Don José crea obras de arte con metal reciclado

La basura de unos es el tesoro de otros, es por ello que decidió convertirse en metalistero y darle vida a láminas y tornillos oxidados

Pese a que su oficio de escultor de obras de arte con metal reciclado durante más de 40 años, lo tiene afectado de los pulmones, don José Antonio Guadalupe Fortanel González de 66 años, venció al Covid-19, virus que lo mantuvo hospitalizado, pero se levantó para seguir con su pasión que además le ha dado para vivir mucho tiempo. 

A pesar de las pérdidas familiares, don José sigue trabajando y maravillando a quienes llegan a ver su trabajo, ya sea en una exposición o en su pequeño taller de la colonia Evolución en el municipio de Nezahualcóyotl. 

Crea obras de arte con metal reciclado

Ganador incluso de premios por sus obras, sigue como hace 43 años, trabajando en la puerta de su casa, en medio de fierros oxidados que cualquiera vendería por kilo, pero él, con paciencia, visión artística y una planta de soldar las convierte en arte. 

La inquietud por crear le viene desde niño; recuerda que hacía figuras con palos de madera y a pesar de haber estudiado únicamente hasta la secundaria y algo de conocimientos de dibujo técnico industrial, sus ganas de salir adelante lo llevaron a buscar trabajo para ayudar a su padre, quien se ganaba la vida como albañil. 

La pasión por el metal 

“El primer empleo formal y mi primer contacto con los metales, fue trabajando en la siderúrgica Orinoco, donde luego de unos años y de ver cómo los desperdicios de metal eran acumulados y vendidos como fierro viejo, comencé a encontrarle forma a las piezas y de ahí surge mi primera obra, una proa de barco, la cual aún conservo”, dijo orgulloso el artista. 

“Arañas, hormigas, pericos, calaveras, armaduras, hebillas, barcos, trenes, camionetas, camiones, motocicletas, bicicletas, penachos, corazones, cualquier pieza que me pidan les hago, he hecho hasta un elefante de 4 metros de largo”. 

Entre las piezas que mejor ha vendido están un perro de 4 metros de altura y una cabeza de elefante con las orejas extendidas de 5 metros y medio de largo.

Pero sin duda hay figuras que son “su fuerte”, porque se las encargan mucho, incluso hasta ha ganado premios económicos. 

Ford le compró sus obras

 “Mi tirito son la camioneta pick up lechera modelo 36, le pongo sus cuatro botes; se ve y se vende muy bien, otra que también vendo mucho en la moto Harley, pero puede hacer cualquier modelo de camioneta o motocicleta”, afirma. 

“Con esa pick up gané un concurso patrocinado por la Ford, la cual después me compró mis camionetas y me las pagó muy bien, luego de eso conocí a un ingeniero que me compró muchas piezas, se las regalaba a sus clientes y su hijo se volvió coleccionista de mis piezas, por cierto, me ofrecieron irme con ellos a Estados Unidos a enseñar cómo trabajar el metal, pero no quise, aquí en Neza donde nací y vivo estoy muy feliz”. 

Al mencionar esto, don José Antonio platica que gracias a su trabajo con los metales, desde la siderúrgica y luego haciendo esculturas, pudo sacar adelante a su familia, sus dos hijos y su hija ahora son profesionistas que, aunque de niños aprendieron su arte “si no, no les daba permiso de ir a las fiestas”, ahora cada uno tiene su propia profesión y trabajo y por cierto durante la pandemia lo hicieron fuerte a él y a su esposa, porque no vendió nada esos dos años, por salud y por falta de clientela. 

Lo mejor de todo, es que no tiene que buscar proveedores ni comprar nada en el extranjero, las láminas viejas las compra por kilo en las recicladoras de materiales industriales, y si acaso le encargan algo con metal limpio, pues lo consigue en alguna ferretería.

A diferencia de otros escultores que también trabajan con metal, no tiene ningún problema con usar lámina oxidada, tornillos, tuercas o cualquier otro fierro que se encuentre. 

También colecciona bicicletas

Por si todo esto fuera poco, José Antonio tiene otro pasatiempo desde hace muchos años, pues colecciona bicicletas y tiene más de 100 en su colección, todas funcionando, pues como nos comenta, “lo tomo como terapia y de repente agarro una bicicleta y le doy mantenimiento o la reparo para dejar funcionando”. 

Tiene de muchas marcas y países de procedencia, todas compradas en México, sólo que como le gustan las bicicletas, la gente que lo conoce, cuando sabe de alguien que tiene una arrumbada o la quiere vender, le avisan y va a verlas, es así como se ha hecho de piezas que podrían ser difíciles de encontrar en otro sitio. 

“Tengo algunas que me han regalado porque les estorban en las azoteas, o me las dan a cambio de las piezas que fabrico y negociamos”. 

Al respecto mencionó que tiene una difícil de ver en la calle o hasta en una exposición, es una de carreras, pero para dos personas y otra que parece una moto italiana de la marca Vespa, ambas en buen estado. 

Y así, entre fierros viejos y bicicletas usadas, transcurre la vida del señor Antonio, quien diario abre el zaguán de su bodeguita y se sienta en un pequeño banco de madera, mientras comienza a darle forma a los fierros viejos que después se convierten en esculturas y luego en dinero, con el cual vuelve a comprar metales o alguna bicicleta para su colección, que tampoco tiene problema en venderlas si a alguien le gusta alguna.

SPM