En México, las mujeres siguen siendo en su mayoría quienes cuidan al resto de la población. La Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía identificó que, en nuestro país, 58.3 millones de personas son susceptibles de recibir algún tipo de cuidado.
Ese universo lo conforman personas con alguna discapacidad o son dependientes de otras; la población infantil de 0 a 5 años; niñas, niños y adolescentes de más de 5 y hasta 17 años; y las personas adultas mayores de 60 años y más.
Es decir, casi la mitad del total de nuestra población requiere algún cuidado, si consideramos que algunas estimaciones señalan que este año seremos más de 131 millones de mexicanos.
El estudio demoscópico identificó que 31.7 millones de personas de 15 años y más brindan cuidados a algún integrante de su familia, en sus hogares o en otra casa: 75.1% son mujeres, casi 24 millones de mujeres cuidadoras de los mexicanos, poco más de 7 millones de hombres son cuidadores.
Otros hallazgos son que 53.5% de las personas de 15 a 60 años creen que los cuidados de la población infantil “es responsabilidad de la madre, padre o la familia”, y 50.5% no estuvo de acuerdo con llevar a las personas adultas mayores a una institución de cuidado.
La labor de cuidar sigue asociada a las mujeres, un trabajo femenino, extensión del hogar, vinculada con ternura y delicadeza, como lo han documentado distintos estudios sobre género. Los hombres aprendemos a devaluar lo femenino para demostrar nuestra hombría. Nos desvinculamos de nuestras emociones para no afeminarnos.
Y vamos más allá, asumimos que el poder y ejercerlo es lo verdaderamente varonil. Si cuidar es tarea de mujeres, los hombres no nos cuidamos, al contrario, ser hombre implica para muchos exponerse a “situaciones violentas corporalmente” e inclusive negar el dolor por la “amenaza de perder su hombría”, como señala Juan Guillermo Figueroa.
Esta encuesta también documentó que, en su mayoría, las mujeres que manifestaron tener hijas e hijos, señalaron como acciones de convivencia tener con ellas y ellos “demostraciones de afecto”, platicar sobre sus amistades o colegas en la escuela y conocer sus calificaciones escolares.
Por su parte, los hombres que manifestaron tener hijas o hijos y que ya no viven juntos, destacaron las aportaciones económicas para la manutención, como signo de sus responsabilidades.
Frente a las estadísticas, y a la persistencia sesgada de ver a los cuidados como tarea de mujeres, se valen las preguntas: ¿qué debemos entender por cuidar de alguien?
¿Qué cuidados requerimos las personas en el hogar, en la oficina o en el espacio público? ¿Cuidar debe seguir siendo una actividad que desarrollen mayoritariamente las mujeres? ¿Podemos crear formas de cuidados para todas las personas, edades y condiciones que lo requerimos, con la plena participación de los hombres? Considero que cuidarnos, también es tarea de hombres.
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TAR