En Xonacatlán y Ocuilan, talamontes acaban con las fábricas de agua

Vecinos de San Miguel Mimiapan y San Juan Atzingo arman grupos para defender la de madera de sus bosques

A la par de la sequía, la tala clandestina se suma a la crisis hídrica al arrasar con las fábricas de agua que representan los bosques mexiquenses, desgracia ambiental que une a San Juan Atzingo y San Miguel Mimiapan, comunidades en donde sus habitantes están dispuestas a dar su vida para evitar que las nuevas generaciones se queden sin vital líquido y sus zonas boscosas.

Ambas poblaciones están separadas geográficamente, mientras el primero se ubica en Ocuilan, al sur; el segundo en Xonacatlán, en el Valle de Toluca, pero se caracterizan por sus vastas zonas arbóreas.

Desde hace 20 años, en la comunidad de San Juan Atzingo, último reducto de la etnia Tlahuica, inició la devastación de los bosques; en tanto que apenas hace dos años en San Miguel Mimiapan, se ha posicionado como principal productor de Árboles de Navidad en la zona. 

Sin otro respaldo más que viejos rifles, machetes y hasta resorteras, las poblaciones se han visto orilladas a armar grupos o guardias comunitarias para combatir la tala clandestina, porque diariamente se cortan hasta 300 árboles.  

Combaten tala con armas y zanjas

A un costado de la carretera Santa Martha-Lagunas de Zempoala, el destello de un espejo moviliza a ejidatarios armados apenas con escopetas viejas y resorteras rústicas, y en fosas hallan decenas de troncos talados, que al no ser incautados se venderán ilegalmente.

Te puede interesar: Max Correa insta a ayuntamientos al combate de huachicol de agua

Mientras con su mano derecha sostiene fuertemente su carabina, un joven, que se convirtió en guardián del bosque, afirma temer por su vida, pero está dispuesto a luchar para que los niños no se queden sin agua, porque le da tristeza que con la tala hay varios ríos que se han secado en la región.

“Protección para el medio ambiente y cuidado de los bosques, para que no terminemos sin agua… Sí, más que nada lo hacemos por los niños, que nunca nos falte agua porque hoy en día se están secando los ríos, los riachuelos», expresó.

En los bosques de Ocuilan la población con ayuda de retroexcavadoras construye zanjas para cortar el camino y evitar que los tractocamiones suban por la madera.

Otro poblador admite que sus armas son rudimentarias en comparación a las de los talamontes, pero eso no los intimida e incluso quienes se suman su recorrido muchas veces no tienen con qué defenderse y optan por llevar machetes.

“A lo mejor pues sí, esto nos dan una gran desventaja porque no tenemos armas como las que ellos manejan… hay mucha gente grande que viene con sus machetes, también los jóvenes, pues no tiene el recurso para un arma y vienen con machetes, con piedras, con lo que pueden», declaró.

Un integrante de la Delegación Indígena de San Juan Atzingo, recordó que 15 años antes tenían suficiente agua y ahora no, por lo que, pese a haber bosques sufren de su escasez de agua, por lo que han tenido que turnarse la distribución por barrio del vital líquido.

Por ahora no tienen el cálculo de cuántos ríos, riachuelos, lagunas se han secado, pero no seguirán esperando a que se falten más.

«Hoy en día tenemos que sufrir mucho de la escasez del agua, ya no nos llega como hace muchos años, desgraciadamente gracias a la tala clandestina se ha acabado nuestros mantos acuíferos, año con año viene la disminución de agua”, compartió.

Cierran bosque para frenar tala  

Durante el día, la guardia es laxa, pero al caer la noche se endurece con escopetas de caza y barricadas con piedras, con lo que buscan cerrar los bosques de San Miguel Mimiapan, ya que los talamontes han deforestado sus montes y con ello secado manantiales.

En los últimos dos años se estima que a diario en esta zona boscosa bajaban alrededor de 50 camiones cargados de madera proveniente de árboles con más de 100 años de vida.

El punto de revisión inicia a un costado de un módulo policial, ahí cualquier carro grande y con cajas, es revisado por integrantes de la guardia comunitaria, que comenzó a operar apenas en enero.

Ecocidio, la devastación de los bosques

La devastación es visible en las faldas, donde árboles de más de 10 metros de altura sucumben ante el filo de motosierras y hachas, y en su lugar quedaron troncos, ramas y aserrín, como prueba del ecocidio.

El presidente del Comisariado Ejidal, Salvador César Saavedra, admitió que la tala era dura en la zona, pero a partir de sus guardias ha reducido a un 5 por ciento, donde persiste la tala hormiga con caballo. Pero advierten a talamontes que quien sea atrapado lo van a quemar.

Y es que, reclamó que hayan devastado los bosques en los que nacieron, porque el monte es del pueblo y por eso están dispuestos a dar la vida, para que no se queden sin agua.

Admitió que en su caso ya ha recibido amenazas, pero dijo no temer, pues verá de seguir dando apoyo a su pueblo.

“Pero ahorita el pueblo sí está enojado, lo único que se va a cerrar el monte y que no se saque más madera de aquí… en 20 años…estoy luchando por mi pueblo y por mi gente, y yo estoy dispuesto a lo que venga y no tengo miedo que me amenacen”, concluyó.

De acuerdo con autoridades estatales, en el primer semestre del 2023 fueron detenidos 77 posibles talamontes y se incautaron más de 4 mil 500 metros cúbicos de madera.

Además, sumaron 55 denuncias relacionadas a la tala ilegal en 26 municipios mexiquenses.

DB