Cestería en Toluca una tradición en riesgo

Cestería en Toluca una tradición en riesgo

La cestería es una de las actividades artesanales más antiguas en Toluca

Brian Prado
Enero 25, 2025

La cestería es una de las actividades artesanales más antiguas, y en Toluca ha sido parte fundamental de la identidad de muchas comunidades. A pesar de su riqueza cultural y de la destreza que requiere su elaboración, el oficio enfrenta grandes desafíos debido a la falta de demanda y la competencia con productos industriales.

La cestería es una de las actividades artesanales más antiguas en Toluca

Artesanos como Juan González, originario de San Andrés Cuexcontitlán, continúan con la tradición familiar de tejer fibras vegetales, pero reconocen que cada vez son menos quienes se dedican a esta labor.

“Desde que tengo memoria, en mi casa se trabaja el chuspata y el tule. Mi abuelo me contaba que su bisabuelo ya hacía petates y canastos, porque antes no había plástico y todo se cargaba en cestos de fibra.

Aquí en Toluca, esta tradición viene de tiempos antiguos, cuando los otomíes y matlatzincas tejían sus cosas con lo que daba la tierra. Es un oficio que ha pasado de generación en generación, pero cada vez somos menos los que seguimos con esto”, explicó.

La cestería se caracteriza por ser el arte de tejer sin necesidad de hilar previamente la fibra, dando origen a productos como canastas, sombreros, tapetes y otros objetos utilitarios. La técnica empleada depende de las características de cada material, los cuales se dividen en fibras duras, como el carrizo y el bejuco, y fibras semiduras, como el henequén y la palma. En Toluca, principalmente en las delegaciones de San Andrés Cuexcontitlán y San Cristóbal Huichochitlán, los artesanos combinan colores y formas para reflejar su cosmovisión en piezas únicas.

A pesar de la destreza que implica el proceso, los artesanos utilizan pocas herramientas: sus manos, un punzón, una cuchilla y agua para ablandar las fibras. Sin embargo, el mayor reto no está en la técnica, sino en la falta de consumo de estos productos.

“La verdad, antes la gente compraba más nuestras artesanías. Todo el mundo usaba canastos para el mandado, los petates para dormir y sombreros de tule para el sol. Ahora, con el plástico y las cosas baratas de fábrica, ya casi nadie quiere lo hecho a mano. Muchos dicen que está bonito, pero caro, y prefieren lo desechable. Pero lo que no ven es que lo que hacemos es más resistente y no contamina”, lamentó el artesano.

Innovar con nuevos diseños y colores

A pesar de los intentos por innovar con nuevos diseños y colores, los costos de producción y la falta de apoyo dificultan la subsistencia del oficio. En Toluca, varias familias que antes se dedicaban exclusivamente a la cestería han optado por buscar otras fuentes de ingreso.

“Nosotros hemos tratado de innovar, de hacer diseños nuevos, pero cuesta mucho trabajo competir con lo que venden en las tiendas. A veces da tristeza ver que las nuevas generaciones ya no valoran lo artesanal. Yo sigo aquí porque es lo que sé hacer y lo que me gusta, pero cada vez se vende menos. Muchos compañeros han tenido que dejar esto y buscar otro trabajo porque no les alcanza para vivir”, reconoció..

El futuro de la cestería en Toluca es incierto. Aunque algunas organizaciones han impulsado ferias y mercados para promover el trabajo artesanal, el consumo sigue siendo limitado. Los artesanos esperan que, con mayor difusión, las personas vuelvan a valorar estos productos.

“A pesar de todo, sigo orgulloso de mi trabajo. Ser artesano no es fácil, pero es una herencia de nuestros antepasados. Cada vez que termino una pieza, sé que estoy preservando algo valioso. No es solo un oficio, es parte de nuestra identidad como pueblo. Cuando alguien aprecia mi trabajo y me dice que le recuerda a su abuela o que le gusta cómo huele el tule, me doy cuenta de que todavía hay gente que valora lo que hacemos”, concluyó.

La cestería en Toluca: una tradición en riesgo.

La cestería es una de las actividades artesanales más antiguas, y en Toluca ha sido parte fundamental de la identidad de muchas comunidades. A pesar de su riqueza cultural y de la destreza que requiere su elaboración, el oficio enfrenta grandes desafíos debido a la falta de demanda y la competencia con productos industriales.

Artesanos como Juan González, originario de San Andrés Cuexcontitlán, continúan con la tradición familiar de tejer fibras vegetales, pero reconocen que cada vez son menos quienes se dedican a esta labor.

“Desde que tengo memoria, en mi casa se trabaja el chuspata y el tule. Mi abuelo me contaba que su bisabuelo ya hacía petates y canastos, porque antes no había plástico y todo se cargaba en cestos de fibra.

Aquí en Toluca, esta tradición viene de tiempos antiguos, cuando los otomíes y matlatzincas tejían sus cosas con lo que daba la tierra. Es un oficio que ha pasado de generación en generación, pero cada vez somos menos los que seguimos con esto”, explicó.

La cestería se caracteriza por ser el arte de tejer sin necesidad de hilar previamente la fibra, dando origen a productos como canastas, sombreros, tapetes y otros objetos utilitarios. La técnica empleada depende de las características de cada material, los cuales se dividen en fibras duras, como el carrizo y el bejuco, y fibras semiduras, como el henequén y la palma. En Toluca, principalmente en las delegaciones de San Andrés Cuexcontitlán y San Cristóbal Huichochitlán, los artesanos combinan colores y formas para reflejar su cosmovisión en piezas únicas.

A pesar de la destreza que implica el proceso, los artesanos utilizan pocas herramientas: sus manos, un punzón, una cuchilla y agua para ablandar las fibras. Sin embargo, el mayor reto no está en la técnica, sino en la falta de consumo de estos productos.

“La verdad, antes la gente compraba más nuestras artesanías. Todo el mundo usaba canastos para el mandado, los petates para dormir y sombreros de tule para el sol. Ahora, con el plástico y las cosas baratas de fábrica, ya casi nadie quiere lo hecho a mano. Muchos dicen que está bonito, pero caro, y prefieren lo desechable. Pero lo que no ven es que lo que hacemos es más resistente y no contamina”, lamentó el artesano.

A pesar de los intentos por innovar con nuevos diseños y colores, los costos de producción y la falta de apoyo dificultan la subsistencia del oficio. En Toluca, varias familias que antes se dedicaban exclusivamente a la cestería han optado por buscar otras fuentes de ingreso.

“Nosotros hemos tratado de innovar, de hacer diseños nuevos, pero cuesta mucho trabajo competir con lo que venden en las tiendas. A veces da tristeza ver que las nuevas generaciones ya no valoran lo artesanal. Yo sigo aquí porque es lo que sé hacer y lo que me gusta, pero cada vez se vende menos. Muchos compañeros han tenido que dejar esto y buscar otro trabajo porque no les alcanza para vivir”, reconoció..

El futuro de la cestería en Toluca es incierto. Aunque algunas organizaciones han impulsado ferias y mercados para promover el trabajo artesanal, el consumo sigue siendo limitado. Los artesanos esperan que, con mayor difusión, las personas vuelvan a valorar estos productos.

PAT

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