De bloqueos y marchas

De bloqueos y marchas

Las ïtacas

Paloma Cuevas
Agosto 10, 2025

A veces marchamos por las calles. A veces ondeamos nuestro corazón ausente, pero lleno de recuerdos y marchamos por las calles, no porque queramos establecer una posición política o filosófica ni porque tengamos convicción que nos alcance para indicarle a los pies que den un paso tras otros ni siquiera porque tengamos ganas de amalgamarnos en una causa; sino porque desde el coro de los pasos al unísono nos reconocemos en la herida abierta que supura reclamos sociales.

A veces marchamos por las calles enarbolando banderas que nos duelen y nos laceran, banderas que no alcanzamos a sostener, porque nos faltan fuerzas, pero nos sobran ganas de modificar al mundo entero.

A veces marchamos por las calles porque deseamos mantener intacto aquello que ha quedado almacenado en una memoria inestable, la nuestra, una memoria hecha jirones, como nuestra esperanza de salvar el fuego o de guardarlo un rato para después incendiarlo todo. 

A veces es ese fuego el que justifica que todos los días, aunque parecieran ser iguales, valgan un poco la pena.

A veces ese fuego adormecido por el aparente frío toluqueño, se pone serio, pero a más de 2 mil 600 metros sobre el nivel del mar, la respiración se ha acostumbrado a un silencio infinito, a una complicidad en la mirada comunitaria.

Es en esa mirada que intocable permanece nuestra alma, con la triste voluntad de resguardar los cuerpos que se entregan incesantemente al sexo, en un eterno sopor que no termina de entender ya nada.

Y ¿nuestros cuerpos? ¿A dónde irán cuando trémulos y bien llenitos de miedo vuelvan a encontrarse sin la máscara de la sonrisa imperturbable?

A veces convocamos a la marcha y llegan unos, y unas, y unes, y otros y otras y otres; a veces convocamos a las marchas con la intención de encontrarnos y arroparnos cotidianos, aunque muertos de terror buscando una causa común, una razón para no sentirnos solos.

Una causa común, una razón para volver a estar enteros.

Una causa común, una razón para ser parte de algo que no camina flotando, sino sintiendo el piso con todo y sus baches, con todo y sus huecos, con todo y sus huecos y sus cielos y sus recovecos.

A veces convocamos una marcha para presionar a los sindicatos para cumplir los reclamos laborales.

A veces convocamos una marcha para inflamarnos y gritar que: ¡Vivas nos queremos!

A veces convocamos una marcha para que todo mundo sepa, que del otro lado del mundo hay niños que hoy dormirán solo para morir mañana, muertos de hambre y de frío y de sueño. Es en esa asombrosa y azarosa realidad que los niños morirán de hambre, de frío y de sueño, soñando con madres que los abrazan mientras les cantan nanas y les cuentan cuentos.

A veces intentamos levantar la voz que se bloquea al querer emitir un sonido que se convierte en llanto y en convulsión, en grito contenido.

A veces marchamos por las calles sin adherirnos a las causas de los otros, y pensamos que está bien, simplemente vivir sobreviviendo. A veces marchamos por las calles, porque así conjuramos la presencia del infierno.

 A todos los que decidan no hacerlo, que la nación se los demande.

Hoy y todos los días, hasta la ternura, siempre.

UAEM2