A los 29 años, Diana Glez se ha convertido en una de las voces jóvenes que desde Ecatepec construyen un camino literario en la poesía. Su acercamiento con las letras no surgió de manera planeada, sino desde una experiencia personal que la marcó en la infancia y que le permitió descubrir el poder de las palabras.
Trayectoria de la poetisa está marcada por grandes influencias familiares
Recordar a su abuelo paterno, Melquiades González Beltrán, se convirtió en el inicio de una búsqueda artística que aún conserva.
“Siempre digo esto como algo desafortunado, porque creo que desde la pérdida de mi abuelito paterno como que pude conocer un poco este lado artístico y a la vez consolador, porque a un niño ¿cómo le explicas que murió alguien que ama?.
Recalca la importancia de abrir caminos
Tenía cuatro años cuando falleció mi abuelito y me lo explicaban hasta de una manera poética, quizá no intencional, pero recuerdo que mi mamá me decía que mi abuelito estaba en el viento, o en Día de Reyes decían que mi abuelito me había traído algo, entonces siento que a partir de ello empecé a encontrar un lenguaje poético”, relató.
La escritura llegó a ella en la niñez, cuando una profesora le dejó una tarea que le permitió canalizar lo que sentía. En esa actividad encontró una manera distinta de entender su mundo.
“Una profesora me dejó de tarea escribir un cuento y mencionaba esta pérdida de mi abuelito, pero siempre terminaba como algo esperanzador, como que lo sigo sintiendo en el viento, en el sol, eso ya fue cuando yo tenía unos ocho años, pero siempre traje ese tema de a dónde se había ido mi abuelito y cuando descubrí la escritura a partir de este ejercicio fue cuando supe y descubrí que a lo mejor podía encontrar un refugio o entenderme mejor a partir de la escritura”, señaló.
Primeras lecturas
El acercamiento a la poesía se fue consolidando a lo largo de su infancia y adolescencia. Un libro ilustrado marcó el inicio de manera entrañable, acompañándola mientras comenzaba a explorar otros autores.
“Uno de los primeros libritos que leí se llamaba Pajaruli, era como una antología muy selecta para niños, viene ilustrado y todo, ahí tenía como unos nueve o diez años, ya en la secundaria de repente comenzaba a leer algunos autores de los más famosos”, comentó.
Aunque su formación profesional se inclinó hacia la bioquímica, durante la preparatoria un maestro le abrió la puerta para reconocerse como artista. En ese momento supo que su camino estaba en las letras.
“En preparatoria recuerdo que me encontré con un maestro que se llamaba Narciso, él como que vio algo en mí, recuerdo que un día hizo un concurso y yo ya tenía esa afinidad con lo artístico. Este maestro me escogió para participar con un poema, antes era una persona tímida, entonces como que me motivó bastante y creo que a partir de ahí supe lo que quería hacer. Creo que como artistas, sabemos desde niños que somos artistas pero la vida y comentarios sabemos que es difícil vivir del arte, por eso la decisión también de estudiar otra cosa pero mi pasión siempre fueron las letras”, señaló.
La pandemia y el salto de fe
Durante la pandemia, Diana encontró un punto de inflexión que la llevó a decidirse por completo a la poesía. El aislamiento y la reflexión personal fueron el detonante para comenzar a compartir su obra con mayor seriedad.
“Fue encontrarme conmigo misma, la verdad estaba pasando por un momento; como muchos pasamos, medio melancólico. Entonces quise hacer un cambio, una revolución en mí, cuestionarme y en este caso de la poesía me puse a pensar que escribo desde que casi tengo memoria, tenía que hacer algo con esto.
Empecé a descubrir esta parte más introspectiva y había una frase que decía, en un libro que leía de Van Gogh, ‘más vale tener el alma ardiente antes que ser demasiado prudente’, entonces para mí fue un -atrévete-, empecé a mandar mis textos a revistas y por ahí me publicaron una, eso me motivó”, comentó.
Las redes sociales se convirtieron en un espacio para difundir sus poemas y, poco a poco, para darle forma a su primer libro. Fue entonces cuando se encontró con Ever, un escritor peruano con quien dio un salto importante en su trayectoria.
“Empecé a publicar mis poemas en 2019 en Instagram, pero no de una manera tan formal, pero me parece que en 2021 empiezo un poco más a descubrirme; en el aspecto de revelar más mi rostro en redes, ya empezar a trabajar en tener un libro medio armado, hasta que a finales del 2021 me encuentro con un escritor que se llama Ever, él tiene una pequeña editorial en Perú, tuvimos ahí un acuerdo para hacérmelo, fue un salto de fe, mi familia preocupada porque no fuera a ser una estafa, salvo mi abuelito materno, fue el único que me dijo que confiara; se llama Jorge Contreras”, relató.
