El reto postelectoral: desmantelar el sistema priista

Observatorio electoral

Una vez que se han realizado los cómputos en cada uno de los 45 distritos de la entidad, la victoria de la candidata de Morena, Delfina Gómez, parece confirmada. Aunque todavía queda por delante una potencial y larga cadena impugnativa, todo indica que el resultado conocido desde la noche del 4 de junio no se modificará. La candidata del PRI, Alejandra del Moral, ha reconocido su derrota en varios momentos. Ese es un indicador de que difícilmente impugnará los cómputos.

Mientras que se resuelve esa posible serie de impugnaciones y el INE dictamina sobre los gastos de campaña de ambas candidatas, la de Morena tendrá que hacer un diagnóstico de los grandes problemas estructurales que aquejan a los habitantes del Estado de México. A partir del mismo, tendrá que elaborar un programa de trabajo para resolver los rezagos históricos de la entidad, acumulados a lo largo de casi un siglo de gobiernos priistas.

En casi todos esos indicadores el Estado de México destaca negativamente. Van algunos ejemplos de esas mediciones y la fuente de la información: primer lugar en inseguridad (INEGI); primer lugar en impunidad (Universidad de las Américas); primer lugar en feminicidios (Amnistía Internacional); tercer lugar en corrupción (INEGI); doceavo lugar en tasa de pobreza (CONEVAL). Estos solo son algunos indicadores de los problemas a resolver, pero la lista es muy larga. En muchos sentidos la entidad es un anti ejemplo para el desarrollo integral.

Mejorar esos indicadores no será una tarea sencilla para el nuevo gobierno. Delfina Gómez tendrá que trabajar arduamente para cambiar la compleja problemática que vive la población mexiquense, al menos desde la década de 1970. Para lograrlo tendrá que integrar un equipo de trabajo realmente competente y honesto, que anteponga sus intereses generales a los de los individuos y grupos que trabajaron en su campaña. Es una condición indispensable.

Además de lo anterior, es muy importante cambiar las formas de hacer política, que durante tantos años aplicaron los grupos que han gobernado el estado, especialmente el de Atlacomulco. El gobierno que asuma funciones en septiembre próximo tendrá que abandonar una práctica institucionalizada por los gobernadores priistas: hacer negocios desde sus cargos públicos. Los ejemplos son muchos en la construcción de carreteras y autopistas de cuota concesionados a particulares, de las que después han tenido enormes beneficios económicos.

También han recibido grandes riquezas de la autorización de muchos fraccionamientos, asociándose con los dueños para facilitar todos los trámites. Siempre han buscado ser parte de los negocios derivados de la construcción de obras públicas. Para ello han creado incluso sus propias empresas, tal como lo hizo Carlos Hank cuando gobernó la entidad. Este ha sido un ejemplo que han seguido otros gobernadores y muchísimos presidentes municipales. La lista sería interminable.

Son muchos los graves problemas estructurales que deberá enfrentar el nuevo gobierno. Éste tendrá que evitar el error cometido por otros gobiernos estatales, de mantener a viejos cuadros de ex priistas en puestos clave del gobierno, porque terminarán reproduciendo los mismos vicios que llevaron a su partido al fracaso: corrupción, patrimonialismo, nepotismo, tráfico de influencias e impunidad para los poderosos. La ciudadanía votó a favor de que la situación descrita cambie. ¿Delfina Gómez y su equipo estarán dispuestos a lograrlo?

TAR