Data Buen Gobierno: cuando la luz se hace dato

Álvaro Bardales

Data Buen Gobierno: cuando la luz se hace dato

Mis apuntes

Redacción
Noviembre 14, 2025


En los rincones más lejanos del país, donde antes solo llegaba un pequeño eco de transparencia, hoy brilla una plataforma que abre caminos con mucha información, ya no importan las montañas ni los kilómetros y la interminable maraña de pantallas y pretextos digitales para conocer en antigua historia los datos públicos: la distancia se acorta con un clic, y la verdad empieza a tener forma del dato público siempre actualizado. 

Data Buen Gobierno no es solo una plataforma, es una puerta de cristal que se abre para que la ciudadanía mire lo que antes era sombra, es el puente entre el ciudadano y el Estado, entre la promesa y la evidencia, entre el discurso y el hecho.

Desde el propio gobierno nace este intento de devolverle conocimiento al pueblo, un esfuerzo por democratizar las cuentas, por hacer que las cifras hablen y los números cuenten historias, allí, entre tablas, gráficas y registros, se dibuja el rostro transparente de un país que quiere mirarse sin miedo.

“Conocer, participar y transformar” dice su lema y en esa triada late un nuevo civismo digital: la posibilidad de que un estudiante, un periodista, o una madre que busca respuestas, puedan mirar los datos del Estado y sentir que son suyos.

Más que tecnología, es cultura cívica, más que una base de datos, es una nueva conciencia; el verdadero avance además del algoritmo, está en la gente que decide usarlo para cambiar su entorno.

En días recientes, junto al Dosier Corrupción Cero, la plataforma se alzó como símbolo de una época que busca desterrar la opacidad y devolverle a la verdad su lugar en la plaza pública. 

No se puede erradicar la corrupción sin nombrarla, sin mirarla de frente, sin reconocer que habita entre nosotros, hay que gritarlo a los cuatro vientos: “estamos en corrupción”, y solo entonces comenzar el camino de la redención, se debe enseñar desde la infancia, debatir en las aulas, en los hogares y en las oficinas públicas, hasta que la vergüenza de robar al pueblo sea mayor que la tentación de hacerlo.

Claro, el camino no está libre de sombras: los datos deben mantenerse limpios, los ciudadanos deben aprender a leerlos, y los gobiernos estatales y municipales deben sumarse sin reservas, pero el primer paso está dado, y cada clic es un acto de confianza.

Data Buen Gobierno es, una lámpara encendida en medio del laberinto; una luz que ilumina el camino y arroja su resplandor sobre las tumbas de aquellas instituciones que alguna vez juraron velar por la transparencia y murieron de burocracia, silencio y olvido.

Es, quizá, la sepultura de una era, la despedida solemne a los organismos exhaustos que no pudieron sostener el peso de la esperanza ciudadana y el anuncio de algo nuevo: una escuela de integridad en línea, una patria digital donde la verdad se comparte y la rendición de cuentas ya no depende de oficinas, sino de conciencia y conexión.

En este tiempo nuevo, la transparencia no se exige con pancartas, se construye con códigos, y se defiende con conciencia, la información dejó de ser privilegio, para convertirse en luz. Y esa luz —ahora sí— le pertenece al pueblo.

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TAR

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