Las lluvias intensas registradas en el Valle de Toluca, Estado de México, han incrementado el arrastre de residuos sólidos, aceites y contaminantes hacia sistemas hídricos.
Especialistas señalan que esta situación agrava la degradación de cuerpos de agua como el río Lerma, receptor de desechos de múltiples municipios. La falta de infraestructura para gestionar estos flujos pone en riesgo la calidad del agua y la salud pública en la región.
Contaminación pluvial genera obstrucciones y desbordamientos
Sebastián Rodríguez, especialista en medio ambiente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) explicó que la acumulación de basura en calles y alcantarillas, sumada a la escorrentía pluvial, genera obstrucciones y desbordamientos. Esto, afirmó, deriva en la mezcla de aguas residuales con residuos industriales y domésticos.
“Cuando las lluvias son intensas, arrastran todo lo que encuentran a su paso: plásticos, aceites de vehículos, químicos y basura. El drenaje colapsa porque no tiene capacidad para manejar tanto caudal y contaminantes. El resultado es que estos desechos terminan en ríos como el Lerma, que ya presenta niveles críticos de degradación”, comentó.
El especialista destacó que el río Lerma recibe descargas de al menos 12 municipios del Valle de Toluca, incluyendo Toluca, Lerma y Metepec. Subrayó que los residuos no tratados se acumulan en su cauce, afectando su biodiversidad y los ciclos naturales del agua.
“El problema no es solo la cantidad de agua, sino lo que lleva consigo. En el Lerma confluyen contaminantes de zonas urbanas, industriales y agrícolas. Esto genera una saturación tóxica que impacta a especies acuáticas y, a largo plazo, a las comunidades que dependen de estos recursos”, señaló.
Sistemas de captación pluvial ayudarían a reducir la velocidad
Rodríguez enfatizó la necesidad de implementar infraestructura verde para mitigar el impacto. Mencionó que proyectos como jardines de lluvia, techos verdes y sistemas de captación pluvial ayudarían a reducir la velocidad y volumen del agua que llega a drenajes.
“La infraestructura tradicional ya no es suficiente. Debemos integrar soluciones basadas en la naturaleza: áreas que absorban el agua, retengan sedimentos y filtren químicos. Un jardín de lluvia, por ejemplo, reduce la carga sobre el drenaje y mejora la calidad del agua que se reintegra al ciclo hidrológico”, puntualizó.
Finalmente, el investigador hizo un llamado a autoridades y ciudadanos para abordar el problema de manera integral. Señaló que, sin una gestión adecuada de residuos y una planeación urbana sostenible, los episodios de contaminación pluvial se repetirán.
“No se trata solo de construir más infraestructura, sino de cambiar cómo gestionamos los residuos y diseñamos las ciudades. Si no reducimos la generación de basura y controlamos las sustancias que llegan a las calles, las lluvias seguirán siendo un vehículo de contaminación. La participación comunitaria es clave para proteger nuestros recursos hídricos”, concluyó.
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TAR