De un Ángel sin Sombra y algunos recuerdos

De un Ángel sin Sombra y algunos recuerdos

Las Ítacas

Paloma Cuevas
Junio 29, 2025

En 2014 un viernes  de abril en punto de las 10:00 horas el Aula Magna de Rectoría se llenó de luz con la presencia de Antonieta Rivas Mercado, en la presentación del libro “Antonieta Rivas Mercado. Diario de Burdeos (Edición Crítica)”, que contó con la presencia de la primera actriz Angélica Aragón, la escritora Kathryn Blair, quien fuera nuera de Antonieta Rivas Mercado, de autoridades universitarias y por supuesto de familiares de “aquella mujer” que se atrevió a ser motor de inspiración y cambio en la cultura mexicana, siendo pionera al cortarse el cabello, utilizar pantalones, divorciarse, apoyar al feminismo y ser una patrocinadora e impulsora del área cultural de nuestro país específicamente en la música y el teatro.

Hoy recordé esa mañana, porque al estar acomodando los libros en mi nuevo universo, me mudé de casa en mayo, dejando gran parte de mi vida detrás, me di cuenta en carne propia, de cómo es que nos vamos convirtiendo en quiénes somos, con lo que leemos, escuchamos y hacemos.

Nacida en la Ciudad de México en 1900, Antonieta se desempeñó como periodista, literata, dramaturga, feminista y bailarina, además de dominar varios idiomas, podría decirse que fue la mujer del siglo XX, con toda esa potencia vital que desemboca en la necesidad de crear, de apoyar, de ser, de explotar y llenarlo todo de sí…

Desde pequeña recibió la mejor educación disponible para una mujer de su época, practicando la danza desde muy pequeña, aprendió a hablar inglés, francés, alemán, italiano y griego. Reconocida como punta de lanza en la renovación cultural de nuestro país, posterior a la Revolución Mexicana. 

Entre sus obras más importantes  se encuentran la fundación del Teatro Ulises, la creación del patronato para la Orquesta Sinfónica de México, bajo la dirección de Carlos Chávez. Fue mecenas de personajes como Andrés Henestrosa, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen, Clementina Otero y el pintor Manuel Rodríguez Lozano. 

A los 18 años Antonieta se casó con Albert Blair, quien era un hombre de inclinaciones conservadoras que participó en la Revolución Mexicana por su amistad  con los Madero. En 1919, nació su hijo Donald Antonio. Deciden vivir en San Pedro de las Colonias, Coahuila, donde al darse cuenta de la nula funcionalidad del matrimonio Antonieta decide regresar a la casa paterna, en un inicio Blair busca la reconciliación, pero se da por vencido por su interés de perseguir una carrera en la vida política y su desaprobación de la relación de Antonieta con Diego Rivera, por sus filiaciones izquierdistas y la forma escandalosa de vivir la vida. A partir de 1923 y hasta 1926 Antonieta y Donald Antonio viajan por invitación de su padre por Europa y su regreso inicia el viacrucis por su separación matrimonial, ya que Antonieta tuvo que luchar por la custodia del pequeño Donald, lo cual la desgasta terriblemente, cualquier parecido con las situaciones que las mujeres aún enfrentamos, no es mera coincidencia; sino resultado del entramado patriarcal contra el que seguimos luchando todos los días.

Durante los años de 1928 y 1929 José Vasconcelos se convierte en su compañero sentimental, teniendo suma importancia en su candidatura presidencial, a través de la cual esperaba lograr el sufragio femenino, y la educación justa de las mujeres, por las que sentía una honda preocupación, tal como lo menciona en su ensayo La Mujer Mexicana publicado en el Sol de Madrid en 1928. 

De este modo se convirtió en una promotora incansable del voto femenino, conociendo la historia de las sufragistas tanto americanas como inglesas, considerando que la violencia no iba con el carácter latino en cuanto al papel femenino, decidió utilizar a la Virgen María con el niño en brazos como heroína de las sufragistas mexicanas. La meta, el sueño de Antonieta era el despertar del deseo de votar en la mujer, hacerla sentir que además de ser su derecho era su responsabilidad, en su ensayo, La Mujer Mexicana, dice :

 “Es preciso, sobre todo para las mujeres mexicanas, ampliar su horizonte, que se les eduque e instruya, que cultive su mente y aprenda a pensar”. Todo un sueño para una época tan conservadora en la que mujeres como Remedios Varo, Nahui Ollin, Frida Kahlo y Tina Modotti se atrevieron a desafiar los convencionalismos y a vivir…

Por mucho tiempo me costó profundamente entenderla, hoy sé que no es necesario. Es fundamental que las mujeres sigamos levantando la voz por las que aún no han podido hacerlo, que compartamos de manera generosa lo que sabemos y que continuemos preparándonos incansablemente para construir las ciudades, los municipios, los estados y el país al que aspiramos.

La encomienda es dejar de lado los egos y unirnos en un clamor al unísono, hasta que la justicia e igualdad sustantiva sean una realidad.

Mujeres con conciencia de género y de clase, listas para hacer la diferencia en un mundo que parece estar en retroceso, hacía la falta de derechos y de respeto por aquellos que se encuentran indefensos.

Que sepamos hacer lo que nos corresponde y si no, que la nación nos lo demande.

P.D. Ustedes, ¿qué opinan?

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