El regalo de la atención 

Jimena Valdés Figueroa

El regalo de la atención 

Voz Propia

El regalo de la atención 

Jimena Valdés

Redacción
Diciembre 13, 2025

Es fin de año y muchas veces buscamos dar el mejor de los regalos, pensando que es a través de las cosas como podemos demostrar nuestra devoción hacia las personas que amamos. Si bien, esto es un acto que efectivamente proviene del amor, tal vez nos hemos pasado de largo otras ofrendas a nuestro absoluto alcance y que no nos llevarán a afrontar deudas o eneros complicados. Nos hemos olvidado de otorgarnos el regalo de la atención.

El más preciado regalo que podemos ofrecer a alguien es nuestra atención, es una frase que hace algunos años, leí en un pequeño libro del maestro Thích Nhất Hạnh, misma que de entrada no comprendí hasta que me di la oportunidad de, a partir de ella, ir observando la vida.

Me observé en una búsqueda frenética por obtener aprobación, sin entender que a veces lo que se necesita es solo ser y saber estar, me observé en el olvido frecuente en la ansiosa necesidad del siguiente paso, del nuevo lugar, tal vez del avance pero no en el saber estar. Y caí entonces en cuenta de que todo ese modo frenético nos lleva a lugares lejanos, algunos llenos de miedo, en otros casos a aproximaciones superficiales y que por lo tanto limitan la profundidad de nuestras experiencias y de nuestro entendimiento de los demás.

“Lo personal también es político” y es por eso que me atrevo a hablar desde mí misma en esta columna, porque pienso que la atención es también un acto político y en el mundo actual incluso un modo de rebeldía. Es de valientes detenerse a confrontar una respuesta antes de darla de manera automática, es retador no contestar el teléfono porque ocupas tu energía y tu concentración en actos vitales y relevantes como dormir, comer, ejercitar; requiere creatividad el gestionar el actuar de las y los niños sin tener por intermediaria a una pantalla, bueno incluso nos causa miedo el entablar una conversación cara a cara teniendo por medio el lenguaje, el cuerpo, a nosotros sin filtros y otros medios de matiz o incluso me atrevo a decir de evasión (viene a mi mente Le Breton, en su Sociología del cuerpo: el cuerpo es ese vector semántico por medio del cual se construye la evidencia de la relación con el mundo, esto es, no solamente las actividades perceptivas, sino también la expresión de los sentimientos).

El regalo de la atención, entonces no es cualquier cosa, es un regalo que podemos darnos a nosotros mismos como un acto de subversión, de respuesta al mundo donde hacer muchas cosas se ha vuelto sinónimo de logro, donde existen apps para contrarrestar el olvido y para no tener que escribir, donde lejos de entender o de leer a las personas hay que entretenerlas. Regalarnos atención es regresar al cuerpo, a la lectura de sus signos y a la belleza de sus territorios. Observar la respiración como un constante logro, como una  oportunidad que se repite innumerables veces al día y que nos mantiene aquí y nos sostiene ahora.

Regalar tu atención a alguien más, es regresarle la relevancia que como persona tiene, es interpretar, es leer es también confrontar y crecer desde y con el otro, considerar lo que le duele para no tocarlo, entender nuestro accionar no como una afrenta sino desde una lectura profunda de nuestros dolores, pérdidas y carencias. 

Regalemos la atenta escucha, el volver relevantes cada una de nuestras historias, el despliegue de los sentidos como herramientas del descubrimiento; es una enorme pérdida el que nos hayamos olvidado de las cartografías de olores, sabores y texturas que tenemos al alcance con el simple hecho de decidir prestar atención. 

Dice el budismo zen, que desde la atención plena es como podemos ser felices; desde esa actitud de entrega al ahora, contestemos el poder de lo inmediato, enfrentemos la duda o la ansiedad con la verdad de que tenemos el presente y es ahí en donde realmente podemos habitar: “El momento presente está lleno de alegría y felicidad. Si estás atento, lo verás”.

PAT

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