De la cultura y su influencia en quienes somos

Antevasin

Nuestra existencia está regida por la CULTURA, desde el primer momento en que entramos a la vida somos recibidos en ese andamiaje y en ocasiones especie de tejido social, que abraza y abarca todas las formas de expresión social, por medio de las cuales nos vinculamos e integramos a un “algo” mayor.

Es por ello que las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta, religiones, forma de vinculación y hasta las normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura.

A partir de ella se define la manera en la que los miembros de dicha sociedad nos expresamos, relacionamos y evolucionamos.  ¿Alguna vez han escuchado el cuento de los cangrejos mexicanos, gringos y japoneses en la cubeta?

Para que no se queden con las ganas, se las comparto y regreso a cerrar con sus propias reflexiones:

En un mercadito cualquiera, en alguna de las hermosas playas de nuestro país, – preferentemente en Lázaro Cárdenas Michoacán, un pescador muy astuto ofrecía sus productos en dos cubetas. Cierto día un turista le preguntó qué vendía a lo que el pescador contestó: “cangrejos”.

Al turista le llamó la atención que una cubeta estuviera tapada con una tabla y un ladrillo encima, mientras la otra estaba descubierta.

“¿Y qué hay en la cubeta tapada?”, preguntó el turista: “Cangrejos también”, respondió el pescador. “¿Y por qué si en las dos cubetas hay cangrejos, una está cubierta y la otra destapada?”, insistió el turista.

Ah, eso es muy fácil. Es que en la cubeta tapada hay cangrejos japoneses y gringos y en la descubierta tengo a los cangrejos mexicanos”, dijo el pescador. El turista aún más intrigado, preguntó: “Pero, por qué?”

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El pescador contestó muy orgullosamente: “La diferencia no es mucha: los cangrejos japoneses, los gringos y los mexicanos tienen la misma carnita, son inteligentes por igual, incluso los mexicanos son más listos; la única diferencia, casi imperceptible, es la forma de subir para salir de la cubeta…”.

“¿De subir?”, cuestionó el turista. 

“Sí -respondió el pescador-: Cuando los cangrejos japoneses quieren escaparse, el de abajo se va subiendo entre los demás, mientras el resto lo apoya, formando una especie de escalones para que suba lo más rápido posible. Estando arriba, los demás lo empujan para que pueda escaparse”.

El turista pensó: “No veo fallas en su lógica.”

El pescador continuó: “Cuando a los cangrejos japoneses se les pone difícil subir, entran en acción los cangrejos gringos y es cuando no solamente le pongo una tabla a la cubeta, sino un ladrillo encima porque los canijos cangrejos gringos no sé cómo le hacen, pero logran subir”.

“Cuando uno de los cangrejos gringos se escapa, desde afuera de la cubeta extiende sus tenazas para jalar a los otros, sin importar si son japoneses o gringos. Hacen una especie de alianza, porque saben que entre todos se escaparán más rápido”.

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“Muy bien, pero ¿y la cubeta donde están los cangrejos mexicanos por qué está destapada?”, inquirió el turista, pensando que encontraría algún misterio sorprendente.

El pescador le dice: “Pues porque cuando un cangrejo mexicano quiere escaparse, en cuanto empieza a subir, los de abajo lo jalan y no dejan que se vaya. Así es de que esa cubeta no necesita tapadera. Los cangrejos mexicanos no pueden subir porque no se ayudan entre sí”. 

¿Triste e indignante? Por supuesto, es por ello que la única forma de cambiar esta realidad tan devastadora es a través de la educación y la cultura. Existen sociedades que en situaciones de diáspora se ayudan entre sí, no solo a conseguir empleo, sino también a encontrar un lugar dónde vivir y cómo crecer.

Ojalá que el cangrejismo muera y que aprendamos a ayudarnos e impulsarnos no solamente cuando hay siniestros que nos muestran nuestra capacidad de organización e inmensa humanidad.

Que la excepción sea la norma.

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