De ser madre en México

De ser madre en México

Las Ítacas
De ser madre en México
Paloma Cuevas

Paloma Cuevas
Mayo 10, 2025

El 10 de mayo no es un día cualquiera. Es el día que desde hace 103 años el director de un periódico – Rafael Alducín, director de Excélsior, para mayores datos, apoyado por el entonces Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, – eligió para ponerle un alto a los afanes feministas de las “mujeres del sur” – “esas que andaban con sus relajitos sufragistas y afanes de participación política”- para honrar al ser más valioso en la vida de las familias mexicanas: la MADRE, generar derrama económica importante y de paso ensalzar y reconocer los valores tradicionales y los estereotipos de lo que ser mujer significa en una sociedad dominada por el patriarcado.
No entraré en detalles de los temas que ya hemos discutido largamente en este espacio, sin embargo es innegable que parte del ADN nacional está plagado de esa aparente veneración a la maternidad que tiene raíces profundas en México.

En las culturas mesoamericanas, se rendía culto a la maternidad y la fertilidad, tan cierto es esto que en algunas de ellas, a las mujeres muertas en el parto, se las consideraba a la altura de un guerrero muerto “al filo de obsidiana” y se les otorgaba “el derecho de acompañar al sol durante su trayecto por el firmamento”, pues iban a un paraíso especial llamado Tonatiuhichan.

Dicho lugar era descrito como una extensa llanura soleada donde se reunían los guerreros. Después de cuatro años de permanencia ahí, los guerreros y guerreras se convertían en aves y mariposas en el mundo de los vivos.
Con la llegada de los españoles y la imposición de una religión monoteísta, esa tradición fue asociada con la Virgen de Guadalupe. De ahí que todas las mujeres seamos PUTAS, – sentencia, perpetuadora de todos los tipos de violencias, menos las mamás y la virgencita…

Sin embargo, mucho dista la realidad actual de la ancestral y la de hace un centenar de años. Hoy las mujeres pertenecemos por igual al ámbito de lo público y lo privado. Sostenemos la vida, la economía y al reproducirnos dotamos al país – del mundo hablamos otro día con más calma- de mano de obra en muchas ocasiones ilustrada, calificada, precarizada y subvalorada- como muestra lo que ocurre hoy mismo con la máxima casa de estudios del Estado de México, donde los alumnos exigen educación de calidad para acceder a empleos bien remunerados y realmente incidir en la economía nacional.

Ser madre en México es sostener familias donde los Pedros Páramos modernos en muchas ocasiones no se hacen cargo de sus responsabilidades, y que al amparo de un sistema judicial fallido cometen todo tipo de violencias contra las infancias y sus madres –que ahí no son ni festejadas, ni celebradas, ni valoradas- desde negligencia, violencia vicaria, violencia física, violencia sexual, etcétera, que no hacen sino generar indignación y enojo.

Ser madre en México es también vivir con el miedo de formar parte del club de las MADRES BUSCADORAS, esas mujeres que ininterrumpidamente salen todos los días a buscar a aquellos que al “desaparecer”, se han llevado su razón para vivir, mientras cuentan con la admiración de una sociedad que es al mismo tiempo omisa.

De todos modos, sea como sea, felicidades a esas mujeres que como yo desde el inmenso amor y un poquito de inconciencia hemos decidido poblar este país al que tanto amamos, porque eso sí es una verdad irreductible: Cómo México no hay dos. Que las amen, las valoren y las consientan y que seamos capaces de dejar este país mejor que cómo lo encontramos, educando seres humanos conscientes, honestos, valiosos, respetuosos y responsables y si no: ¡Que la nación nos lo demande!

PAT

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