga profesional de los Estados Unidos. Mi padre lo jugaba entonces en el campo del Seguro Social ubicado en la capital del país y otros deportivos.

Frente al televisor, todavía a blanco y negro, reunidos mi mamá, mi papá y mis hermanos, vimos los partidos del mexicano Fernando Valenzuela, quien falleció hace un año. La serie final de otoño de 1981 se convirtió para mí en un verano caluroso. Sobre todo, al ver a mis padres entusiasmados con el joven lanzador mexicano convocando a la afición mundial para verlo pichar.

Integré a mi cuerpo esos breves momentos de ansiedad y alegría por ver ganar al Toro Valenzuela. Corporicé emociones y escenas en reuniones de mi grupo, con palpitaciones ansiosas y nuestros rostros a punto de estallar eufóricos ante el triunfo.

Esas sensaciones se codificarían en mi cerebro y mi cuerpo como algo deseable, saludable, vivo. Al mismo tiempo los niños de mi casa jugamos béisbol para entretenernos. Revivíamos esas victorias televisadas con un palo de madera cual bate y una pelota de hule espuma para pegarle hasta Home Run. Rompimos más de un vidrio jugando en casa.

Mis hermanos y yo jugamos béisbol en infantiles en el entonces Distrito Federal. En lo personal creo que jugar “pelota caliente” era una forma de sentirme cerca de mi padre. No siempre resultó ni tampoco fue la más adecuada experiencia para vivir su paternidad. Sin embargo, batear satisfacía un poco mi necesidad de seguir su ejemplo.

Mi madre fue entusiasta de vernos jugar un deporte que le gustaba. Ella fue precursora de confeccionar banderines triangulares con los colores de nuestros equipos: Dodgers, Phillies, Padres. Cada uno de sus hijos fuimos abanderados designados. Yo siempre me sentí orgulloso de llevar y colocar nuestra insignia en todos los partidos.

Son esos instantes de la infancia que, a través del juego y el entretenimiento, las personas adquirimos gustos y hábitos para la vida adulta. En el béisbol están algunas de mis primeras expresiones de ser niño, varón, del género masculino. Claro que jugué futbol, basquetbol, bote pateado, a las escondidas. Reconozco que el béisbol fue una forma de identificarme con la primera y más importante figura masculina en mi entorno: mi papá.

Recuerdo que dentro del campo de béisbol yo era parte de un colectivo, conocía las diferentes posiciones sobre el diamante, convivía con otros niños disfrutando o sufriendo con cada pichada o batazo. 

Considero que los deportes contribuyen a cada uno de nosotros a adquirir experiencias como el trabajo en equipo, la preparación previa a cada juego y afrontar situaciones como ganar o perder. Y en mi caso particular, también obtuve algunas dosis de ser hombre al ver en mi padre un modelo a seguir. Con respeto a todos los beisbolistas.

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