Edomex: Hermanos Fuentes Gasca, tradición circense

El Circo Hermanos Fuentes Gasca, a lo largo de casi 90 años, se ha convertido en un pilar de esta tradición para todo México, una empresa familiar que trascendió para generar identidad a un país en el arte circense y que tuvo sus inicios en el Estado de México.

Hermanos Fuentes Gasca, tradición circense del Edomex

De acuerdo con José Alberto Fuentes (Pike), bisnieto de los fundadores, Jesús Fuentes Zabalza y María Luisa Gasca de Fuentes, el circo viene desde el núcleo familiar de su predecesor, lo que lo llevó a fundar lo que se convertiría en un emblema de tradición nacional.

Los orígenes

“Todo comienza con Don Jesús Fuentes Zavalza, empezó en 1935 con el famoso Circo Unión; pero antes de todo esto, sucede que su papá biológico se fue y el nuevo esposo de su mamá era un carpista, a los circos más chicos se les conoce como carpas, que ofrecen espectáculos en las ferias y todo eso”, compartió.

Fue en la zona del Valle de México donde, con una carpa modesta y un puñado de artistas talentosos, se fundó lo que se convertiría en el Circo Hermanos Fuentes Gasca. Desde el principio, Jesús se propuso ofrecer a su comunidad una experiencia única y mágica, llena de acrobacias, risas y emociones, para la que, se dice, trajeron talentos del extranjero, pero también echaron mano de su entorno, en el que incluso el fundador se convirtió en un conocido payaso de la época.

“Al principio se empezó como una empresa familiar, que es algo que nos caracteriza desde siempre, hay un compromiso, una pasión y creo que eso se refleja. En ese tiempo era más complicado moverse, ahora se puede hacer en una semana, pero antes era transportar trabe por trabe, clavar y demás.

“Se traía mucho extranjero, que siempre ha llamado la atención, pero uno mismo también se va educando a lo que quiere hacer y aprender, así empezó”, apuntó.

Su historia es un relato de perseverancia, pasión y dedicación a la tradición circense, con giros inesperados y momentos de triunfo que han marcado su legado, como la incursión de sus primeros animales, que marcaron un parteaguas en su andar toda vez que estos se volvieron el alma de las “carpas”, la primera vez que presentaron un majestuoso ser, también fue en suelo mexiquense.

Parte de la historia de una empresa familiar que trascendió para generar identidad a un país en el arte circense.

“Tenemos el recuerdo del cartel del 5 de enero de 1935 y todas las funciones que había en ese momento, los 7 gladiadores, la familia Otto, la gran báscula y eso es de ese momento, fuimos de las primeras compañías en México, en ese tiempo también empezaban los animales e incluso aquí en el Estado de México también fue la primera vez que el Circo Fuentes Gasca presentó un elefante, en Cuautitlán Izcalli es la primera vez que sale a función un animal”, apuntó.

Cambios importantes

A lo largo de las décadas, el circo experimentó altibajos, enfrentando desafíos económicos, cambios en las preferencias del público y la competencia de otras formas de entretenimiento, hasta un incendio en los 80’s.  Sin embargo, uno de los golpes más grandes que ha sufrido el circo, en general, fue el retiro de los animales.

“Es la final algo que pega, tanto a nosotros como a la gente que sigue el circo, tú podrás entender lo que fue ir y ver un animal majestuoso de cerca, sí pasaban cosas, tan es así, que se tomó la determinación de que ya no hubiera, pero tampoco se puede generalizar. 

“En la Familia Fuentes Gasca siempre fue preferible que comieran los animales antes que nosotros. Al principio fue complicado también porque se le quitó el trabajo a quienes actuaban con ellos, pero el amor por lo que haces es lo que te hace seguir”, comentó José Alberto.

En este sentido, compartió que también generó un impacto emocional en el núcleo familiar que se ha formado en la carpa del circo, del cual formaba parte la fauna, pues la acción rebasó a las medidas que tenían contempladas las autoridades, derivando en que sus amigos silvestres terminarán muertos.

“A nosotros nos enseñaron que no era donar animales, era trabajar con animales; la palabra domador se utilizaba por tradición y al final no le puedes enseñar a los animales a golpes, capaz te lo regresan y te destrozan, es a través del cariño que se logra. 

“Y desgraciadamente, cuando nos quitan a los animales, no había lugar suficiente a donde llevarlos y a la fecha todos están muertos, cuando aquí duraban mucho tiempo; aunque no es un cautiverio se les alimentaba, se les cuidaba, se les daban espacios de dispersión y fue complicado, nosotros les dimos seguimiento porque eran nuestra familia”, detalló.

Sentido de pertenencia

Por otra parte, compartió que el dedicarse al circo es una experiencia única en la que saben que no eres de ningún lado y de todos a la vez, que te toca nacer en donde este circo, pero que también saben que sin importar el lugar su hogar está con sus compañeros. Este estilo de vida nutre a sus integrantes de forma personal.

“Conoces tantos espacios y tanta gente que aprendes mucho, te haces de amistades muy valiosas, tanto de los circos como fuera de ellos, creo que ese sentido de no pertenencia se vuelve un enriquecimiento porque termina ampliando tus horizontes, también se vuelve una virtud que, por la cosa que amas, puedas conocer muchas otras”, mencionó.

José Alberto mencionó que sí existe una responsabilidad interna por mantener la tradición del circo mexicano, pues después de tantos años, ha dejado de ser un negocio familiar para convertirse en un símbolo del arte circense.

“Actualmente hay 26 circos activos, después cada uno de los hermanos se queda con un circo, incluyendo el Unión; que sigue funcionando, este es el de mi mamá Silvia Fuentes Gasca. Al final si hay esa responsabilidad de mantener una tradición y tratamos de que el circo tradicional mexicano viva y se mantenga.

“Me refiero a que mantenemos la esencia, mantenemos la carpa, entras y hay luces, desgraciadamente ya no tenemos animales, pero tenemos la representación de los animales y al ser un núcleo familiar, creo que eso nos ayuda a mantener la tradición”, mencionó.

En el futuro la ilusión está en seguir manteniendo y llevando este icono de la cultura popular por todo México, quizá también fuera de las fronteras, para mostrar lo que el heredero de un legado ve como un arte.

“Creo que tenemos que valorar una tradición que engloba a todo un país, hay que tratar de hacer las cosas bien, hay adversidades como en todo, pero también hay que respetar el trabajo de los artistas; creo que todo el circo conglomera un arte”, finalizó.