De impermanencia

De impermanencia

Las ítacas

Paloma Cuevas
Abril 20, 2025

Itacenses:  En esta ocasión les traigo la posibilidad de la poesía de la mano de la comprensión de la impermanencia, concepto medular en muchas de las filosofías orientales y parte central de la forma en que los mexicanos “lidiamos” con la muerte que se ha convertido en una compañera tangible durante esta pandemia.

Durante los últimos 14 meses hemos sido obligados como humanidad a reconfigurar la manera en que nos vivimos de formas “cotidianas”, en una realidad que antes parecía producto de una mala broma o de la última “gringadera” Hollywoodense, en la que como siempre los vecinos del norte terminarían por resolver cualquier situación para convertirse en los supermanes, no pediré perdón por el anglicismo mal pluralizado, se oye divertido, del universo.

Vivimos en la paranoia de la posibilidad de contraer una enfermedad, potencialmente mortal que nos alejaría de todos aquellos que queremos y nos quieren y de los que no queremos y nos odian también, “nada más democratizador que una pandemia para demostrarle a la humanidad que la justicia divina existe”, dicen por ahí unos y otros, como si la vida nos otorgara situaciones de igualdad en un mundo en el que la desigualdad es lo que priva.

Una gota de saliva, un beso o la posibilidad de un abrazo como amenazas latentes, sin embargo, lo más tremendo ha sido la necesidad de aislarnos de todo y de todos, uno pensaría que la conciencia sería la regla ante lo inminente de una situación como esta, pero seguimos instalados en el pensamiento adolescente de: “puede pasarle a todos, menos a mí”.

Hay personas que han perdido todo y más. El colapso de la economía, la consecuente pérdida de empleos, poder adquisitivo, incremento de la inseguridad, imposibilidad de realización de eventos masivos, incremento en la violencia al interior de los hogares y tantos etcéteras que se han ido amontonando y marcando de forma indeleble a esta generación.

Comprender que nada dura para siempre y que esto también pasará, es tal vez la clave para mantener la esperanza y sobre todo el entusiasmo en esta existencia, que si bien puede por momentos ser incierta y atentar contra la fe en lo que sea que cada uno de nosotros crea – si es que decide creer – es la única que tenemos.

Para todos aquellos que han perdido a alguien amado, cercano y/o valioso en su vida y que no tuvieron la oportunidad de decir hasta pronto, el poema de San Agustín: La muerte no es nada, deseando que sea bálsamo para su alma y que nos ayude a entender porqué la poesía es capaz de iluminar los momentos más oscuros en la historia de la humanidad:

La muerte no es nada. 

Yo sólo me he ido a la habitación de al lado. 

Yo soy yo, tú eres tú. 

Lo que éramos el uno para el otro, lo seguimos siendo.

Llámame por el nombre que me has llamado siempre, 

háblame como siempre lo has hecho. 

No lo hagas con un tono diferente, de manera solemne o triste. 

Sigue riéndote de lo que nos hacía reír juntos. 

Que se pronuncie mi nombre en casa como siempre lo ha sido, 

sin énfasis ninguno, sin rastro de sombra.

La vida es lo que es lo que siempre ha sido. 

El hilo no está cortado. 

¿Por qué estaría yo fuera de tu mente, simplemente porque estoy fuera de tu vista?

 Te espero… No estoy lejos, justo del otro lado del camino…

¿Ves? Todo va bien. Volverás a encontrar mi corazón. 

Volverás a encontrar mi ternura acentuada. 

Enjuga tus lágrimas y no llores si me amas…

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