Evelyn Salgado: El renacer de un buen gobierno en el estado de Guerrero

Jorge Chávez Mijares | Demoscopia Digital

En Guerrero, gobernar no es una tarea, es una prueba. El estado es un rompecabezas de historia, belleza natural, desigualdad crónica y episodios de tragedia. En medio de ese paisaje —tan poético como brutal— Evelyn Salgado Pineda, gobernadora morenista de 43 años, ha tenido que demostrar que más allá del apellido hay carácter, y más allá del linaje político, hay voluntad de reconstrucción.

El estudio de Demoscopía Digital correspondiente al mes de mayo la ubica en el 3º lugar nacional de aprobación, con un 67.5%, subiendo casi tres puntos respecto a abril, donde tenía 64.7%. Ese ascenso no es menor. Ocurre justo después de meses especialmente difíciles para Guerrero, que fue duramente golpeado por fenómenos naturales y una crisis turística sin precedentes.

Pero Salgado ha respondido. Sin estridencias, con un ritmo de trabajo constante y un discurso centrado en la recuperación, ha comenzado a darle rumbo a un gobierno que al inicio parecía condenado a la crítica fácil. Lo ha hecho desde dos frentes: uno emocional —acompañando a las víctimas, caminando en medio del lodo y las casas destruidas—, y otro estructural: gestionando recursos, rehabilitando destinos turísticos y reactivando el sector que da identidad y sustento a miles de guerrerenses.

Hay quienes aún la miran con suspicacia, creyendo que llegó a la gubernatura por accidente. Pero lo cierto es que Evelyn Salgado ha ido forjando su propio perfil. Su administración ha encontrado cauce, su equipo se ha compactado, y las cifras —como las de este estudio— indican que la ciudadanía comienza a reconocer su esfuerzo.

Gobernar Guerrero es sobrevivir a los vendavales, naturales y políticos. Y en ese terreno, Salgado está resistiendo y construyendo. Su aceptación creciente es un reflejo de algo más profundo: el anhelo colectivo de un estado que, una vez más, busca levantarse.

Y en esa tarea, por primera vez en mucho tiempo, hay una mujer al mando, que no le huye ni a las cámaras ni a la tormenta.