Las manos de la memoria: Los héroes anónimos de Filmoteca UNAM

Los documentos fílmicos gráficos o escritos, las historias, equipos o aparatos resguardados, se trastocan en documentos para la posteridad

Para Emilio y Diego

Si nos preguntáramos qué circunstancias unen un noticiero cinematográfico de los años cuarenta, una película casera de 8 milímetros, una joya como Los olvidados (1950) de Luis Buñuel, una de aquellas “vistas” capturadas por los enviados de los hermanos Lumière en México a finales del siglo XIX, y una escena grabada hoy en día por un celular, la respuesta podría ser demasiado evidente, ya que en todos los casos se trata de imágenes. No obstante, los cinco ejemplos pertenecen a épocas diferentes y a formatos y géneros opuestos. La resolución en realidad es muy simple, aunque cargada de asombrosa complejidad, una paradoja que transforma dichas imágenes en algo trascendente, ya que ninguno de estos cinco ejemplos puede filmarse de nuevo.

Se trata de materiales únicos e irrepetibles y, por lo tanto, de piezas invaluables. Imágenes poderosas o simples que representan las aspiraciones, los sueños, las ideas, la forma de pensar, de entender el cosmos en un determinado contexto histórico. Un momento específico, suspendido en el tiempo. El retrato de un mundo que ya no existe, en el que caben personas, objetos, ámbitos o geografías que han desaparecido, o que se han transformado. Gracias a su existencia y a la preservación de estas imágenes, es posible viajar en el tiempo y entender el instante en que fueron concebidas. Las imágenes preservadas, los documentos fílmicos gráficos o escritos, las historias, equipos o aparatos resguardados, se trastocan en documentos para la posteridad, sobre los cuales todo juicio moral, artístico o conceptual sale sobrando. Por lo tanto, hay que conservarlos.

Los héroes anónimos de Filmoteca UNAM

Hace unas semanas se estrenó en YouTube una serie de cuatro cápsulas documentales en video, de escasos minutos aunque de trascendencia mayúscula, titulada Las manos de la memoria, centrada en las breves historias y puntos de vista de cuatro responsables y puntales “anónimos” del poco explotado acervo de la Filmoteca de la UNAM, a partir de una investigación y entrevistas a cargo de César Jazzamoart Gutiérrez, de la Unidad de Investigaciones de Periodistas de Cultura UNAM, con guión, fotografía y edición de Pablo Gasca, textos de Carlos Acuña y mentoría periodística de Ale Crail, producidas por Emiliano Ruíz para Corriente Alterna y Filmoteca UNAM.

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Acervo, restauración, documentación y preservación

El primero de los aciertos de esta pequeña serie tiene que ver con la sorpresa cotidiana. Como los entrevistados no son parte de las altas autoridades de la institución, ni son los investigadores “estrella” de institutos afines, con quienes de manera forzosa es necesario agendar citas, lo cual implica una preparación y un acicalamiento en todos sentidos, los cuatro trabajadores consultados, responsables de áreas neurálgicas de la Filmoteca, desconocían que serían entrevistados. Es decir, de pronto, un pequeño equipo de producción llegó con ellos a horas de trabajo en un día cualquiera, con la orden “de arriba” de atender a la entrevista, sin preparación ni arreglo previo. Al tratarse de “héroes anónimos”, con alrededor de treinta años en la Filmoteca y apasionados de sus respectivas áreas, la charla fluye de manera agradable y natural.

El capítulo 1, de 6’27” minutos de duración, Acervo Cinematográfico, es conducido por Ana Rosa Castañeda. En esa área se resguardan aparatos antiguos entre cámaras de 9.5mm, 8mm, Súper 8 o 16mm, proyectores, moviolas y, por supuesto, los más primitivos: las linternas mágicas y otros juguetes ópticos fascinantes que representan la evolución del cine y el video hasta nuestros días. Algunos de ellos son inservibles, otros más son arreglados ahí mismo para ser presentados en exposiciones, por ejemplo. Sobre la importancia de sus formatos, Rosy Castañeda aclara con toda razón: “Cada etapa tuvo su momento. Todos los formatos son importantes”, y dice además que todos los objetos ahí resguardados tienen una fuerte carga de energía positiva. Existe en este capítulo un cierto dejo emocional, ya que el marido de Rosy, gran cinéfilo, arreglaba los aparatos y murió pronto; él fue quien la introdujo en esa destreza: “Platico con ellos, les hablo… son como mis hijos…”

En el episodio 2, Restauración, de 4’06” minutos, Jorge Arturo Martínez nos introduce en el Taller de rescate y restauración, columna vertebral donde se recibe todo aquel material fílmico que llega por donación o adquisición. Aquí se revisa el estado de descomposición para ver si es necesario realizar injertos o limpieza ultrasónica, para ser llevado al laboratorio digital. En la charla, Jorge ejemplifica parte de su labor con un filme en el que trabaja: Imprudencia (Julián Soler, 1944), del cual sólo existe el negativo original; aclara que lo ideal sería verlo en 35mm y que el proceso de salvamento puede llevar semanas o años, como ocurrió con El tren fantasma (Gabriel García Moreno, 1926); es decir: darle una nueva vida a materiales que parecen inservibles. “Rescatar una película cuesta mucho dinero, pero es una gran experiencia poder verla proyectada.” Aquí, al igual que en los cuatro episodios, la única falla notoria es el uso de la música de fondo que estorba, distrae y está de sobra.

Finalmente, en el último episodio, de 4’50” minutos, Preservación, Juan García Hernández, responsable de las bóvedas que sirven para preservar las películas, comenta que la idea es proteger los filmes de enemigos externos y del medio ambiente, controlando la humedad y la temperatura. Juan habla de materiales como el acetato de celulosa, el poliéster o el nitrato y aclara que los materiales contemporáneos se descomponen más rápido. Asimismo, habla de imágenes intrigantes que la Filmoteca resguarda: juicios orales de 1908, Emiliano Zapata bajando de su caballo, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, que sirven para “educar a través del cine. ¿Cómo se divertían las personas, cómo se veía antes el mundo… Una gran escuela para hacer cine viendo películas… Hitchcock, Kurosawa, Tarantino, Fernando de Fuentes, Brigitte Bardot…”

POR: RAFAEL AVIÑA