De recordar la raíz

De recordar la raíz

Las Ítacas

Paloma Cuevas
Agosto 31, 2025

Hay tantos niños que van a nacer

Con una alita rota

Y yo quiero que vuelen compañero

Que su revolución

Les dé un pedazo de cielo rojo

Para que puedan volar.

Manifiesto, Pedro Lemebel

Queridos Itacenses, esta tarde traigo para ustedes una recomendación que me voló el cerebro hace unos días cuando mi editor de Penguin Random House me solicitó reseñarlo para mi espacio en Langosta Literaria.

Al leer el título sentí interés de inmediato, Raíz que no desaparece, y es que me brincó el nombre de la autora: Alma Delia Murillo.

Mucho tiempo seguí su blog, el cual recomiendo ampliamente Posmodernos y jodidos, en donde revisa temas varios.

La autora me es conocida por varias obras previas, que he disfrutado y que me han gustado, tales como El niño que fuimos y La cabeza de mi padre, que apela a todos esos padres tan ausentes y tan alejados de su responsabilidad que hoy serían catalogados como deudores morosos alimentarios, más bien parecidos a Pedro Páramo…

En Raíz que no desaparece, Alma Delia nos interpela a todos, todas y todes, porque no existe una sola persona en nuestro país que no haya sido atravesada por las desapariciones forzadas, las cuales se han convertido en el tema sin solución de este país. Con la urgencia y el dolor que provoca saber que las violencias han arrebatado a las familias la posibilidad de vivir en paz, a través de su relato, Murillo convierte este fenómeno social que muestra la vulnerabilidad a la que todas las personas nos encontramos expuestas, en algo que nos pertenece.

Mientras utiliza datos duros como las 6 mil fosas “clandestinas” que se han encontrado en un país donde 120 mil personas están en calidad de desaparecidas, lo que ha terminado por hacer de gran parte del territorio nacional fosa silenciosa, sobre la que caminamos todos los días, siempre a punto de explotar y mostrarnos nuestra propia podredumbre.

A través de la creación de un universo habitado por personajes que logran ser amados u odiados, Alma Delia nos lleva de la mano a comprender lo incomprensible, mientras nos metemos en la piel de esas madres que también desaparecen de manera gradual.

¿Lo más tremendo? El fenómeno del Alzheimer que desarrollan algunas de las madres buscadoras a manera de protección para tanto dolor, entonces la paradoja, porque RECORDAR proviene de “Re-cordis: volver a pasar por el corazón. 

Pareciera entonces que el cerebro se pone en huelga y evita que volvamos a pasar por el corazón, evita que recordemos aquel dolor que nos hizo sentir que dejábamos de ser humanos para convertirnos en cientos de miles de animales heridos, reventados de memoria, entregados al desamparo del dolor.

Las madres buscadoras se enfrentan a tanto: Sistemas podridos a nivel mundial, algunos servidores públicos indolentes y aún a la criminalidad, pero SON MADRES. Podrán venir las amenazas, el cansancio, el Alzheimer, pero jamás llegará el olvido y para muestra Ada que en una de sus últimas cartas le dice a Marcos, – la invitación es a leer la historia, – y con ello sella mi lectura con el llanto más descarnado que haya llorado jamás:

“Hijito: Y aunque todo se olvide nunca me voy a olvidar de ti.                                                                                                                Ada”

Mi cierre, honra a Bradbury en Fahrenheit 451 igual que Alma Delia, cuando dice: “Conocemos las barbaridades que hemos cometido y mientras recordemos eso, tal vez algún día dejaremos de vivir en esta brutalidad. Y cuando nos pregunten qué estamos haciendo, podremos decir: «Estamos recordando». Es así como venceremos.” 

Recordemos, no nos permitamos olvidar, y si no, que la nación nos lo demande. 

Hasta la ternura siempre. Hasta ese lugar donde las madres y los hijos sabemos que existe lo indestructible de la energía que nos une y que no se crea ni se destruye, solo se transforma. 

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