Costo electoral y austeridad del nuevo gobierno
Observatorio electoral
Esta semana volvió a ser noticia el presupuesto del IEEM, por los más de tres mil millones de pesos solicitados por su consejo general. Lo fue más, porque hubo un importante anuncio del consejero jurídico de la gobernadora Delfina Gómez, Jesús George. El 28 de septiembre dijo que se impulsará una Ley de Austeridad en la Legislatura actual, junto con el Paquete Fiscal de 2024. Además, declaró que la baja de salarios en los titulares de las dependencias será voluntaria en el último trimestre del año, pero que en 2024 se aplicará de manera generalizada en los altos mandos.
El asunto presupuestal del IEEM, un órgano acostumbrado al derroche y al lujo, es de llamar la atención. Desde su nacimiento se le dotó de un abultado presupuesto que daba para todo: elevados salarios de consejeros, directivos y representantes de partido (que han recibido el ingreso equivalente de los primeros); comidas caras, vinos extranjeros, viajes con todo pagado, gasolina, telefonía, peajes, etcétera. Este hecho hizo que sus integrantes desearan estar ahí siempre. Por este interés, hacían todo lo que fuera necesario para mantenerse en el cargo, aunque esto implicara violar la ley.
En su momento, el presupuesto del IEEM alcanzó para surtir los refrigeradores de consejeros y directivos de jamones, quesos y otros alimentos gourmet (de 1996 a 2005, cuando se terminaron esos lujos). También alcanzaba para que Bernardo García Cisneros, ex secretario general, o Alejandro Neyra, ex director general, tuvieran grandes cantidades de efectivo en la caja fuerte de su oficina (Las fuentes bien informadas dicen que era para comprar conciencias). Además, era suficiente para que Juan C. Villarreal, ex director general, diera bonos a cierto personal de toda su confianza, o para indemnizarlos más allá de lo marcado en la ley.
Durante años, el presupuesto alcanzó para comprar salsas picantes, como si fuera una cantina; para comprar reglas de aluminio cada mes, como si se tratara de una papelería o si ese material caducara. Se compraban muchos sellos oficiales, sin explicación alguna, o materiales electorales con grandes sobrecostos. Se renovaba el parque vehicular frecuentemente (todavía en 2023 se hizo así). Lo mismo pasaba con el equipo de cómputo. Por ejemplo, hubo un momento en que a los consejeros generales se les cambió la computadora personal cada seis meses. Así era todo en el IEEM: excesos.
Los desayunos o comidas en los restaurantes más caros eran frecuentes, como parte de las famosas “Mesas políticas”. Era una forma de persuadir a consejeros y representantes de las bondades de los proyectos de acuerdo, que se discutirían en las sesiones del consejo general. Formaban parte de los métodos de convencimiento usados para evitar discusiones agrias y largas. Incluso se llegó al extremo de que las reuniones de trabajo de algunas comisiones, presididas por la ex consejera Palmira Tapia, se realizarán en restaurantes, todo con cargo al erario público. Algo inédito hasta en el IEEM.
Para todo eso y más alcanzaba el presupuesto electoral, pero todo indica que ese tipo de gastos ya no son viables. Quienes integran el consejo general del IEEM no se han dado cuenta del momento histórico que vive el país y el estado. Parece que no se han percatado de lo ocurrido con los presupuestos del IEEM y del INE. Un conocido refrán dice: “si las barbas de tu vecino ves rasurar, pon las tuyas a remojar”. En el IEEM deberían aprender más de la sabiduría popular.
TAR