Hola Toñito:
¿Cómo estás? Verás Toñito, soy una mujer que fue maestra veintimuchos años y tengo la eterna convicción de que todos los niños del mundo son responsabilidad de todos los adultos, adultas y adultes del mundo.
Dicen por ahí, querido Toñito Juda, que “se requiere un pueblo completo para educar a un niño,” y no podría estar más de acuerdo, los niños, las niñas y les niñes son o debieran ser responsabilidad de todos y todas. Cuando las comunidades olvidan esa máxima, cosas terribles ocurren y no es para meterle miedo a nada, ni a nadie, sino para que cada uno de nosotros recuerde y reflexione sobre su responsabilidad y misión en la sociedad.
Sé que vivías en San Pedro Zictepec, a solo cuarenta minutos de mi casita y que la noche que desapareciste andabas por ahí jugando videojuegos, esperando a que tu abue terminara de preparar tu cena. Seguramente ya no alcanzaste a probarla y sentir el inmenso amor que las abuelas ponen en la comida para acariciar el alma de sus nietos.
Nadie intuyó siquiera, Toñito, que sería la última ocasión en que verían tus ojitos, escucharían tu risa y te verían con la típica expresión de seria concentración que los niños –y algunos hombres adultos ponen– cuando se trata de jugar videojuegos, como si inventarán la cura del cáncer y firmaran la paz mundial al mismo tiempo. Nadie intuyó que la cena se enfriaría y que no iba a haber nadie que la consumiera. Nadie intuyó que sería la última vez en que te verían con vida.
¡Toñito, Toñito, Toñito! Siento mucho y siento tanto que haya sido así. Siento aún más que haya gente tan equivocada como para creer que tienen el derecho a lastimar, privar de la libertad y de la vida a cualquier otro ser humano, que piensan que pueden tocar, maltratar y arrancar los sueños de un niño, como si arrancaran flores. ¡Qué infancias tan tristes y tan podridas deben haber tenido y, no conformes, reparten su miseria con el mundo, destrozándolo todo a su paso!
De repente y de la nada, Toñito, desapareciste. Desapareciste. Desapareciste.
Parece tan corto y tan definitivo, pero al mismo tiempo es tan doloroso, tan rotundo y tan terrible. La gente de tu comunidad se puso como debe ponerse la gente cuando algo así ocurre, sin medias tintas, sin tibiezas y sin entender razones, porque no hay razones cuando un niño desaparece. Listos para hacer lo que tuviera que hacerse: clamar por justicia. Armar brigadas. Cerrar las calles.
Te lo cuento porque es importante que lo sepas, tu ausencia no pasó desapercibida. Tú no estabas, pero la población hizo presencia.
Ay Toniño hermoso, me gustaría pensar que no recuerdas nadita de lo que te platico y que me contestarás que todo está bien y que hoy estás en un mejor lugar. Que no sufres más, y que a donde has ido hay muchos otros niños que sonríen, juegan y corren por todos lados, que todo es luminoso y que no recuerdas qué te sucedió antes de llegar a ese paraíso que te cobija, sin riesgo alguno.
Tal vez me dirías que estás un poco aburrido por la falta de videojuegos, pero que siempre tienes algo que hacer. Le ayudas a los ángeles a limpiar las arpas, tienes clase de coro para meter el sol a descansar todos los días y que pronto serás un angelito de la guarda. Y, es que ¿sabes Toñito? El mundo no es siempre el lugar que las mamás deseamos para nuestros niños, el mundo a veces nos decepciona y nos hace llorar mucho. ¿Soy cursi? Muy seguramente, Toñito, soy mamá y lamento mucho lo que la gente que te ama debe estar viviendo, deseo que quien te hizo daño pague con todo el peso de la ley y del dolor en la conciencia, que no pueda dormir nunca más en paz y que el niño que fue lo persiga avergonzado por su conducta.
No existen los monstruos, hagamos a un lado la hipocresía. Existen las sociedades omisas que permiten, en su indiferencia, el avance de la crueldad y la maldad que se siembran para cosechar miedo y sumisión.
Te abrazo, Toñito, junto con todos los niños que nos hacen falta.
En memoria de Antonio Juda Vidal…
Con un agradecimiento especial para las autoridades que realizan su labor con amor, en muchas ocasiones más allá de lo enunciativo, a pesar de todo el dolor y para la comunidad que exige que se salvaguarde la integridad de la población.
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TAR