Cruces de memoria: cuando la ciudad escucha lo que la industria calla

Roberto Cortez Zárate

Cruces de memoria: cuando la ciudad escucha lo que la industria calla

Rockanrolario

Redacción
Noviembre 28, 2025

Hay fines de semana que ordenan el mapa cultural de una ciudad sin que nadie lo planifique. Dos escenarios, dos públicos, dos maneras de entender la música coinciden como si la vida decidiera trazar una ruta entre pasados y futuros posibles.

El domingo, Guillermo Briseño celebra 80 años en el Teatro Esperanza Iris con un concierto gratuito que parece un manifiesto sobre la dignidad del oficio, mientras que el sábado, Los Rebeldes, la mítica banda hispana, debuta en el Foro Alicia con una precisión quirúrgica que confirma que el rockabilly, contra todo pronóstico, conserva una respiración propia.

Briseño siempre ha entendido que la música no es un ornamento, sino una forma de conciencia. No acepta homenajes y descarta la idea de despedida. Subirá con piano, banda e invitados como si la historia le recordara que un escenario se defiende desde la honestidad.

Hay quienes reducen su figura a un cronista del rock capitalino, pero su gesto va más lejos: ofrece un antídoto contra la anestesia cultural. Insiste en la formación pública, en la autonomía estética y en el ritual de tocar con el cuerpo completo, porque sabe que el primer acorde tiene el poder de devolver la vida a quien lo oye y a quien lo toca.

Los Rebeldes respiran otro tipo de memoria. La Barcelona de Segarra encontró en México un reflejo que quizá siempre estuvo latente. El Alicia, cargado de décadas de resistencia, funcionará como santuario para un género que nació marginal y que hoy se sostiene gracias a la terquedad de quienes lo tocan sin permiso.

La presencia de Los Gatos Rockabilly y la sombra de “Antes Me Gustabas”, en una versión extraordinaria en complicidad de Alex Lora, completan un cuadro en el que las generaciones se reconocen a través de acentos distintos y una misma raíz: la decisión de arder sin pedirle nada a la industria.

Lo que une a ambos toquines no es el estilo ni la edad. Más bien es una convicción silenciosa, evidente para quien sabe escuchar. Ni Briseño ni Los Rebeldes se asumen piezas de museo, aunque tengan muchísimos años en el ajo. Tampoco se subordinan a algoritmos, métricas o esa obsesión contemporánea por reducir la música a fondo ambiental. Su apuesta es más peligrosa: creen que el escenario sigue siendo un lugar para abrir preguntas, no para repetir fórmulas.

Otros que perfilan una celebración importante, ya que se trata de su 25 aniversario son los integrantes de Morante. Y de pronto son años de que el grupo gótico, el Vigilante Nocturno, iniciaba con una importante carrera que ha dejado un legado de seis discos y un DVD en vivo. Rendirán homenaje a Oscar Maciel, su tecladista, quien sucumbió durante la pandemia de Covid. Esa presentación será el domingo 7 de diciembre en el Gato Calavera, otro sitio de resistencia.

En estos días, el público tendrá la oportunidad de entrar al teatro o al foro y aceptar que la música verdadera —esa que no negocia su vértigo— sigue siendo una forma de memoria viva y, a veces, la única manera que tenemos para recordar quiénes fuimos y quiénes aún podríamos ser.

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