En el Estado de México, el compromiso con la vida y la seguridad de las mujeres dejó de ser discurso para convertirse en política pública medible, verificable y sostenida. La reforma histórica impulsada por la gobernadora Delfina Gómez para castigar el acoso sexual desde el primer acto, representa un parteaguas jurídico y el punto culminante de una estrategia integral que está logrando algo que parecía imposible hace apenas unos años: reducir de manera consistente los delitos contra las mujeres en la entidad más poblada del país.
Durante décadas, la narrativa en el Edomex estuvo marcada por las agresiones, la impunidad y la normalización de la violencia. Hoy, los números cuentan otra historia. Bajo la conducción de Delfina Gómez, el estado suma dos años consecutivos de disminuciones sostenidas en delitos de género, con una caída global de 13% solo en 2025. No se trata de una baja marginal: el feminicidio se desplomó 25%, las lesiones dolosas contra mujeres 20%, y el hostigamiento y acoso sexual 18%. Cuando estos delitos retroceden simultáneamente, no es casualidad sino el resultado de una estrategia clara, ordenada y con liderazgo.
Esta reforma legal que obliga a castigar el acoso desde el primer acto representa el giro que México había postergado por demasiado tiempo. Reconocer que un solo episodio es suficiente para abrir la vía penal, además bajo una perspectiva de género obligatoria, coloca al Estado de México en la vanguardia nacional. Aquí las autoridades sí escuchan, sí creen, y sí actúan.
Pero la clave del éxito no está solo en la letra de la ley, sino en cómo se articula con la operación diaria. La Mesa de Paz, encabezada personalmente por la gobernadora, se ha convertido en un espacio de coordinación real entre los tres órdenes de gobierno. A esto se suman programas robustos como el Operativo Violeta, con 140 despliegues en 26 municipios y más de 48 mil personas beneficiadas, y la estrategia Nos Movemos Seguras, que transformó el transporte público —del Mexibús al Mexicable— en espacios donde denunciar dejó de ser un riesgo y se volvió una posibilidad real. El aumento en denuncias y confianza de las usuarias habla por sí solo.
La reforma impulsada por Delfina Gómez llega respaldada por resultados, por una curva descendente de violencia de género que ningún gobierno anterior pudo mostrar, y por una política que entiende que prevenir y castigar no son caminos opuestos, sino complementarios.
Dato:
Esta reforma legal que obliga a castigar el acoso desde el primer acto representa el giro que México había postergado por demasiado tiempo
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