En el marco de las celebraciones de septiembre, el maíz se consolida como el ingrediente principal de los platillos que forman parte de las mesas mexicanas. Tlacoyos, sopes, tamales, atoles y pambazos son ejemplos de la manera en que este grano se transforma en alimentos que acompañan las festividades patrias en todo el país.
El Estado de México ocupa un lugar destacado en la producción nacional de maíz. De acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), la entidad se ubica entre los cinco principales productores del país, con un promedio de más de dos millones de toneladas anuales.
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Maíz en la identidad alimentaria de la región
En este contexto, especialistas señalan que la riqueza del maíz mexiquense no solo radica en el volumen de su producción, sino también en la diversidad de sus especies endémicas. El gastrónomo investigador mexiquense Alejandro Torres destacó la relevancia del maíz en la identidad alimentaria de la región.
“El maíz es un alimento que no se puede desligar de la historia del Estado de México. Producimos más de dos millones de toneladas cada año, de acuerdo con el SIAP, y eso sostiene no solo la economía agrícola, sino la forma en que comemos. En septiembre, que es cuando las familias se reúnen para las fiestas patrias, el maíz se convierte en tortillas, atoles, tamales y tlacoyos que representan la base de nuestra gastronomía”, comentó.
La riqueza del Estado de México también se encuentra en la diversidad de sus especies de maíz. Entre las variedades endémicas más representativas se encuentran el chalqueño, el arrocillo, el cónico y el elotero, cada uno con características y usos específicos en la cocina tradicional.
Una herencia cultural
Ell gastrónomo enfatizó que la presencia de estas especies distingue a la entidad en el panorama nacional. Resaltó que no se trata únicamente de un producto agrícola, sino de una herencia cultural que se refleja en las celebraciones de septiembre.
“En el Estado de México contamos con cuatro maíces endémicos que son fundamentales: el chalqueño, el arrocillo, el cónico y el elotero. Cada uno tiene aplicaciones distintas: el chalqueño para la tortilla, el arrocillo para atoles, el cónico para tamales y el elotero para consumo directo. Estos maíces no se encuentran en la misma proporción en otras regiones, por lo que constituyen un patrimonio agrícola y gastronómico que se hace presente en los platillos patrios”, explicó.
Finalmente agregó que esta relación entre producción y gastronomía fortalece las costumbres familiares y colectivas. Destacó que el maíz mantiene su vigencia gracias a la producción local y a la transmisión de conocimientos culinarios de generación en generación.
“Los datos muestran que el Estado de México es un pilar en la producción de maíz a nivel nacional. Esa producción hace posible que mantengamos vivas las tradiciones que se ven reflejadas en cada mesa durante las fiestas patrias. Los tlacoyos en los tianguis, los tamales en las ferias y las tortillas en los hogares son la forma más clara de entender cómo el campo sostiene la cultura gastronómica del país”, concluyó.
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