De Loncheras que regresan la fe en el amor…
Las Ítacas
No soy una persona que disfrute las gringaderas con olor a palomitas y hot dogs, de más está decir que jamás seré fan de películas del tipo 50 Sombras o las que se acumulen en la semana, si acaso asisto a verlas seguro será para con mi humor negro burlarme de la ridiculez o lo ilógico de los diálogos, so pena de que me soliciten “amablemente” abandonar la sala… dicho sea de paso por la acritud que me provocó haber perdido la apuesta por la que tuve que leer la “trilogía” de las malditas sombras, y es que ahora todo es en trilogías, como si con un mal libro no fuera suficiente, se requieren tres para convencer a las mujeres de que el sadomasoquismo y el bondage son la opción…
En esas elucubraciones fantasmagóricas andaba cuando me encontré con una película que compré un día de estos en los que se antojaba ver algo distinto y escogí “The Lunchbox”, tal vez porque en la portada aparecía una pregunta que decía ¿Podrías enamorarte de alguien que nunca has conocido?
Leyendo información sobre la misma me enteré de que fue escrita y dirigida por Ritesh Batra y producida por Guneet Monga, Anurag Kashyap y Arun Rangachari. Cuenta con las actuaciones de Irrfan Khan, Nimrat Kaur y Nawazuddin Siddiqui, después de leer los impronunciables nombres caí en cuenta de que se proyectó por primera vez durante la Semana de Críticos Internacionales en el Festival de Cannes de 2013, y posteriormente ganó el premio de la Crítica que también es conocido como Grand Rail D’Or.
Fue mostrada durante el Festival Internacional de Cine de Toronto de 2013. El Film fue lanzado en la India el 20 de septiembre y siendo todo un trancazo, (¿tendrá que ver con el sistema de castas, con la religión como forma de vida o con los conceptos de culpabilidad paralelos? No sé, pero la cinta funciona perfectamente para nuestra dulce y hasta inocente de vez en cuando, cultura mexicana)
La premisa es interesante, aunque los personajes parecieran comunes: Saajan quien es un contador solitario que se encuentra a punto de retirarse de su trabajo, Ila que es una joven ama de casa que busca la atención de un esposo indiferente a través de la cocina. La tía de la joven mujer que vive en un departamento en el piso superior, quien le da consejos de cocina a través de gritos por la ventana.
Saajan e Ila no tendrían por qué relacionarse, sin embargo un malentendido por culpa de los “dabbawalas” (un muy complicado sistema que recoge y entrega almuerzos y comidas desde casas y restaurantes a los hombres en sus trabajos) en Mumbai, genera una confusión ya que la lonchera con la deliciosa comida que Ila prepara para su esposo llega por equivocación a Saajan; al no recibir ningún comentario de su amargado y asquerosamente frustrado esposo, Ila le pregunta por su opinión sobre la comida que le envía y se da cuenta de que no le está llegando, así que valientemente le escribe una nota al “tipo” que se está comiendo su comida agradeciéndole por comerse lo que no es suyo y que era el platillo favorito de su marido.
Saajan le contesta diciéndole que la comida estaba salada. Ila le envía entonces comida picante resultando en un intercambio de notas constante, comenzando una extraña pero hermosa relación en la que ambos reencuentran el sentido de la vida, creando un enamoramiento emocional, en el que un objeto inanimado cobra vital importancia: La lonchera que antes Saajan miraba de forma indiferente y hasta despreciativa, le devuelve la sonrisa y las ganas de abrazar la vida.
Saajan lidia mientras tanto en la oficina con Shaik un nuevo empleado que debe entrenar para dejarlo en su puesto, pero que es flojo, lento, y torpe además de irresponsable, toda una joya. Ila mientras tanto descubre que su esposo tiene un romance y que ya no está interesado en ella, además de enterarse de que su padre tiene cáncer de pulmón y debe apoyar a su madre.
Shaikh y Saajan se convierten en amigos, y Shaikh le confiesa a Saajan que es huérfano y que vive con su novia, él quiere casarse, pero el padre de la novia lo desprecia por no tener ancestros o familia, Saajan se ofrece a ser su padrino de bodas en representación de su familia.
Ila menciona en su correspondencia que Bután es un país pobre, pero feliz, ya que el costo de la vida es muy inferior al de la India y Saajan comienza a pensar la posibilidad de mudarse ahí con ella. Ella le pide que se conozcan y él aparentemente no aparece para la cita, aunque en realidad se da cuenta de su vejez y se siente ridículo cortejándola, ella como castigo le envía una lonchera vacía al día siguiente. La historia continúa con la muerte del padre de Ila, y su madre confesando su infelicidad durante la mayor parte de su matrimonio, lo cual libera a Ila, ella decide entonces ir en busca de Saajan, y para ello asiste a la oficina de los que ocasionaron la confusión en una primera instancia: Los Dabbawalas.
Así descubre la dirección de su oficina y se lanza al vacío de la experiencia para encontrarse con él, pero se entera de que él se ha retirado y decidido mudarse a Nashik, una pequeña provincia. Ella le escribe un último mensaje de despedida anunciándole que abandonará a su esposo y se mudará a Bután. La película tiene un final inesperado en el que la música de los Dabbawalas se escucha y nos deja con la pregunta… ¿Puedes enamorarte de alguien a quien no has conocido nunca? ¿Qué tanto estamos dispuestos a tener el valor de dejar lo malo conocido por algo incierto? ¿Es cierto que el amor exista y se pueda encontrar de formas tan sui generis?
Los que hemos estado enamorados, los idealistas y los que creen en la vida se quedarán con una inmensa sonrisa y con unas enormes ganas de tener cerquita a alguien a quien amar y darle de besos, de esos que arrebatan la respiración… o de plano los harán salir corriendo a comprarse una lonchera.
Mientras tanto: ¡¡¡Vámonos a Vivir!!
Y con suerte a amar mucho, mucho, mucho…