Desde hace tres años en la facultad de Antropología se dejó de vender “comida chatarra”, ahora se ofrecen alimentos de la gastronomía tradicional de los cinco pueblos originarios de la entidad. Productos como maíz, calabaza, pinole, quelites, ejotes y otros de origen prehispánico han sustituido a los lácteos, refrescos, embutidos y otros con alto contenido de conservadores.
Facultad de Antropología se dejó de vender “comida chatarra”, ahora se ofrecen alimentos de la gastronomía tradicional
María Madrazo Miranda, catedrática de la facultad comentó que este proyecto comenzó justo después de la pandemia por Covid 19, a iniciativa de la también antropóloga Laura Reyes, la idea fue sustituir la cafetería por una cocina en la que se prepararan alimentos de la gastronomía tradicional.
En la Etnococina participan cocineras tradicionales de los cinco pueblos originarios de la entidad, aunque en estos momentos sólo hay presencia de tres, Otomí, Mazahua y Nahua, el horario de atención es de 8 de la mañana a 4 de la tarde.
Madrazo Miranda detalla que más allá de ser un comedor, la Etnococina se ha convertido en un espacio para la degustación de infinidad de sabores, sin proponérselo se transformó en un proyecto de promoción de la riqueza gastronómica mexicana que se caracteriza por utilizar alimentos de temporada, “en invierno se ofrecen atoles de diversos sabores naturales, de masa, trigo, con fruta natural, pero también quelites, elotes, incluso acociles y otro tipo de insectos”.




Esta iniciativa permite probar nuevos sabores, disfrutar de tortillas de maíz natural, que en tiempos de globalización son todo un privilegio, la antropóloga comenta que además de alimentar a la comunidad de la facultad de Antropología también se promueve la colectividad a la hora de comer, pues la distribución de las mesas y sillas se hizo de manera estratégica para incentivar la interacción entre los comensales.
“La Etnococina es de autoservicio, el cocinero te pone el alimento en la barra, vas, lo tomas, lo consume, al terminar colocas tus trastes en un contenedor especial, todo ello para revalorar a las cocineras”.
En pro del ambiente
Además de no vender “comida chatarra” en esta cocina tampoco se utilizan platos, vasos o cucharas de plástico. La oferta culinaria que ofrece es infinita, va desde los tradicionales tamales, mole, durante esta temporada de Cuaresma se vende un guiso de pescado seco, romeritos, sopa de haba, agua de zarzamora, una variedad interesante, que va de la mano de productos de temporada, incluso del calendario festivo.
Si bien esta iniciativa está funcionando, también tiene sus detalles de operación, reconoce Madrazo Miranda, pero gracias al esfuerzo de la doctora Laura Reyes, profesores, alumnos y autoridades de la facultad, este proyecto se convierte en una opción en estos tiempos de restricción de ciertos alimentos
Más allá de una iniciativa académica, Etnococina es un tema de responsabilidad social, ya que se trabaja con las comunidades, con los pueblos originarios, no solo se vende comida, se comparte el conocimiento gastronómico milenario, subrayó Madrazo Miranda.
PAT
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