Calladita, ¿más bonita?
No, mi niña, no te calles nunca.
Calladita más gris,
más reprimida, más rota,
menos viva, menos tú,
más muerta, más ceniza,
más abusos, más silencio,
menos risas, menos sueños.
Calladita más lágrimas,
convertida en mentiras,
arrancada de ti, sin voz,
sin alma, sin esencia,
siendo solo reflejo,
líquida, destruida.
De un contenedor a otro,
de unas manos a otras,
hasta que te diluyen
y dejas de ser tú,
y te convierten en nada
mujer de agua…
Calladita, ¿más bonita?
Paloma Cuevas
Los últimos meses han sido de logros por demás importantes y fundamentales para las mujeres, esa parte del padrón nacional, históricamente vilipendiado e invisibilizado que de un tiempo a acá está cobrando cada vez mayor relevancia en nuestro estado, nuestro país y nuestro mundo, lo cual invita a soñar con lugares donde la esperanza de la igualdad sustantiva pueda dejar de ser un sueño y se convierta en una realidad tangible.
Las mujeres que hoy tenemos más de cuarenta años, estamos viviendo hechos históricos que nuestras madres y nuestras abuelas jamás soñaron. De hecho nuestras abuelas fueron las primeras en ejercer el voto en este país, en escandalizarse con la llegada de la píldora anticonceptiva y en procurar que nuestras tías y nuestras madres pudieran ir a la escuela y abatir el destino que a muchas de ellas les tocó vivir.
Nuestras madres y nuestras tías fueron las primeras en utilizar las minifaldas, en saber de la carrera espacial, en ver “al hombre” llegar a la luna y en “gozar” de la píldora anticonceptiva que las feministas tanto hemos rebatido, si nosotras nos embarazamos que sean ellos quienes “disfruten” de algún método que les haga un circo las hormonas.
Muchas de nuestras madres han sido activistas a favor de causas justas, ellas nos enseñaron que el dichoso “calladita te ves más bonita”, era anacrónico, ilógico e injusto y que si la belleza dependiera del silencio, se convierte en algo que no nos importa ser.
Hoy contamos con referentes como Rosario Castellanos, a quien festejaremos todo este año por el centenario de su nacimiento, mujer de gran valía, conocimiento y generosidad a la hora de compartirlo. Con una Elena Garro, que nos demostró que eso de que “la ropa sucia se lava en casa”, era una opinión y que si tocaba romper el paradigma, ella no sería tapadera de fregaderas.
Con una Cristina Rivera Garza, primera escritora mexicana ganadora del Pulitzer, que ha puesto de manifiesto que la intimidad, la memoria y el dolor nos habitan de tal suerte que #TodasSomosLiliana, con una Dahlia de la Cerda que escribe desde los márgenes que lastiman la sensible piel de los privilegiados que le envidian el barrio y saber escribir, una Alma Delia Murillo que revienta al INEGI al decir que los, las y les mexicanes somos hijos de Pedro Páramo, que se fue por cigarros y nomás no hay Locatel que dé con él.
Con Claudia Sheinbaum y sus pantalones para que hoy se diga presidentA, así con A, y que las niñas sepan, (las hijas de mis hijos sabrán), que las mujeres pueden llegar hasta el más alto encargo del Poder Ejecutivo y una Delfina Gómez Álvarez que desde Lerdo 300 decide el destino del Estado de México, sin descuidar a los lomitos y a los niños, resarciendo la deuda histórica con las mujeres originarias que son el ombligo de nuestra tierra.
Y a partir del 17 de julio, la Universidad Autónoma del Estado de México cuenta también con una rectorA, por primera vez desde su creación, y aunque les dé comezón y traten de enturbiar el logro de una generación mencionando a políticos de antaño, la realidad es una sola:
#EsTiempodeMujeres
#LlegamosTodas
#VamosJuntas
PAT
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