Del egoísmo por el placer…
Antevasin
A lo largo de los últimos años el cine mexicano y sus realizadores se han esforzado por mostrar propuestas interesantes, no sólo a manera de entretenimiento, – de las cuales ya hemos visto resultados alentadores, tales como su inclusión en festivales de cine de primer nivel y premiaciones que han puesto de manifiesto su calidad internacional – sino también como productos detonadores de oportunidades para el análisis y cuestionamiento de estructuras y constructos sociales que hemos eternizado en la vida, tales como el amor.
Hablemos de El placer es mío (México, 2015), que será mi recomendación de esta semana.
Cinta dirigida por Elisa Miller, que en 94 minutos logra desmenuzar de una manera inteligente, intensa y bella el dolor por los amores desechables y superficiales, el terror al compromiso, la cosificación del otro en aras de utilizarle aún sin su consentimiento con propósitos reproductivos y el sexo como moneda de cambio paliativamente para mediar con el dolor del desencuentro y la violencia de pareja.
Recomiendo sin intención de echar a perder la posibilidad sorpresiva el observar cuidadosamente la escena del inicio para comprender la escena del final, una pareja de pie en un paraje boscoso, con miradas de dolor y cuestionamiento respectivamente, ante la sentencia inapelable de que “el amor” en muchas ocasiones no es suficiente.
Con las actuaciones de Flor Edwarda Gurrola, Fausto Alzati, Camila Sodi y Tina Romero entre otros, El placer es mío revisa la idílica premisa de una pareja (Rita y Mateo) quienes se alejan “de la civilización”, para vivir su historia de amor sin interrupciones, sin las distracciones y las convencionalidades sociales.
Sin embargo parece no ser suficiente, pues poco a poco nos damos cuenta de la falta de conexión real entre ellos, la urgencia de la creación de vínculos aparentes a partir de pláticas superficiales, sin forma y a veces sin fondo, y relaciones sexuales de urgencia desenfrenada.
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Mientras Rita es una mujer a punto de terminar “el doctorado”, en ningún momento se entiende a qué se dedica Mateo.
Conforme la trama avanza los problemas de comunicación también lo hacen y poco a poco la conexión sexual va quedando en segundo plano cuando Rita decide que quiere ser madre y se da cuenta de que Mateo no está interesado, lo que pone tensión lo único que al parecer los mantenía unidos.
La llegada de “la prima” no consanguínea que ha estado obsesionada toda la vida con Mateo detona las inseguridades de Rita, dando paso a las infidelidades y la tensión que estas generan y termina por reventar -así tal cual, no hay palabra que defina mejor lo que ocurre – en violencia física.
Lo que había sido violencia emocional tremenda, se convierte en un grito de urgencia dolorosa de amor, autoestima y propósito.
La narrativa de la historia – al igual que en la vida – no es lineal y no da respuestas al estilo de la típica telenovela con final feliz.
Los cuestionamientos quedan ahí para que sea el espectador quien decida si quiere hacerlos suyos o dejarlos ahí.
La lectura de la obra será seguramente tema de conversación, así que sin más les dejo esta bomba de tiempo para ir más allá de la comodidad de Hollywood.
Disfrutar de buenas actuaciones y darse un rato para analizar el fenómeno de amores por encimita que abundan en nuestros días.
Que sea o no una buena película para el espectador dependerá evidentemente de quién la mire y del contexto en que se encuentre. Dicen por ahí – y dicen bien – que “la belleza está en los ojos del que la mira…”
Dejaré el vínculo por aquí y los invitaré a darle una oportunidad: https://www.filminlatino.mx/pelicula/el-placer-es-mio