Carreras atléticas, un gran negocio más que un deporte

En medio de la pandemia de obesidad, correr se ha popularizado pero ¿se trata de una pasión colectiva o de una forma de ganar dinero?

Las carreras atléticas han crecido en popularidad durante la última década, no solo porque difunden la cultura del deporte, sino porque han logrado consolidarse como un negocio “redondo” para los involucrados, aunque no siempre esto incluye a los corredores.

De acuerdo con Nina Carbajal, corredora activa y exorganizadora de este tipo de eventos, una carrera que es responsable con sus participantes puede tener ganancias que rodean los 35 mil pesos, contemplando una inscripción accesible.

“Aproximadamente por corredor te llegas a ganar -ya invirtiendo en un buen paquete con energéticos pre y posterior a la carrera; así como los permisos- unos 120 pesos, entonces, si tu carrera es de 300 participantes, multiplícalo; costando la inscripción 250, 300 pesos máximo”, mencionó.

De lo justo a la ganancia

Sin embargo, existen organizadores que han priorizado el beneficio económico por encima del cuidado de los participantes, quienes llegan a percibir 70 mil pesos, en promedio, por una carrera con las características ya mencionadas.

“Conozco personas que no se enfocan tanto en el kit de recuperación, o de corredor que te daban, y sus ganancias se subían al doble, con ganancias de hasta 70 u 80 por ciento, cuando la prioridad debería ser el corredor, porque es tu cliente”, explicó Carbajal.

Como corredora, reconoció, prioriza las justas donde se respeta al participante con kits que faciliten el desarrollo de la competencia pues ha experimentado eventos en los que, incluso, se daban números repetidos.

¿Se puede denunciar al organizador?

No todo lo que brilla es oro, señala el dicho, y en el mundo de las carreras atléticas, aplica. Aunque hay competencias que prometen premios en efectivo, de hasta 10 mil pesos de manera local, hay organizadores que no cumplen con lo ofrecido.

En este sentido, el licenciado en Derecho especializado en Deporte, Samuel González Flores, explicó que los participantes tienen la facultad de realizar denuncias ante la Oficina de Defensa del Consumidor (Odeco), en caso de que existan incumplimientos por parte de los organizadores.

“Suponiendo que no cumplieron con el premio del ganador, podría ir la persona afectada a la Odeco y esta le pondría una multa, pero ellos no tienen la facultad de castigar, solamente de calificar y emitir una resolución”, detalló el abogado.

Si el agravio fue mayor, no todo está perdido dado que los participantes también tienen la facultad de realizar una demanda civil por incumplimiento de contrato, para lo que la resolución de Odeco, en caso de ser favorable para el corredor, podría agilizar el dictamen del juez.

“Ahí el participante, aunque sea por publicidad engañosa o algún incumplimiento, podría hacer su denuncia ante la autoridad civil, que es con el juez civil, este le va a pedir su demanda formal y con la calificación que ya tiene de Odeco tendría una prueba plena para castigar a quien está incumpliendo.

La demanda sería por incumplimiento de contrato, sería un contrato de palabra, pero la inscripción es suficiente para ser considerada y ahí ya se puede condenar a la organización y organizador”, detalló.

No se puede denunciar a entes públicos

El especialista en litigios deportivos hizo hincapié en que, ante la Oficina de Defensa del Consumidor, no proceden quejas contra las carreras organizadas por gobierno, toda vez que no son consideradas una prestación de servicios dado que están consideradas en los presupuestos. 

No obstante, sí se puede realizar una demanda civil dirigida al ayuntamiento.

“Si es organizada por el ayuntamiento son menos vueltas, y la demanda tiene que ir para el ayuntamiento, no para el presidente municipal o regidores, ya ellos saben quien organizó eso”, explicó González.

Por otra parte, mencionó que este tipo de carreras se debe realizar con los debidos permisos, aunque en ocasiones, basta con el “visto bueno” de la ciudadanía.

“A veces en los pueblos se hacen carreras también de caballos pero se hace con la anuencia de los delegados y los propios habitantes. Muchas veces la autoridad ni siquiera lo sabe, o si lo sabe se hace de la vista gorda porque es parte de la costumbre”, dijo el abogado.

Ingresos para los ayuntamientos 

La exorganizadora, Nina Carbajal, reveló que los permisos para poder realizar una justa atlética varían de municipio a municipio, los precios oscilan entre los 4 mil y los 40 mil pesos.

“Los ayuntamientos cobran, aunque sea una carrera sin fines de lucro. El permiso más barato que yo llegué a pagar fue Zinacantepec, los permisos nos costaban 4 mil o 5 mil pesos. En Toluca, igual, estaban en aproximadamente 5 mil, 6 mil pesos dependiendo la calle que quisieras cerrar.

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Donde nunca hice una carrera fue en Metepec, porque los permisos estaban voladísimos, entre 15 mil y 20 mil pesos, para mí eran excesivos. El más caro que pagué fue en el Nevado de Toluca, ahí hay que pedir permiso a dos oficinas del gobierno y fueron 40 mil pesos, aunque claro que fue redituable”, platicó Carbajal.

En ese sentido, el abogado en materia deportiva consideró que las carreras sí están reguladas; sin embargo, lo que se necesita es que los corredores tengan pleno conocimiento de las condiciones bajo las que participan.

“Sí está regulado, más bien lo que se necesita es hacer consciencia al público de los riesgos que corre al participar en una carrera sin conocer el trasfondo, si hay permisos o no, quién lo organiza y a beneficio de quién, porque incluso debería haber una ambulancia mínimo de protección civil o privada”, puntualizó González.

Del deporte al negocio

En Toluca, la primera carrera atlética se organizó en 1967 y durante tres décadas, los premios eran medallas, trofeos e incluso bicicletas. Fue a finales de la década de los 90s cuando las recompensas comenzaron a ser dinero en efectivo.

A raíz de esta situación, existen competidores que han hecho de las carreras “abiertas” al público su fuente de ingresos. Tal es el caso de Hillary Kipchirchir, quien forma parte de la comunidad Keniana en el Valle de Toluca dedicada a competir.

“Yo corro pero también soy entrenador y Toluca se ha vuelto un punto residencia para los que nos dedicamos a las carreras por la altura, es buena para entrenar. La verdad no está mal, uno puede vivir de correr y de entrenar pero hay que saber en qué competencias”, dijo.

Kipchirchir es uno de los corredores de alto rendimiento, que viven “apostando” por carreras donde dan un sustancioso premio económico, principalmente maratones.

Los más importantes son el de Ciudad de México y Guadalajara, mismos que en este 2022, ofrecieron 550 mil pesos al ganador, 245 mil pesos al segundo y 180 mil pesos al tercero; y 1.7 millones de pesos en sus diferentes categorías, destinando 800 mil a los primeros tres lugares generales varonil y femenil, respectivamente.

Al respecto, el entrenador y exatleta olímpico, Arturo Malaquias, consideró que en general es complicado poder vivir de las competencias como participante.

“Hay carreras de niveles en cuanto a lo económico, muchas veces para vivir así es difícil, necesitas ser el mejor del país y salir para que tú puedas sobrevivir.

Necesitas también ser patrocinado por una marca reconocida, porque además no los puedes realizar cada ocho días manteniendo tu nivel”, concluyó.

Tan sólo en el Valle de Toluca se organizan en promedio ocho carreras al mes, los premios van desde los 500 hasta los 10 mil pesos.

SPM