En lo alto de los bosques que rodean los manantiales de Amanalco y Valle de Bravo, con copal en mano y otros artículos propios de sus tradiciones y creencias los pueblos originarios practican rituales relacionados a la lluvia y la primavera.
La llegada de la primavera dicta que la temporada de siembra está por comenzar, por lo que algunos otomíes de la región mantienen vivas las tradiciones que alguna vez guiaron a sus ancestros, tal es el caso de Don Eusebio Martínez.
“Venimos a platicar con la tierra, a recordarle que seguimos vivos. Si no le cantamos, se nos olvida cómo ser agradecidos y pues también la lluvia es como un pariente: si no la invitas, no llega por eso para nosotros es muy importante realizar estas ceremonias y más como han estado los calores”, comentó.
Rezos y semillas se trasmiten de generación en generación
El ritual es una tradición que mezcla raíces Hñähñü (Otomí) que se repite cada primavera en esta región agrícola del sur del Edomex como un esfuerzo para la conservación desde su cosmovisión.
“Yo crecí viendo a mi abuelo hacer estas ofrendas cada año. Nos decía que si dejamos de pedir, la tierra deja de dar. Ahora la gente ya no cree tanto, pero mire, el clima ha cambiado mucho. Antes sabíamos cuándo iba a llover, cuándo había que sembrar. Ahora todo está revuelto. ¿Por qué? Porque ya no respetamos a la naturaleza como antes”, apuntó.
Detalló que también se entierran semillas de maíz, frijol o flores en lugares sagrados como símbolo de reciprocidad con la naturaleza. En ceremonias guiadas por ancianos o líderes, se agradece a los “dueños” de la tierra y se agradece por lo que la naturaleza les brinda.
Pueblos originarios preservan rituales agradecer a la naturaleza
Señaló que a diferencia de Amanalco, donde las ofrendas se hacen en pequeños altares a la orilla del agua, en Valle de Bravo algunas comunidades llevan sus peticiones hasta el lago. Asimismo apuntó que el sentido no es la petición sino el agradecimiento.
“Nosotros agradecemos, no pedimos, ni es brujería, ni nada más. Pedimos con respeto, igual que nuestros abuelos. No queremos obligar a la lluvia a caer, solo recordarle que seguimos aquí, que la necesitamos.
Antes, este manantial nunca se secaba, ni en los tiempos de más calor. Ahora, hay meses en los que el agua deja de brotar”, mencionó.
El agua se vuelve cada vez más escasa
A pesar de los cambios en la sociedad, la ceremonia de ofrenda sigue realizándose cada primavera.
En un mundo donde el agua se vuelve cada vez más escasa, estas tradiciones pueden ser una forma de recordar lo esencial de esta, así como la dependencia que existe por parte del ser humano.
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TAR