En marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se conmemora cada 25 de noviembre, el Gobierno de México emprendió un “Compromiso Nacional por la vida, la felicidad y el respeto a las Mujeres” que, entre otras acciones, está conformado por 10 acciones encaminadas a erradicar la violencia hacia las mujeres.
Es urgente que, desde los gobiernos, se implementen estrategias para alcanzar este fin. ¿Qué podemos hacer las personas, y de manera particular los hombres, para aportar a esta causa? Desde las familias, las escuelas, los lugares públicos, también podemos aportar nuestro granito de arena.
La convivencia diaria entre padres, madres, hijas e hijos, amistades, colaboradores, es un primer momento de enseñanza-aprendizaje de la violencia. Considero que ahí, en el patio de la casa, en los mercados, las escuelas, las opresiones de una sociedad de mercado, que genera tantas desigualdades sociales y estructurales, tienen algunas de sus manifestaciones con efectos muy poderosos.
Sobre todo, si comprendemos que el machismo, en tanto ideas de supuesta superioridad de hombres sobre mujeres, que se practica como estrategia para someterlas y procurar un estatus mayor de los varones, produce lo primero y lo segundo es una falacia del capitalismo.
Por ello considero que requerimos muchos esfuerzos cotidianos para dignificarnos como personas. Alejarnos de la falsa competencia entre personas. Buscar miradas críticas a la forma en que establecemos nuestras vinculaciones con nosotros mismos, con las parejas y familias; de trabajo, de amistad.
A diferencia de los animales, que guían su actuar basado en sus instintos, las personas podemos agregarle sentido a lo que pensamos, hacemos y deseamos.
Pensemos en Juanito, de 7 años, que acude a su primaria todos los días y le gusta jugar a la cocina. O en Vicky, niña de 9 años que le encanta el futbol. Podríamos argumentar que los roles han cambiado mucho y esas conductas están “normalizadas”.
Sin embargo, un gesto descalificador de parte de algún miembro de su familia, de sus compañeros o mensajes en redes sociales, estigmatizando roles de género, representan una posibilidad de que Juanito o Vicky se sientan señalados, y modifiquen sus conductas para encajar en ese sistema que nos dice lo que está bien para cada uno de nosotros.
En México existen varias organizaciones de la sociedad civil que desarrollan programas de acompañamiento e intervención con hombres que ejercen violencia hacia las mujeres. Por señalar algunas, Hombres por la Equidad y Gendes, son dos muy reconocidas con metodologías sólidas.
Desde distintas universidades se aportan espacios académicos y de estudio sobre la materia, y también hay otras instituciones públicas o privadas que han integrado a sus acciones, actividades para que sus integrantes reconozcan que la violencia la aprendemos y podemos erradicar.
El sistema capitalista nos ha contado que ser macho es un escalafón al que hay que subir para ser todos unos hombres hechos y derechos. Cambiemos esa mentira.
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TAR

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