Afortunadamente, en nuestro país se trabaja en ofrecer una mejor calidad de vida a las personas de la tercera edad; que cuentan con alguna discapacidad; niñas, niños y adolescentes; enfermos y todas aquellas que requieren cuidados especiales de forma temporal o permanente.
Sin embargo, poco se habla de quienes están encargadas de ese cuidado, es decir, de quienes les dotan de medicamentos, alimento, higiene, entre otras tantas tareas que requieren permanentemente (situación que permea prácticamente en todo el mundo).
Esta tarea está a cargo, por el propio entorno familiar, por sus parejas o algún familiar cercano, casi siempre mujeres, esto es: por sus esposas, madres o hijas. Ante tal situación las personas que se dedican al cuidado y protección amorosa de sus familiares se enfrentan a discriminación, en ocasiones hasta desvalorizando esta noble actividad.
En ocasiones, para realizar este trabajo adicional, se ven obligadas a dejar sus puestos de trabajo, incluso, abandonando su propia salud física, psicológica, y hasta su sano esparcimiento.
Sin duda, es una función no sólo loable, sino forma parte de la obligación que tenemos frente a cualquier persona en situación de desventaja o vulnerabilidad, debiendo protegerlos y cuidarlos brindándoles todas sus necesidades esenciales.
Empero, las personas encargadas de proporcionar estos cuidados también tienen derecho a que se realice en condiciones de igualdad. Por ejemplo, en una misma familia todos los hijos e hijas deben generar las mismas condiciones para el cuidado de sus padres de forma óptima. Para lograr esta igualdad resulta indispensable modificar los patrones socioculturales y roles estereotipados.
En este tema, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha señalado que: “el trabajo doméstico y de cuidados es fundamental para mantener las condiciones de sostenibilidad del sistema en su conjunto, ya que todas las personas, en todos los momentos del ciclo vital necesitan cuidados. Sin los cuidados, el resto de las actividades no pueden funcionar”.
Por su parte, en 2004, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en la Opinión Consultiva OC-31 sostuvo que el derecho a recibir cuidados es esencial, pero es igual de importante el “..valorar la importancia de los cuidados en el sostenimiento de la vida, así como por reconocer las desventajas creadas por la sobrecarga de esta responsabilidad…”.
Los cuidados en su doble vertiente (de quien recibe y quien los presta) sin duda, son derechos humanos que deben ser visibilizados, tutelados y respetados. Hay que poner atención en que se satisfagan las necesidades económicas, emocionales, afectivas y todas aquellas que permitan su pleno desenvolvimiento en la vida y el entorno social.
En México se prevé que dentro de tres décadas una de cada tres personas contarán con más de 60 años; actualmente 8 millones de personas tienen alguna discapacidad; además las y los enfermos, que temporal o permanente tienen dificultad para efectuar actividades consideradas como básicas.
Es urgente poner cartas en el asunto, visibilizar el tema, y llevar a cabo las medidas necesarias para que el derecho al cuidado forme parte de nuestras prioridades.
Excelente martes.
Social X: @DaniellaDuranC1
¡La Jornada Estado de México ya está en WhatsApp! Sigue nuestro CANAL y entérate de la información más importante del día.
MPH