Dicen que la corrupción en México tiene mil disfraces: a veces se viste de contrato inflado, otras de licitación “hecha a la medida”, y no falta quien crea que con una transferencia escondida en paraísos fiscales nadie se va a dar cuenta. Pero resulta que existe una lupa bastante incómoda para esos trucos: la auditoría forense.
Esta revisión se consolida como una de las herramientas más efectivas en la rendición de cuentas, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) la define como un procedimiento especializado que, mediante técnicas contables, financieras y jurídicas, busca identificar irregularidades, rastrear operaciones simuladas y documentar evidencias que pueden derivar en responsabilidades administrativas, fiscales o penales.
Su relevancia aumenta en un mundo donde los esquemas de corrupción ya no solo se esconden en expedientes físicos, ya no basta con revisar papeles guardados en archiveros polvosos; hoy se articulan a través de la red de vínculos virtuales, con transferencias transnacionales, operaciones digitales y estructuras complejas de simulación.
Por eso la auditoría forense se hace aliada de la inteligencia artificial y análisis de datos masivos indispensables para detectar patrones de riesgo, establecer mapas de relaciones y prevenir el desvío de recursos públicos, algo así como pasar de la lupa de Sherlock Holmes a tener un dron con rayos X.
Entre papeles y datos virtuales, la verdad se descubre, no hay engaño ni truco que no se descubra con la investigación forense.
En este contexto, la ASF cuenta con perfiles técnicos de gran valor, resulta ilustrativo revisar la trayectoria de las dos últimas directoras generales de Auditoría Forense, quienes dan matices distintos a la función, pero ambas con un mismo propósito: blindar al erario contra la corrupción.
Por un lado, con conocimientos actuales en el combate a la corrupción, una contadora pública afiliada al IMCP, especialista fiscal, Maestra en Impuestos de perfil técnico, rigurosa en la aplicación metodológica y experta en desentrañar operaciones financieras complejas. Por el otro, una abogada de carácter firme, con visión estratégica y capacidad para vincular las auditorías con las consecuencias legales. Ivonne representa la precisión de la técnica; Muna, la contundencia jurídica, ambas, sin embargo, coinciden en construir un cuerpo de trabajo sólido que coloca a la auditoría forense como pieza clave en la defensa del interés público.
Por ello, no resulta extraño que se les mencione como candidatas naturales a la titularidad de la ASF, tienen la experiencia y el conocimiento en el combate a la corrupción, poseen el conocimiento técnico como de la fuerza legal para traducirlo en sanciones efectivas.
Nada es casualidad, es consecuencia y hoy es tiempo de las mujeres, ellas ya demostraron que para enfrentar la corrupción no basta con tener razón… hay que probarla y sancionarla.
En términos de números cualquiera los hace, pero en términos de auditoría sobresale la experta contadora Ivonne, porque los números son fríos y no mienten. Son contadores públicos los chipocles en la auditoría forense, dicen con técnica contable en sus dictámenes la verdad, colocan en la balanza a todos por igual, con equilibrio justo y real.
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MPH