Queridos Itacenses de mi corazón, ya estamos en agosto, lo cual quiere decir que estamos a diez minutos de ver calabazas, Halloween, calaveritas, osos polares y árboles de Navidad por todos lados.
Y ahora que hablamos de Halloween, no puedo omitir mencionar que desde hace algún tiempo se ha puesto de moda realizar rituales por todo, primer viernes del mes, último domingo del mes, luna de fuego, portal de no sé qué, manzana con canela, úntese de miel y oro, luna de sangre y un larguísimo etcétera.
Puedo afirmar sin temor a equivocarme que a falta de certezas, y como resultado de la sociedad líquida en la que nos hemos convertido, según Bauman, la humanidad está cayendo en una era irremediable de pensamiento mágico y misterioso, cualquier parecido con el nombre de un álbum de los Beatles es completamente premeditada, alevosa y ventajosa, sin escapatoria alguna. Entre los aranceles desafortunados de Trump, la violencia a la vuelta de la esquina, la falta de acuerdos y certezas en cuanto al regreso de los universitarios de la UAEMéx, las declaraciones para crear la “Chicharito secta”, y a ver cómo amanecemos la próxima semana, es explicable la urgencia de creer en algo…
Y justamente ayer, primero de agosto se celebró Lughnasadh uno de los cuatro festivales mayores del calendario medieval irlandés: Imbolc al comienzo de febrero, Beltane el 1 de mayo, Lughnasadh en agosto y Samhain en octubre. No convertiré este espacio en una apología a mis intereses paganos, sin embargo, creo que la vocación de la cosecha de Lughnasadh podría venirnos bastante bien en estos momentos.
La festividad de Lughnasadh marca el comienzo de la época de la cosecha, la maduración de las primeras frutas, y fue tradicionalmente un tiempo de reunión de la comunidad, reuniones con familiares y amistades distantes. Apelar a la unidad en los momentos mundiales convulsos, donde olvidamos nuestra humanidad y somos partícipes de la estupidez de la guerra son siempre buenos momentos para invitar a la reflexión y al agradecimiento por la cosecha.
La religión católica no ha desaprovechado la fama de este festival y ha destinado la fecha del 1ro de agosto para bendecir los campos.
Sea en Irlanda, México o Timbucktú el momento de cosechar debiera ser siempre un momento feliz, en el que hacemos un alto y valoramos los regalos que nos da la tierra a cambio de nuestra ardua labor.
Quiero rescatar 3 prácticas fundamentales:
Primero.Cuida lo que siembras, eso cosecharás… si siembras rosas, no esperes cosechar guayabas, recibimos lo que damos y de nosotros depende que esto nos provoque felicidad o terror.
Segundo. La familia y los seres amados son la respuesta en tiempo de aflicción, procura tener al menos uno a la mano.
Tercero. Bendice y agradece más allá del pensamiento mágico, una frase atribuida a Einstein, “Existen dos formas de ver la vida: una es creer que no existen los milagros y la otra es creer que TODO es un milagro”, me inclino personalmente a la segunda y que cada quien haga lo que quiera o lo que pueda con su vida.
Reflexión final: Nosotros decidimos dónde ponemos nuestra atención ¿Y si solo como ejercicio disruptivo, nos detenemos cinco minutos al despertar, cinco minutos antes de comer y cinco minutos antes de ir a dormir para agradecer todo lo bueno que hay en nuestras vidas? Observemos que sucede, seguramente se darán cuenta que mientras más agradecemos, más razones tenemos para hacerlo.
Ojalá me cuenten aquí: @palomacuevasr en X.com
Y si no, que la nación se los demande. Hasta la Ternura, siempre…
PAT
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