De no morir en el intento…

De no morir en el intento…

LAS ÍTACAS
De no morir en el intento…
Por Paloma Cuevas

Paloma Cuevas
Julio 13, 2025

Algunas de mis mejores amigas han optado por la no reproducción, y no las culpo, cuando encuentro manchitas de caramelo en mi vestido favorito o cuando mis mejores libros desaparecen bajo las ávidas manitas de Galileo, mientras busca encontrarle una explicación clara a la mitología y compara la azteca con la escandinava y, mejor aún, encuentra similitudes que nunca se me habrían ocurrido a pesar de haber estudiado filosofía.

Siempre me consideré alguien un tanto egoísta, de hecho, esa es la razón por la que no estudié medicina, valoraba tanto mi sueño, la posibilidad de pasar tiempo con mi familia, que a pesar de tener una formación humanista y realmente humanitaria; y ser hija de un médico, decidí no serlo.

Siempre soñé con ser una mujer libre, y creo que en cierta medida lo he conseguido, soy una mujer que dice lo que piensa, la mayoría de las veces soy cuidadosa de las formas; pero cuando la situación lo amerita convertida en revolucionaria, abrazo la rebeldía y peleo con todas mis fuerzas… Una mujer que sigue sus metas, que se traza objetivos y que lucha por alcanzarlos, enseño a mis hijos que todo se puede si se planifica y se tiene disciplina.

Hasta hoy la libertad me ha funcionado y me ha permitido seguir viviendo sin volverme loca con un par de trabajos, esc libros, manejando #ProyectoÏtaca, algunas colaboraciones para revistas, y un trío de mosqueteros que me admira y respeta y ante los cuales rindo cuentas toooooodos los días.

A veces me muero de cansancio, sobre todo los sábados en la mañana, justo cuando a Tadeo le da por atravesarse en mi cama y decir, “Quiero lechita y una donita de chocolate,” y lo único que acierto a contestar es un ruido ininteligible que generalmente significa “Déjame dormir, cinco minutitos más.”

He tenido la suerte de educar a mis hijos para ser responsables y de muy rara vez intervenir en sus tareas, me gusta guiarlos y apoyarlos, pero nunca les estorbo en el camino, ellos conocen sus responsabilidades y yo las mías y las manejamos muy bien hasta el día de hoy, cuando ellos salen de clases me esperan un ratito en la oficina de a lado y comienzan a avanzar en su tarea, llegamos a casa, reviso y firmo, fin de la historia, la tarea queda realizada y yo liberada de “eso” que a fin de cuentas no es más que una herramienta que mide si mis hijos están aprendiendo-entendiendo en las clases o no.

Ayer recordé cuando nos tocó “proyecto familiar” para el colegio de los niños, y jugamos a hablar de valores, de “Pinocho”, “Pedro y el Lobo”, y demás ejemplificaciones de lo que son la verdad y la honestidad, lo más divertido de todo fue que tras dar 50,000 ejemplos para que los niños “comprendieran” el concepto Tadeo con sus 5 añitos contestó: “Alguien honesto es quien dice la verdad… sin importar si se mete en problemas…” Eso me sonó tanto a mí que me sentí muy feliz (debo decirlo sin falsas modestias) ya que fue capaz de sintetizar un concepto un tanto abstracto y decirlo de manera simple…

Tuve también que realizar un par de traducciones, mientras ellos estudiaban para sus exámenes y mentiría si digo que les ayudé a estudiar. “Sus procesos son solo suyos”, y no sé si me repito ese mantra para sentirme menos culpable por NO estar ahí haciéndoles “guías de estudio”, ni arruinándoles las tardes preguntándoles por veinteava vez lo que ya estudiaron en la escuela, y descubrir sus excelentes promedios me hace sentir sumamente orgullosa no por el numerito en la boleta, sino por su capacidad de aprendizaje y responsabilidad a tan temprana edad.

Hoy soy madre, mujer libre, y profesionista y hasta hoy no he muerto en el intento, porque me siento sumamente bendecida por los Tres Mosqueteros que permiten que mi vida tenga pinceladas de tragicomedia de vez en cuando, que me apoyan y permiten seguir siendo yo, a pesar de no ser la mamá que saca el guisado de revista del horno y que probablemente no sea la mártir de la telenovela de las cuatro de la tarde y que sin embargo, no cambio por nada ni por nadie ese momento en que cualquiera de mis hijos me dice: “Mamá”.

Por maternidades libres, respetuosas y comprometidas y si no, que la nación nos lo demande…

PAT

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