A un año del reconocimiento oficial como pueblos indígenas, tres comunidades del Valle de Teotihuacán buscan fortalecer su identidad, rescatar sus tradiciones y ser parte activa en la preservación del patrimonio de la humanidad.
Comunidades indígenas de Teotihuacán buscan fortalecer patrimonio
Los pobladores de San Sebastián Xolalpan y San Francisco Mazapa, en Teotihuacán, así como Santiago Tepetitlán, en San Martín de las Pirámides, lucharon por obtener el reconocimiento como pueblos indígenas.
El camino no fue sencillo, más de 16 años de gestiones, asambleas comunitarias y trámites ante distintas instancias gubernamentales precedieron el nombramiento que el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) publicó en la Gaceta Oficial el 9 de agosto de 2024.
“Para nosotros esto es como tener un acta de nacimiento”, resumió Carmen Julia Ruiz Romero, integrante del Consejo Comunitario Originario Indígena de San Sebastián Xolalpan.
“Nos costó mucho trabajo que nos reconocieran, porque no somos una asociación civil ni una fundación; somos una comunidad viva, con identidad y con historia. Hoy, el Estado mexicano nos reconoce como lo que siempre hemos sido: un pueblo indígena”, indicó en entrevista.
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San Sebastián Xolalpan y una lucha de 16 años
La iniciativa en San Sebastián Xolalpan comenzó en 2008, impulsada por la militante María Anzures Rionda, quien motivó a las comunidades a reivindicar su identidad indígena.
Durante años, las gestiones ante el Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas del Estado de México (CEDIPIEM) no prosperaron debido a los vacíos legales sobre cómo debía acreditarse el carácter de pueblo originario.
La llegada de nuevas disposiciones federales en el año 2022 abrió la puerta; se generó un acta de autoadscripción comunitaria y la asamblea en San Sebastián aprobó formalmente el proceso.
Los interesados recopilaron información sobre su organización interna, población y actividades tradicionales como la alfarería, y finalmente se entregó el expediente que permitió obtener el reconocimiento.
Para Beatriz Cervantes, otra de las integrantes del Consejo, el reconocimiento tiene un profundo valor simbólico.
“Es como si volviéramos a dar vida a nuestros abuelos, los que trabajaban el barro, la tierra, los que iban a vender a las pirámides. Ahora se les honra y se habla otra vez de ellos”.
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Tradición y modernidad; los nuevos retos
El profesor Felipe de Jesús Ramírez Márquez, también consejero comunitario, reconoció que el nombramiento conlleva una responsabilidad mayor.
“El reto no solo es conservar nuestras tradiciones, sino adaptarlas a los tiempos actuales. Seguimos trabajando la alfarería, pero también buscamos capacitar a la gente para transformar otros recursos como el nopal y el xoconostle en productos con valor agregado: mermeladas, licores, almíbares”.
Explicó que también se impulsa el rescate del náhuatl con talleres comunitarios y actividades culturales, como las Fiestas Patrias, donde las jóvenes participantes deben investigar y exponer la historia de sus familias y del pueblo antes de ser elegidas como reinas.
“Queremos que las nuevas generaciones conozcan su pasado y se sientan orgullosas de él”, refirió.
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Identidad y patrimonio, un trabajo conjunto de las comunidades indígenas de Teotihuacán
Los consejeros expusieron que más allá del ámbito comunitario, el reconocimiento plantea un desafío regional, el cual consiste en garantizar la conservación de Teotihuacán como patrimonio mundial.
“Este nombramiento nos compromete a participar en la preservación del valle y de la zona arqueológica. Necesitamos que las autoridades nos escuchen y que se generen mesas de diálogo donde los pueblos originarios podamos proponer soluciones”, apuntó Carmen Julia Ruiz Romero.
Las comunidades reconocidas ven la necesidad de que se tome en cuenta su voz en las decisiones sobre el desarrollo turístico y la protección del patrimonio, pues consideran que la identidad indígena es inseparable de la historia y el significado cultural de Teotihuacán.
Francisco Javier Méndez Hernández y Cristina Galicia Reyes, también miembros del Consejo, coincidieron que el reconocimiento marca el inicio de una nueva etapa.
“Ahora lo que necesitamos es fortalecer nuestra identidad y hacer que las generaciones jóvenes no pierdan el vínculo con sus raíces”, indicaron.
Quienes forman parte de este Consejo saben que el camino no será fácil, pero están convencidos de lograr que las nuevas generaciones se interesen por sus raíces y tradiciones.
“Hoy nos sentimos con más fuerza. Ya no somos invisibles; somos pueblos indígenas, con derechos, con historia y con voz para defender el legado de Teotihuacán y de nuestros ancestros”.
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MPH