Ese primer esfuerzo editorial no solo le permitió materializar un proyecto personal, también la motivó a seguir escribiendo y compartir su poesía en nuevos espacios.
“Ever también tiene mucho público aquí en México, pero yo empecé de cero, incluso no sabía cómo cotizar para imprimir un libro, pero a partir de ese libro, La Relatividad de Perder; que fue mi primero. Nunca descuidé una cosa por estar con otra y siento que la misma pandemia me ayudó a escribir”, señaló.
Ferias y aprendizajes
El 2023 representó para Diana la experiencia de participar por primera vez en una feria del libro. Ese escenario le mostró la importancia de gestionar su propio camino como escritora independiente.
“Creo que a veces se piensa que por no tener un horario formal esto no es un trabajo, creo que quien se quiera dedicar a esto debe entender que no es un hobby, desde las redes sociales, la gestión de las ferias, el dinero que inviertes para un libro, sobre todo cuando eres independiente. Es muy importante abrirse camino uno mismo, abrirse espacios. A alguien que le agradezco mucho y que un día me dio un gran consejo, es un amigo que se llama Gerardo Castillo y fue el primero con quien tuve un recital, fue que no tienes que esperar a que alguien te diga, hay que crear espacios, él se subía hasta a las micros”, comentó.
En ese proceso también comprendió el papel del ego en la vida artística, un tema que considera puede marcar el rumbo de quienes escriben.
Hasta ahora, Diana ha publicado tres libros, cada uno con una propuesta distinta pero unidos por una voz poética que refleja sus emociones y procesos personales.
“El primero lo publiqué en 2022, se llama La Relatividad de Perder, habla un poco de la expectativa, idealizar a alguien en lo amoroso, yo ilustré el libro y la portada, se divide en 3 partes, la primera es ‘encontrar’; poemas un poco de amor o desencuentro, la segunda parte se llama ‘perder’; que a veces parece que estás perdiendo algo pero en realidad no es así, la tercera se llama ‘tiempo’ con poemas más de amor propio.
El segundo libro es La Anatomía del Cambio, lo publiqué a inicios del 2024; más introspectivo, de encontrar los miedos y la valentía en la fragilidad, una de las frases más populares la inspiró mi abuelito Jorge que dice ‘la valentía es enfrentarse al miedo de mostrarse frágil’ (…) el tercero se llama La Predicción de mis Heridas, lo publiqué a inicios de este año y algunos de los poemas que publiqué los escribí hace años y sí tiene una historia narrativa”, señaló.
El alcance de sus libros ha ido creciendo con cada publicación. Uno de ellos llegó incluso a colocarse entre los títulos más vendidos de su categoría en plataformas digitales.
“Para mi primer libro tuve una participación virtual en la Feria del Libro de Francia, con mi segundo libro tuve más alcance con la gente, pero más allá de esos espacios, son cada mensaje que me envían, incluso cuando lloran frente a mí, recuerdo que en algún momento dije que me gustaría llegar; de esa manera sentimental, aunque sea a una persona y creo que hasta el momento ha sido más de una persona, esos momentos han sido cruciales para mí como poeta, cada presentación no la subestimo”, relató.
Mirada hacia el futuro
Este año, Diana tiene previsto participar en la Feria del Libro de Monterrey, así como en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, espacios que le permitirán ampliar el alcance de su poesía y compartir escenario con otros escritores.
“Me veo toda la vida escribiendo, siempre digo que no conozco otra cosa de vivir que no sea sintiendo y me gustaría morir escribiendo un poema para que quienes me amaron escriban lo que falta. También me debo a las personas que me aman, como mi papá, mi mamá, mis abuelitos, mis tías, mis amigos.
Ojalá pueda hacerlo de manera internacional e ir a otros países en algún punto, también no quedarme en la poesía; aunque siempre le estaré agradecida, pero también escribir una novela y llegar a un poquito más de gente y que sepan de dónde vengo y que sí se puede, no desde la parte egocéntrica, sino por los estereotipos y estos comentarios que a veces escuchamos de que en Ecatepec no se lee y otro tipo de comentarios, cositas que hay que ir erradicando”, señaló.
La historia de Diana Glez es la de una escritora que convirtió la memoria y la pérdida en un lenguaje poético capaz de trascender. Desde los recuerdos de su infancia hasta la publicación de tres libros y la participación en ferias nacionales e internacionales, su trayectoria refleja una convicción: la poesía no es un pasatiempo, sino un camino de vida.
Con cada verso, reafirma la decisión que tomó en los días de encierro durante la pandemia: escribir para encontrarse consigo misma y, al mismo tiempo, con los demás.
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