En San Felipe del Progreso, la tradición platera ha encontrado continuidad en las manos de Eleazar García Cruz. Su historia se entrelaza con la memoria de su abuelo y su padre, quienes fueron forjando el camino que él continúa.
Artesanos expresan su identidad mazahua a través de la plata
Desde pequeño se vio rodeado por herramientas, piedras y metales que le fueron marcando una identidad propia dentro de la cultura mazahua.
Desde el principio, Eleazar reconoce que todo comenzó con su abuelo, un pintor que amplió sus horizontes hacia el oficio artesanal.
“La tradición surge a raíz de mi abuelo, quien era pintor. Él restauraba iglesias, imágenes en pintura al óleo y conoció a un amigo que le enseñara el oficio a sus hijos. Ahí estaba mi papá, que aprendió el oficio del amigo de mi abuelo.
Él también trabajó la pintura al óleo, la joyería y el campo. Son dos actividades que nosotros también tenemos: la joyería y el campo”, relató.
Los primeros pasos en la joyería
La memoria de su padre le permitió conocer cómo fue el inicio de la joyería en su comunidad. Aquellos años estuvieron marcados por un trabajo rudimentario, lento, pero que sembró las bases para lo que hoy es una tradición consolidada.
“Mi papá me contaba que en aquel entonces era muy rudimentario trabajar la joyería. Utilizaban carbón, se tardaban mucho en elaborar las piezas y poco a poco surgió el interés del gobierno por otorgar becas. De ahí salió otra generación que yo destaco un poquito gracias a que se me dio un galardón internacional, y de ahí se inició más en forma la joyería de plata mazahua”, comentó.
Siendo el menor de sus hermanos, Eleazar encontró en la observación una escuela que marcó su destino. Veía cómo trabajaban sus mayores, cómo el metal se transformaba en figuras que llevaban consigo identidad y simbolismo.
“Soy el último de hermanos, entonces yo aprendí viéndolos a ellos trabajar y haciendo lo que uno puede hacer de niño, ayudando con las actividades básicas, lo que uno puede desempeñar ayudando. Ahí fue donde aprendimos”, señaló.
La joya mazahua como símbolo cultural
La región mazahua, en donde Eleazar ha crecido y trabajado, ha dado origen a piezas únicas que no solo son adornos, sino símbolos de identidad y cultura. Entre ellas destaca la arracada mazahua, una prenda que ha acompañado a generaciones de mujeres en momentos significativos de su vida.
“Dada la región en la que estamos, nuestra cultura es mazahua y nuestros antepasados empezaron a hacer la arracada mazahua con sus piedritas, lo que es el color verde, azul y rojo. Eso se hizo una parte característica de la prenda y la mujer lo adoptó como una joya. que anteriormente, se le regalaba a la mujer cuando estaba comprometida.
Entonces se hizo la palomita junta en símbolo de unión de la pareja y una palomita sola es para una mujer soltera, a la que todavía se puede cortejar. Así fue aceptada la joya y ha evolucionado por lo que quieren las nuevas generaciones”, explicó.
La orfebrería, para Eleazar, es un proceso que trasciende lo material. Se trata de darle vida a la plata, de transformar una idea en un objeto tangible que transmite no solo estética, sino también una historia.
“Es darle vida a la plata o a un pedacito de metal. Es desde la idea que le nace a uno, una flor, una paloma, transmitirlo desde el principio, desde ahí se va haciendo la artesanía. Siempre vamos buscando poder lograr lo que los clientes van pidiendo”, expresó.
Permanencia y sentido de comunidad
En cada pieza, Eleazar encuentra un motivo para seguir adelante con la tradición. No solo se trata de conservar una práctica heredada, sino también de garantizar un ingreso para la familia y de fomentar un sentido de pertenencia hacia la comunidad.
“La joya que nace aquí es mazahua, lleva una identidad, una tradición, lleva una cultura y gracias a que también gusta, pues nosotros hemos ido permaneciendo, porque podemos también traer un ingreso a casa. Pero ahí tratamos de fomentar la artesanía, que es lo más importante. Por eso ahora también ya nos interesan más los concursos”, comentó.
El sentido de ser artesano, en palabras de Eleazar, es mucho más amplio que el simple acto de trabajar la plata. Para él, representa una forma de proyectar la creatividad y, al mismo tiempo, de dar voz a su comunidad.
“Ser un artesano representa mucho, es tu persona; ya lo he dicho, plasmas tus ideas, pensamientos, creatividad, tu imaginación, ahí se va todo. Pero también es tu comunidad, tu municipio, tu estado y en una de esas todo tu país. Todo eso puedes representar al ser artesano, entonces representa mucho”, señaló.
La historia de Eleazar García Cruz es la de un hombre que ha sabido transformar la herencia de su familia en una labor que conecta con el presente y proyecta al futuro. Sus palabras revelan cómo la joyería mazahua es más que un oficio: es identidad, cultura y permanencia. Cada pieza que crea no solo representa el esfuerzo individual, sino también el legado de una comunidad que ha encontrado en la plata un símbolo de resistencia y continuidad.
El tradicional collar de “palomitas” distingue el estado civil de las mujeres mazahuas y es una de las piezas más significativas del artesano. Foto Especial
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